El Rey y su Luna No Cazadora

capitulo 2

Erick

Estoy en mi despacho revisando unos documentos relacionados con la manada.
Me presento: mi nombre es Erick Hunt, tengo 225 años y soy el Rey Alfa. Mi manada, la más grande del mundo, está ubicada en Vancouver, Canadá.

Alguien toca la puerta. Entra mi mejor amigo y beta, Nicolás.

—Hermano, has estado aquí todo el día. Es fin de semana, necesitas descansar un poco.
—Estoy bien, Nick. No tengo mucho qué hacer... últimamente tampoco tengo ánimos. Solo tengo más sueños con una mujer. Tiene el cabello color chocolate... no logro verla bien, todo es borroso, pero cada vez que aparece me invade la paz. Justo cuando estoy por tocarla, me despierto. No he podido alcanzarla.
—¡Oh, por la Diosa Luna! Hermano... es tu mate.
—Eso creo. Pero no puedo verla claramente. No la tengo conmigo, y eso me duele. Me despierto cada vez con ese vacío.
—Estás soñando con ella. Debes de estar cerca de encontrarla. Ya verás, llegará cuando menos lo esperes.
—He esperado más de dos siglos. Antes no soñaba con ella. Pero ahora que lo hago… la necesito más que nunca.

Ranga: Mi Luna... ¿dónde estás?

Mi lobo, Ranga, ruge triste dentro de mí. Ambos la necesitamos. Hemos esperado tanto, que ya sentimos que la locura nos alcanza.

—La encontrarás, hermano —dice Nick, intentando reconfortarme—. Pero mientras tanto, debes mantenerte fuerte por tu manada.
—Sí... —respondo con un suspiro—. Ya sé que quieres salir. ¿Qué tienes en mente?
—Bueno... como sabrás, hoy regresa mi mujer.

Gruño. Su mujer es mi pequeña hermana. Su vínculo como mates fue difícil de aceptar al principio, pero sé que Nick no la lastimaría. Solo por eso lo acepté.

—Ya lo sé. Entonces, ¿qué quieres hacer?
—Mi hermana fue a visitar a nuestros padres. Quiero prepararle una cena de bienvenida.
—Adelante, hermano.

Ranga: Quiero salir a correr. Hace rato no me dejas salir.

—No seas exagerado, Ranga. Salimos ayer.
Ranga: Quiero salir otra vez.
—Está bien, está bien.

Salgo. Mi lobo está inquieto. No sé qué le pasa, nunca se ha comportado así. Comenzamos a correr. El viento en la cara es liberador.

Llego al límite del territorio, cerca de la frontera con un pueblo humano. Hay algunas casas dispersas. A lo lejos veo una casita. Es pequeña, pero acogedora. Me dispongo a darme la vuelta... pero entonces, la veo.

Una mujer sale de la casa. Es hermosa. Su cabello chocolate y dorado cae hasta la cadera, el viento lo mueve con suavidad. Entonces me llega un olor...
Chocolate, lluvia, canela y un toque de café. El aroma más exquisito que jamás he percibido. El corazón se me acelera. Sé quién es.

Ranga: ¡Mía! ¡Mi Luna! ¡La encontramos!
—Mía... nuestra Luna, al fin. Es hermosa.
Ranga: Sí. Acércate. Quiero verla de cerca.
—Se asustará...
Ranga: Cambiemos de tamaño. Acércate lento. Solo quiero verla más de cerca.
—Es humana. Incluso si cambiamos de forma, se asustará.
Ranga: No pensarás rechazarla. La hemos esperado tanto... no me importa que sea humana.
—Jamás la rechazaría. Pero debemos acercarnos con cuidado. No quiero que nos tema. No podría soportarlo.

Me acerco lentamente, sin que me vea. Ella se adentra en el bosque... eso me emociona. Le gusta la naturaleza, como a mí. Me acerco un poco más, su aroma se intensifica. Me embriaga.

Sin darme cuenta, piso una rama. Ella se detiene y gira hacia mí. Me oculto un poco. No quiero asustarla. Pero entonces...

—Espera... no te vayas. Acércate —dice, con una voz suave.

Ranga: Mi Luna quiere que nos acerquemos. Hazlo.

Me acerco lentamente, con la cabeza gacha. No quiero que piense que le haré daño.

—Eres hermoso... nunca había visto un lobo tan de cerca —dice.

Mi corazón se acelera. Levanto la cabeza y la miro. Es aún más bella de lo que imaginé. Sus ojos... son distintos. Uno es verde, profundo como el bosque. El otro, miel, brillante incluso en la sombra.

Mi Luna comienza a acariciarme. Una corriente recorre todo mi cuerpo. Sé que ella también lo sintió. Ranga y yo ronroneamos, rendidos. Por fin me siento completo.

La amo. La protegeré. Tendremos muchos cachorros también, me digo a mí mismo.

Estoy tan absorto en sus caricias, que me sobresalta la voz de Nick por el enlace mental.

—¿Qué quieres, Nick? —gruño, molesto por la interrupción.
—Vaya, hermano... qué genio. Solo quería decirte que mi mujer ya llegó.
—Ya voy para allá.
—¿Estás bien? Te oyes raro. ¿Te pasó algo?
—Estoy bien. Luego te cuento.

Me levanto. Ella me había pedido que me acostara sobre su regazo mientras me acariciaba. Fue perfecto. Le lamo la cara y se ríe. Es adorable.

—¿Ya te vas? —pregunta, algo desanimada. Esa tristeza en su voz me da esperanza. Muevo la cabeza afirmando. Ella entiende. No se asusta.

—Oh... qué pena. Me encantó conocerte. ¿Puedes volver? —me dice, sonriendo.

Mi corazón da un vuelco. Mi Luna quiere volver a verme, vuelvo a asentir.

—Bueno... nos vemos, lobito.

Erick: Nos veremos, Mi Luna... y esta vez, no dejaré que te vayas jamás.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.