El Rey y su Luna No Cazadora

capitulo 22

Desperté con su respiración marcando un compás lento sobre mi nuca, como un canto suave que me devolvía al mundo.

Mi cuerpo dolía en los lugares correctos.
Cada centímetro de piel parecía aún vibrar con la intensidad de la noche anterior.
Sus brazos estaban enredados en mi cintura, firmes, protectores, como si temiera que me desvaneciera entre sus dedos.

Y, tal vez, yo también lo temía.

No por inseguridad.
Sino porque esto… nosotros, era tan perfecto que el mundo afuera parecía no merecerlo.

Giré con cuidado, sin romper su abrazo, hasta quedar frente a él.

Erick dormía, con el ceño apenas fruncido. Incluso en descanso parecía estar alerta, como si su lobo no pudiera permitirle desconectarse del todo.
Pero cuando le acaricié la mandíbula con la yema de mis dedos, su gesto se suavizó.

—Mi alfa… —susurré.

Y sí, lo era.
Pero también era mi paz.

La noche anterior no solo nos habíamos amado, nos habíamos reconocido.
Cuerpo y alma.
Marca y sangre.
Furia y ternura.

Mi corazón aún latía desbocado cuando recordaba su boca en mi cuello, su voz susurrando mi nombre entre caricias, sus ojos —llenos de deseo— mirándome como si yo fuera la única criatura digna de adoración en este universo salvaje.

Él no solo me tomó.
Me elevó.

Lo observé dormir un poco más, mientras la luz del amanecer comenzaba a bañar la habitación.
El calor de su piel me mantenía anclada, pero mi mente… comenzaba a dispersarse.

La marca ardía levemente. No de dolor, sino como una advertencia.
Una alerta suave, antigua.

Y entonces lo sentí.

Presión.

Como si algo se moviera allá afuera, una energía oscura arrastrándose entre las sombras del bosque, esperando.
Una calma antes de la tormenta.

Mi abuelo.

Lo presentía.
No estaba lejos.
Y no vendría solo.

Me senté en la cama, rodeándome con las sábanas mientras mi corazón empezaba a latir diferente.
No de emoción.
Sino de advertencia.

Erick se movió detrás de mí, su voz aún ronca por el sueño:

—¿Estás bien, mi luna?

—Lo estoy —mentí suavemente—, solo… lo siento.

Él no necesitó más.

Se levantó sin una palabra, se vistió rápido, y luego regresó para sentarse frente a mí.
Sus manos tomaron las mías con fuerza.

—Está cerca, ¿verdad?

—Sí —asentí—. Lo siento en la marca. En mi pecho. En el aire.

—¿Tu abuelo?

—Y algo más. No sé qué. Pero se mueve con él. No es solo odio. Es… oscuridad.

Erick asintió. Su mandíbula se tensó, sus ojos comenzaron a cambiar, una chispa plateada latiendo en lo profundo.
Ranga también lo había sentido.

Me incliné hacia él, tomé su rostro entre mis manos.

—No dejaré que nos separe.
No después de todo.
Pelearemos, sí.
Pero juntos.

—Hasta el último aliento —me prometió.

Pasamos esa mañana planeando.
La manada estaba alerta.
Las patrullas se duplicaron.
Los límites se reforzaron con trampas arcanas, hechizos y sensores.

Y aún así… no era suficiente.
Porque no sabíamos cuándo.
Solo que vendría.

Erick quiso quedarse conmigo todo el día, pero tenía responsabilidades. Así que lo acompañé, aunque la tensión entre nosotros era palpable.
Mi cuerpo aún ardía por él, pero el deber comenzaba a gritar más fuerte.

Mi padre también lo presentía.
Me abrazó fuerte antes del almuerzo, como si no supiera si habría otro.

Y yo… no podía sacudirme la sensación de que algo iba a quebrarse pronto.

Esa noche, cuando nos quedamos solos otra vez, me dejé envolver en sus brazos, buscando refugio.

—Cuando llegue —le dije en voz baja, con la frente apoyada en su pecho—, no me contengas.

—Nunca lo haría.

—Si tengo que enfrentar a mi sangre… lo haré. No por odio. Sino por nosotros.

—Yo estaré a tu lado. No como tu escudo… sino como tu espada.

Le sonreí, una sonrisa cansada, pero firme.

—Eres mi hogar, Erick.

—Y tú eres mi guerra… y mi victoria.

Nos besamos sin prisa. Sin pasión desbordada, esta vez.
Solo ternura.
Solo certeza.
Porque sabíamos que lo que venía no se compararía a nada que hubiéramos enfrentado antes.

Y aún así, estábamos listos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.