La joven y hermosa campesina al ver la imponente figura de aquel gallardo caballero, entro en pánico, tomando su canasta y tratando de huir de él, nunca había compartido con nadie más allá de la anciana.
El joven rey, inmediatamente tratando de impedir su huida, logro tomarla por el brazo, haciendo que ella girara y quedará frente a su rostro, la emoción que hizo vibrar su corazón fue tal, que temió por un momento que nada fuera real más que un producto de su imaginación y su alma dolida en busca del amor.
La joven y enigmática doncella, no pudo evitar que un torrente de emociones atravesará su alma y corazón afligido, temiendo que ese hermoso hombre fuera solo un sueño, como el que tenía cada noche en su lecho, y que al despertar desaparecía, así como sus ilusiones.
-Disculpadme mademoiselle no era mi intención asustarla - su voz grabe y profunda, fue la confirmación de que no era un sueño, si no una realidad - mi caballo se a desviado de la ruta, y me ha traído a este hermoso campo de lavandas.
-No os preocupéis, su señoria, lamento si vuestro comportamiento no ha sido el correo, nunca he visto a nadie a esta hora en el prado - su voz era la melodía más hermosa que haya podido escuchar en su vida, tan suave y delicada así como ella misma.
-Permitaos presentarme, me llamo Bastian conde de Provenza y Vermandois - tomo la delicada mano de la joven dama y dejo en ella un besamanos acompañado de una pequeña reverencia, como cualquier caballero.
Sin embargo ella no sabía cómo reaccionar ante tal gesto de educación, sonrojada y avergonzada retiro si mano con prontitud y en un ligero tono que el rey apenas pudo escuchar un simple "Camille". Era el nombre de su doncella misteriosa. Era el nombre más tierno e inocente para una criatura como ella.
Y como estaba escrito en el destino, desde ese día, nunca se volvieron a separar, el rey la hermosa campesina de ojos violetas, se encontraban todas las tardes, justo a la puesta del sol, en medio del bosque o aquel prado de lavandas, pasaban las horas juntos, a veces hablando y otras en comento silencio, a veces las palabras no eran necesarias, pues el amor bastaba y sobraba, en medio de aquel bosque florecía el más puro y verdadero amor, un amor donde no importaban las clases sociales, o el dinero, pero si la riqueza del alma. El rey amaba a su pequeña Camille, con cada fibra de su ser, y añoraba el momento en convertirla en su reina para siempre.
Los días pasaron volando, pero ninguno de los dos lo sentía así, al contrario, con el correr de los meses, su amor solo creció y se fortaleció aún más. Era realmente posible enamorarse de verdad en cuestión de días? Ella no lo sabía, sin embargo, quería averiguarlo
Aquella tarde de primavera Camille esperaba por su amado conde, aún sin saber que era un rey, lo esperaba sentada junto al lago que había sido testigo de su primer beso de amor verdadero, cerca de la montaña, la tarde de ese día, era maravillosa, era como si cada vez que se veían el creador de los cielos les regalara una majestuosa obra de arte en el cielo y junto con ellos se regocijara de su amor con ellos.
Ese era su lugar favorito, con la montaña de fondo, que parecía tocar el cielo, grande e imponente como el rey, que desenbocaba a orillas del lago el cual podría el agua más pura y cristalina como el corazón de la joven plebeya, y el firmamento del atardecer tan grande como su amor.
Camille, sintió los cálidos brazos de su amado Bastian, aquellos brazos que le brindaban amor y protección y Bastian sabía que había llegado a su hogar, porque ella era su hogar, su calma y su paz.
-Mi amada Camille, espere ansiosamente el llegar a tus brazos, de dónde nunca quiero irme - susurraba estás dulces palabras en su oído.
-Bastian, yo añoro estar siempre a tu lado, el único lugar donde me siento amada y protegida, quiero estar toda la vida a tu lado.
-Hagamos de nuestro sueño, una realidad - dijo dándole un pequeño beso en su respingada nariz - vuélvete mi reina.
-Seria tu condesa - río brevemente - tu eres un conde.
-Camille, no solo soy un conde - trato de ser cauteloso, temiendo su reacción - ese es mi título más bajo, pero..., en realidad soy el rey Bastian, este pueblo es mi reino.
La sonrisa de Camille, desapareció, dando paso a la sorpresa y a la confusión, iun rey! su amado conde era en realidad un rey, el rey del pueblo y bosques donde ella vive. Se levantó rápidamente, no sabía que decir, o que hacer, las palabras no salían de sus labios por más que intentará.
-Por qué no mencionaste nada? - fue lo único que pronunció.
-Perdoname, no fue mi intención, solo, solo quería ser un hombre normal por una vez en la vida, solo a tu lado puedo ser yo y simplemente yo, Bastian, no el rey Bastian, sin el peso de la corona sobre mis hombros, tu has sido luz en mi oscuridad, calma en mi tormenta. Perdoname, amada mía, pero una cosa te puedo jurar mi amor, el hombre que ves, el hombre que conoces soy yo, y soy solo tuyo vida mía.
Bastian estiró su mano, esperando Camille la tomara, y así lo hizo, poco a poco se fue acercando a él, estando a pocos centímetros el la tomo dulcemente de las mejillas - la mejor versión de mi, es la que conoces y la que te pertenece - susurro antes de tomar sus labios delicadamente en un beso que prometia una vida juntos