Un cuerpo cayó sobre la mesa sin hacer apenas ruido, tiñendo la madera en sangre. Todo había estado bien preparado salvo por una cosa que no esperaba que ocurriera.
Una pequeña mariposa azul revoloteó durante unos segundos, posándose sobre la cruel escena y manchando sus alas de rojo, para después, volver a alzar el vuelo.
No llegó muy lejos cuando la mano culpable la atrapó, reduciéndola a cenizas.
Librándose así de su único testigo.