Corro por el largo pasillo, ya solo nos queda un último paciente al que ponerle el microchip para acabar el día. Siempre intento que todo esté a la perfección, pero incluso en el siglo cincuenta, sigue siendo complicado.
Incluso hoy con el tiempo justo, se nos han tenido que olvidar los documentos, y mira que se lo recordé durante toda la mañana. Aunque no les quito el mérito de que hacemos un gran equipo, a veces es como hablarle a una puerta.