El romance perfecto

XXI

Veintiuno de septiembre…

 

Aparco el coche frente al hospital y subo el camino que conozco tan bien. La última vez que ví a Ariadna, al dejarla frente su casa, me preguntó cuando iríamos a la colina. Quedamos en que hoy, dos días después, nos veríamos aquí.

He llegado veinte minutos antes de lo esperado. Me siento en el banco, cojo una bocanada de aire, pero no llega a mis pulmones. Una sensación extraña me carcome por dentro. 

Se escuchan unos pasos entre las ramas, y me giro. Ariadna aparece entre los arbustos. Sonríe al verme.

- Pensaba que aún no estarías.- se sienta a mi lado.

- He llegado pronto. ¿Qué tal?

- No me lo creo.- finge sorpresa- ¿Tú preguntándome como estoy? Te vas a morir y no me lo has dicho, ¿verdad?- me pregunta y soplo como respuesta- ¿Has hablado con Yago?

- No, hoy no lo he visto. ¿Por qué?

- Mar me ha dicho si me apetecía ir con ellos el fin de semana que viene a un camping que conocen. Dijo que Yago te preguntaría a ti.

- ¿Tú vas a ir?- le pregunto.

- Si tú vas, yo voy.

Alzo las cejas, apartando la mirada del paisaje. Ella también parece haberse percatado, tarde, de sus palabras.

- El caso es no estar sola con los tortolitos.- rectifica.

- Voy a ir.- suelta mi boca antes de que mi cabeza piense si tengo planes o no.

- Bien.- exclama ella- Tenía ganas de ir.

Me quedo mirando su perfil durante un rato hasta que se gira. 

- Tengo algo para ti.- dice. 

- ¿Qué cosa?- coloco mi brazo en el respaldo detrás de ella y echo la cabeza hacia atrás.

- Mira.- gira todo su cuerpo, encarando el mío y cruza sus piernas en forma de indio- Toma.- saca de su mochila una bolsa.

La abro con sumo cuidado. No sé qué decir cuando saco de ella un disco de vinilo de mi banda favorita. Nirvana. Sonrío pasando los dedos por encima y levanto la mirada. Ariadna se muerde el labio inferior y repiquetea los dedos en sus pantorrillas. 

- No tenías por qué.- bajo la voz.

- Lo ví y me acordé de ti. No es para tanto.

Quiero decirle que sí que es para tanto, que cada vez se me hace más difícil recordarle el pacto que teníamos. A diferencia de eso, lo único que hago es apartar la bolsa con el disco dentro, sonreírle y acercarme para darle un beso en la frente. Me alejo mirándola, y de nuevo, veo en ella cosas que ella no debe ver en mí.

- ¿Dónde lo has conseguido?

- Lo compré en una tienda de Barcelona. Fui a allí a comprarme un par de libros y lo ví en un escaparate.

- ¿Qué libros?- con todas mis fuerzas intento no sonreír.

- Cinco semanas en globo y Viaje al centro de la tierra.

- ¿No los tenías ya? Son de Julio Verne y dijiste que los leíste todos.- sus ojos brillan.

- Me los he comprado en Inglés. Quiero conseguirlos todos en Inglés.

- Guau.- murmuro, sorprendido- Te gustan mucho esos libros.

- Sí.- vuelve a mirar al frente juntando sus rodillas contra su pecho- Hay gente que dice que eso no es posible, pero a mí estos libros me sacaron de mi peor momento.- de no tenerla a menos de un palmo, no escucharía lo que dice- ¿Te acuerdas de que te dije lo de la escoliosis?- asiento- Con doce años me dijeron que me tenían que operar. Me sacaron del colegio y me internaron en el hospital. Estuve ocho meses ahí metida. Me acuerdo de que un día le dije a mi padre lo sola que me sentía a pesar de tener a médicos a mi alrededor constantemente. Él me pidió que fuese fuerte y que todo saldría bien. Yo lo único que pensaba era en todo lo que me perdía, en sí mis amigos seguirían siendo mis amigos al salir del hospital… Una doctora debió escuchar la conversación con mi padre y mis lloros por la noche, al día siguiente me trajo dos libros. Ambos eran de Julio Verne. Dijo que eso me ayudaría a sentirme mejor. Y así fue, me devoré ocho libros seguidos, uno por mes. 

- Pero tenías muchos más.

- Cuando me dieron el alta en el hospital, dejé de leer sus libros.- sigue- No lo hice hasta que volví a estar tan mal como cuando tenía doce años. Te conté que dejé el instituto y como me sentí cuando lo hice.- vuelvo a asentir prestando toda mi atención a lo que dice- Parece algo sin importancia, pero para mí volvió a ser una etapa dura. Me compré y devoré otros siete.- se encoge de hombros dándome una sonrisa de labios cerrados.

- Ahora has vuelto a comprar más…- asumo- Pero estás bien.- la hago una inspección rápida.




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