Veintisiete de junio…
¿Por qué puñetas tiene que venir Erik con nosotros? Pues no lo sé, pero no me hace ninguna gracia. La primera y última vez que lo vi, fue bastante desagradable conmigo, bueno, conmigo y con mi amiga. Eso no me gustó un pelo, pero lo que me gustó menos aún era el apodo que me había puesto?, ¿mocosa?
A pesar del comportamiento del casi desconocido, el día de la carrera me lo pasé bien. En el viaje de ida y vuelta tuve la oportunidad de conocer mejor a Yago, era gracioso y muy buena persona, sobre todo con Mar (algo que sumó puntos). La familia de Erik, también fue muy agradables tanto conmigo como con Mar, de hecho, estuve jugando durante horas con su hermano pequeño, hasta que llegó él y me lo quitó de encima. Eso también me desagradó.
Respiré hondo saliendo de la ducha, me daba igual quién se presentase hoy en el pub, lo único que sabía era que iba a disfrutar como una loca.
Me vestí con unos tejanos negros, un top turquesa que se ataba en la espalda, y mis Converse de confianza. Antes de salir por la puerta, donde, por cierto, ya me estaban esperando mis tres amigas, me aseguré de que mi hermano no saliese esa noche. Le saco dos años y me llevo de diez con él, pero no me agrada encontrármelo cuando estoy de fiesta. Me despido de mis padres con un beso en la mejilla a cada uno y salgo.
- Ya era hora, nena.- saluda Eva.
- Estás cañón.- piropea Raquel.
- Todas lo estamos, joder.- Mar me pasa un brazo por los hombros y empezamos a caminar. Se le ve feliz, y me imagino que es por quien está en la puerta del bar esperándola.
Saludo a Yago con un choque de manos y me aparto para que él y Erik, el muy maleducado no me ha ni mirado, conozcan a Eva y Raquel. Una vez se han acabado las presentaciones me adelanto y entro al pub. Busco un sitio cómodo para sentarnos todos y me acerco.
En los sillones de enfrente se sientan mi amiga, su novio y el desagradable amigo de él. Yo me quedo entre Eva y Raquel.
- Malibú piña, por favor.- le pido al camarero cuando se acerca.
Todos piden lo que quieren y al minuto vuelve con las copas que hemos pedido.
- Me propongo enrollarme con mínimo cinco tíos esta noche.- rompe Eva el silencio, sin vergüenza.
Dejo de reírme cuando mira a Erik y este le guiña un ojo.
- Ey, que os acabáis de conocer.- habla Raquel a mi lado, dándose cuenta de lo mismo que yo.
- No te pongas así, si quieres, luego vas tú.- el muy imbécil contesta con descaro.
Miro a Mar, para comprobar que está pensando lo mismo que yo, pero ella ya tiene su boca sobre la de Yago.
Los siguientes diez minutos se me hacen eternos, la parejita no para de meterse mano, y las otras dos restantes de ligar con Erik.
Harta de intentar mantener una conversación normal con alguno de ellos, me levanto y me voy a bailar.
No tengo ni la menor idea de cuanto llevo moviendo las caderas al ritmo de la música sin parar, seguramente lleve un buen rato aquí porque me empiezan a doler los pies. Miro a todos lados buscando a mis amigas, pero es en vano. Lo único que veo es a Erik apoyado en la barra con una pelirroja entre sus piernas y… Espera, ¿se están besando? ¡Pero si hace un momento estaba tirando fichas a mis dos amigas a la vez! Aparto la mirada, flipando. Unas manos me cogen de la cintura y no me hace falta girarme para saber que es Eva la que tengo detrás. De un momento para el otro, Raquel se pone delante de mí y bailamos las tres sin parar hasta que me separo de ellas para ir a beber algo.
Le doy un sorbo a la botella de agua, y me atraganto al escucharlo.
- No vuelvas a mirarme cuando me esté liando con alguien.- Erik que se me acerca a mi espalda- Mocosa.- susurra en mi oído.
Me giro y no tengo la oportunidad de apartarlo, ya lo ha hecho él.
- Eres un maldito descarado.
- Si lo dices por tus amigas, a Eva se le han quitado las ganas de enrollarse conmigo, de momento. Por eso me he buscado a otra.- se justifica- Quita esa cara de asco.
- Te aseguro que no me interesa lo más mínimo a quien le metes la lengua, pero si tanto te molesta que te miren, no lo hagas en un sitio público.- hinco mi dedo en su pecho- Y no me llames de esa manera, no me gusta.
- Mocosa.- me reta.
- Vuelve a dirigirte a mí así y…
- Hola.- la presencia de mi rubia y su… No sé qué son, me cortan en seco. Doy gracias a su interrupción, si no hubiesen aparecido, no tengo ni la menor idea de lo que le hubiese dicho a Erik. Tengo carácter, pero estoy tan poco acostumbrada a que acaben con mi paciencia, que en algunas ocasiones no sé qué decir.
- ¿De qué habláis?- pregunta Yago.
Levantó la cabeza y me percato de lo cerca que estoy del pelinegro, tiene los ojos oscuros, la nariz respingona, y los labios muy finos. Desde tan cerca, aparte de impregnarme de su colonia masculina, puedo ver una cicatriz en su ojo derecho.
Los dedos de este en mi frente, echándome para atrás, interrumpen mi investigación.