El rincón de Disi (en físico)

CAPÍTULO 2

CONRADO

—¿Elissa Grey? —Confundido, intento hallar en su rostro el indicio que me haga ver que me está mintiendo, porque yo sé que está mintiendo. Su nombre no es ese. Y como prueba también tengo a la mano su hoja de vida con su fotografía.

Y encuentro la señal; le tiemblan los labios y los muerde para tratar de evitarlo, también traga mucho saliva. Pero no me queda más remedio que seguir el juego, debo hacerlo por mi bien.

—Sí. —Deja de morderse los labios e intenta una sonrisa—. Me llamo Elissa Grey, como Christian Grey, el tipo del cuarto rojo del sexo. ¿Lo conoce? Es fanático de dar azotes y amarrar a sus mujeres en…

Se detiene por que se le va el aire pero se ríe para disimular.

—Bueno, no lo conozco, pero sí oí de él. Tiene gustos inusuales. —No puedo evitarlo, me río, pero cuando ella se muestra avergonzada, aclaro mi garganta.

—Dios, ignore eso, por favor, señor Andere, solo estoy nerviosa, me tomó por sorpresa todo esto de la venta, el ascenso y... Todo. Recién regreso de vacaciones y no es nada de lo que esperaba, incluso creí que me había equivocado de edificio.

En parte miente, lo sé bien, no está nerviosa solo por el asunto de la venta, sino porque sabe bien quién soy yo.

Intentando calmarse, respira con más normalidad y yo, para que no salga huyendo, me apresuro a ir al tema.

Habré sido un pendejo por comprar una empresa en ruinas por impulso, pero no para no poder concentrarme en algo más allá de las razones por las que lo hice, por lo que la invito a sentarse frente a mi escritorio.

—Como le dije hace un momento —comienzo, poniéndome serio. Eso la hace calmarse por completo para mostrarme que es una profesional; la veo sacar una agenda color rosa justo después de acomodarse su coleta alta hacia atrás—, Moreno me vendió la empresa, pero no me mencionó que tenía algunas deudas y que está sobreviviendo al día de puro milagro.

—Eso ni yo lo sabía —comenta, desconcertada—. Yo entregaba lo que me pedía, los de contabilidad según hacían buen trabajo. Yo solo era, cómo decirlo, la “lleva y trae” aquí, era raro que me pusiera algo más allá de eso o de transcribir documentos y llevarle café. Quizás no tomé en cuenta antes, pero una vez hice las fotos de la portada de la revista cuando un fotógrafo no se presentó, lo hice con mi celular y Photoshop...

Luego parece caer en cuenta.

—¡Mendigo anciano desgraciado!

Me sorprende con un golpe en el escritorio.

Busca entre su bolso cosas que me va poniendo en el escritorio cada que las va encontrando. Son números de las revistas y algunos documentos.

Yo no sé qué está pasando, pero me pongo a analizarla. Dios mío, es más bella en persona, ¿en serio esta mujer es Disi?

—¿De verdad compraste esa editorial solo por esa mujer? —Recuerdo a Constanza, regañándome hace un par de horas—. Dios mío, Conrado, ¿de verdad eres el mayor? ¡Eres el más infantil y berrinchudo de los tres, maldición! ¿Cómo vas a hacerlo solo porque ella te rechazó una cita en Tinder?

Luego le dije la verdad sobre todo. El porqué estoy haciendo todo esto.

—Te ayudaré —dijo, mirándome con lástima—, me encargaré, no sé, de algo, conseguiré gente capaz que ayuden a levantarlo, pero no prometo nada, esa empresa está en los rankings de manera milagrosa, pero es un asco administrativamente. Demetrio también podría ser de ayuda.

»Pero una cosa, Conrado. —Me señaló con el dedo—: Si no logras que esa mujer te consiga una esposa antes de lo de mamá, olvídate de mi ayuda y de mi apoyo para tus decisiones, que desde que murió papá, parecen las de un adolescente inmaduro.

—Moreno había estado sustituyendo cada recurso, tengo estas revistas que lo demuestran, yo hice algunas portadas. —La secretaria me saca de mi ensoñación—. La vez pasada, Elías entrevistó a un Youtuber para un artículo, y Elías se encarga de la estética de la revista en línea, no de las entrevistas. Ese hombre tapaba un agujero cavando otro, que hijo de put... De su mamá.

Parece demasiado enojada, pero se controla, alargando un suspiro.

—Dígame en qué puedo ayudar para salvar su inversión, señor Andere.

Su profesionalismo me gusta más de lo que podría admitir, por eso aún dudo un poco que sea Disi, no obstante su actitud a continuación me lo confirma. Le extiendo la mano y ella tiembla más al tomarla.

—Muchas gracias, señorita D... Elissa. —Malditos sean los nombres falsos.

En los siguientes minutos, unos quince a mi parecer, me muestra algunas gráficas, me habla de las sugerencias que nunca quiso mostrarle a Moreno, que aunque no sé del mundo editorial, me parecen buenas. Es tan profesional en su trabajo que el nerviosismo por inventarse un nombre al verme ha desaparecido. Sin embargo, regresa cuando Constanza hace aparición una hora después.

—Dios, este lugar es el desastre más horrible que he visto, ni siquiera hay café en el comedor. —Mi hermana pasa como si nada y se sienta encima de mi escritorio con un montón de papeles que venía revisando. Mira a Dionicia con una sonrisa—. Hola, soy Constanza Andere, mucho gusto, tú debes ser Dionicia, supongo. Moreno habló muy bien de ti y de tus manuscritos, ya les daré una checadita estos días y...




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