Aquel paraje me hizo detenerme en seco, haciendo detener también a los turistas que me acompañaban. Y es que, desde que empecé a trabajar en mi sueño, como guía de montaña, muchos de los paisajes que ofrecían las rutas me dejaban impresionado. Y sin duda, la ruta del lago Winmer es una de ellas.
Aunque estoy acostumbrado a su paisaje veraniego desde sus altas cumbres, verlo por primera vez con un manto invernal me hace verlo desde otra perspectiva. Todo está cubierto de nieve y, lo más sorprendente, es ver su más alta montaña congelada con varios trozos de hielo, formando la escultura de un hombre mirando el lago, ahora brillante y helado.
A mi lado, veo como mis acompañantes también se han quedado anonadados ante la escena. Sin poder evitarlo, sonrío, volviendo a observar el paisaje.
Nunca me va a dejar de sorprender este trabajo.
Ni la naturaleza tampoco.