DIONICIA
Antes de darle fin, releo su nombre de usuario y una amarga risa sale de mi boca. Oprimo la función de “bloquear usuario”, sintiéndome liberada. Estúpido sujeto.
Dinosaurio. El apodo ronda mi cabeza. Sin embargo, trato de no darle importancia y cierro todas las ventanas de búsqueda, incluso en la que investigué a Conrado. Con ese sujeto abrí varias ventanas más porque incluso me metí a las páginas de Facebook de las empresas y había muchísima más información sobre sus negocios que lo único que me grabé fue lo que le mandé, pero, Dios, ese hombre debe ser un loco por el trabajo, porque en todo está. Aunque también tiene el tiempo suficiente para comportarse como un idiota. Mal ahí.
Dinosaurio. Otra vez se repite.
Me levanto del escritorio y me recuesto en la cama pensando en olvidar el tema mientras duermo.
Dinosaurio. No puedo. Las voces en mi cabeza impiden que pueda conciliar el sueño.
Dinosaurio. Maldita sea. Malditos recuerdos.
Dinosaurio.
***
Extraño levantarme en las mañanas con el olor del café que hace Patricio. No obstante, cuando despierto por completo y no lo huelo de nuevo, me siento tranquila y hasta sonrío, aliviada.
No, no lo extraño ni un poco, qué idioteces digo.
Ni siquiera me gustaba su asqueroso café sin dulzor, pienso y la tranquilidad hace que mi sonrisa se extienda más. Ya no estoy enojada ni triste por los mensajes del ardido de Conrado, de hecho, creo que no darle la importancia necesaria hará que lo supere pronto. Yo supero pronto. Al menos, ahora sí.
Me preparo un jugo de naranja, tuesto dos panes y les agrego mantequilla. Me hago dos huevos fritos con tocino y me dispongo a comerlos mientras leo una revista que compré ayer. Recorto algunos artículos para pegarlos en mi mural de planes para el blog y también a los apuestos hombres famosos con sus hermosas esposas para mi siguiente entrada y así hasta que de pronto se me ocurre la ingeniosa idea de imprimir una fotografía de Conrado y la pego al lado contrario de la de un sujeto llamado Timoteo García que saqué ayer, según la revista, el sujeto se ganó la lotería y abandonó a su familia.
Escribo con un plumón un “Personas en las que no se deben confiar; guapos adinerados” para añadirlo al blog también. Sería interesante tocar el tema aunque sea un poco inusual.
Me paso la tarde y el día siguiente relajada, preparándome para volver a mi trabajo después de unas maravillosas vacaciones en la playa y unos días con mi familia. Esta vez, me siento con una gran energía para regresar a la empresa y andar taconeando de arriba a abajo para cumplir con mis tareas. Por primera vez en mi vida estoy ansiosa por volver.
Soy secretaria del presidente de la editorial Vildan Laur, el señor Mariano Moreno. Es la editorial que publica la revista de chismes, consejos de belleza, amistad y amor más famosa de la cuidad, bueno, segundo lugar entre las mejores. Me siento realmente afortunada aunque sea demasiado pesado cargar con la alta responsabilidad que conlleva siempre tenerle todo a la mano al señor Moreno. Llevo tres geniales años, y debo admitir que, a pesar de haber entrado con otro propósito, me siento cómoda donde estoy.
***
Por la mañana, mi sonrisa me acompaña para ir a mi trabajo. Camino hasta conseguir un taxi. La sonrisa no se va; presiento y me prometo que nada me borrará esta felicidad.
Claro que me equivoco totalmente nada más entrar al edificio y mirar a todos alterados. Incluso veo rostros que ni siquiera conozco de un lado al otro, pasando papeles de archivero a archivero y de un escritorio a otro. ¿O será que me equivoqué de edificio?
Mariana es la única conocida a mi alcance, trae consigo esa tranquilidad que la caracteriza, sin embargo, la noto algo confundida.
—Bienvenida de vuelta, Silvi —me saluda pero no parece concentrada en mí sino en los nuevos reclutas—. Te tengo buenas y malas noticias. ¿Cuáles crees prudentes que te diga ahora?
—¿Cuáles crees que me harán sentir miserable en dos segundos?
—Elijo las buenas, entonces. —Ahora noto que en realidad no está calmada, sino analítica, la preocupación en su rostro no pasa desapercibida cuando me mira por fin a la cara—. La revista Red Lost cambió su esencia y ahora son una revista naturista, lo que quiere decir que somos la número uno en chismes, más dinero, bebé.
Me sonríe por un segundo... Solo un mísero segundo.
—Otra buena, es que solo quedamos tú, Elias y yo, los demás se han ido, ¿no es genial? —Sé que lo dice porque casi todos eran muy groseros, aun así, la “buena noticia” no resulta ser tan buena después de todo—. Bien, ahora a la mala... Moreno se fue, vendió la editorial y se largó de la cuidad, te dejó una carta el viejón ridículo, ¿puedes creer que solo la vendió sin decir nada? Nos metió su miembro viril sin lubrican...
—¡Shhh! —Los nuevos trabajadores la miran al instante. Dios, la extrañaba, pero había olvidado lo indiscreta que es—. Dios, Mar, solo dime qué pasó aquí, ¿cuándo ocurrió todo esto?
—Hace exactamente quince minutos, ¿no te digo que nos la met... Lo hizo sin más? ¡Ese anciano cabrón! ¿Sabes qué? Solo lee la puta nota, a ver si no dice algo que haga que quieras huir como los demás. Yo me quedo porque no tengo opción... Bueno, por un rubio que acaba de entrar, se llama Tadeo, el nuevo jefe llamó a todo un escuadrón de manera automática, fue épico.
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Editado: 08.01.2025