El Rey y su Luna No Cazadora

capitulo 28

Han pasado dos meses más.

Sesenta días de tranquilidad.
De risas en la aldea.
De abrazos nocturnos con Erick bajo nuestras mantas y las estrellas.
De caminatas con papá, que ya casi no necesita el bastón.

Mis días transcurren entre el entrenamiento con los más jóvenes, las clases de estrategia con Nicolás y las noches en brazos de mi alfa.
Me siento en paz.
Casi… completa.

Hasta que una noche, algo cambia.
Lo siento primero como un escalofrío que sube desde la base de mi columna, una sacudida suave pero firme en mi interior.

Me despierto agitada.
El cielo está cubierto. No hay luna.
Y entonces…
Ella viene a mí.

Estoy en el bosque.
Sola.
Pero no tengo miedo.

La brisa se vuelve plateada.
Las hojas brillan bajo una luz que no proviene del sol ni de las estrellas.
Y cuando la veo… sé quién es.

La Diosa Luna.
Alta, de cabellos como niebla brillante, ojos de galaxias, piel como alabastro iluminado.
Y una tristeza insondable en su rostro.

—Hija de dos mundos —susurra—. Mitad luz, mitad sombra. La sangre que arde en ti es la única que puede cambiar el curso del destino.

—¿Qué está pasando? —le pregunto, mi voz apenas un murmullo—. ¿Por qué siento que algo se rompe?

Ella no responde de inmediato. En cambio, levanta una mano.
Y me lo muestra.

El fuego.
El grito de mi padre cayendo, herido por una criatura que no puedo identificar.
Alix envuelta en llamas, sus ojos buscando a Nicolás que yacía a su lado, sin vida.
Y luego Erick.
Erick…

Mi corazón se detiene.

Lo veo luchando como el Rey Alfa que es, su lobo rugiendo, su poder devastando a su alrededor…
Pero es superado.
Una figura monstruosa, una mezcla de humano, lobo y algo más, le atraviesa el pecho.

Caigo de rodillas.
Quiero gritar, correr hacia él, despertarlo, pero no puedo moverme.
Todo arde.
Todo cae.

La manada…
muere.

—¡NO! —grito finalmente, mi voz rompiendo el silencio sagrado—. ¡Esto no puede pasar!

La diosa me mira, con ojos que contienen siglos de dolor.

—Ariel… esa es la consecuencia del desequilibrio.
Tu abuelo ha profanado el alma del linaje. Se ha unido con la sangre de tu madre… y ha despertado una abominación que jamás debió existir.
Ya no es solo un cazador.
Ahora es sombra. Es magia pervertida.
Es una ruptura en el ciclo.

—¿Y no se puede detener? ¿No puedo… evitarlo?

—El destino puede torcerse, pero a un precio.
Uno muy alto.

—¿Cuál?

Ella no responde. Solo se aleja.
Y mientras lo hace, su luz empieza a apagarse.

Antes de desvanecerse por completo, se gira una última vez.

—Tendrás que elegir, hija de luna…
¿A quién salvarás?

Despierto empapada en sudor, con el corazón tamborileando como si quisiera salirse de mi pecho.
Me llevo la mano a la boca para no gritar.

Erick duerme a mi lado, tranquilo, hermoso, con su brazo aún rodeando mi cintura.
No sabe nada.
Nadie lo sabe.

Y sin embargo…
todo ha cambiado.

La guerra no terminó.
Ni siquiera ha comenzado.

Mi abuelo viene.
Y esta vez, no solo por mí.

Viene por todos.




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