Tal vez era el único que lo consideraba así, único. Nunca dio explicación al nuevo arte que había inventado, y no lo iba a cambiar, porque esa era la razón que lo hacía diferente y por la cual cada día volvían más clientes. Se concentró en la piel dibujando el nuevo ser que quería crear, pintando minuciosamente cada hueco.
El fénix comienza a batir sus alas en cuanto la última gota de tinta cae sobre la piel.
―Admito que su arte sorprende más en persona. ¿Cómo lo hace?
―Secreto de tatuador.