Las tardes lluviosas son mis favoritas, frías y nubladas, tan llenas de añoranzas por mi pueblo natal San Isidro, un lugar mágico, antiguo que todavía conserva su arquitectura colonial y que es un lugar turístico por las leyendas que se cuentan ahí, principalmente la leyenda urbana “el romeo de sangre”, una de esas historias que te erizan la piel y que te hacen temerle a la oscuridad, al amor y a aquella casona de aspecto elegante y burlesco que yace justo en medio de San Isidro, cuenta la leyenda que hace quinientos años una mujer soltera de cuarenta años estaba harta de estar sola, deseaba con todas sus fuerzas un esposo, pero era tan fea que nadie la pretendía, pues tenia un aspecto alto y delgado con un lunar pronunciado en la punta de su larga nariz, así que dolida por tantas burlas y rechazos decidió hacer algo oscuro y terrible, hizo un pacto con una entidad malvada ofreciendo su alma a cambió de un esposo y se sumergió en lo profundo de su habitación, he hizo el ritual cortándose las venas y escribiendo su tan anhelado deseo, todo en una noche de tormenta y con el rugir de los truenos ante ella aprecio un hombre, el más hermoso varón que jamás había visto, desnudo y con una mirada ardiente la besó y la devoró a mordidas, salvajes y sangrientas dejando solamente las ropas que la desdichada llevaba puestas, sin darse cuenta había liberado algo aterrador en el pueblo.
Nadie buscó su cuerpo, pues a nadie le importaba y ninguno de los habitantes se alarmó a pesar de que el pueblo siempre había sido tranquilo, no fue hasta que las demás mujeres en edad casadera, vírgenes y bellas comenzaron a visitar la mansión de noche, justo a las tres de la mañana, la hora en la que la mujer había hecho la invocación, nadie sabia como es que eran seducidas hasta que el padre de una de las victimas siguió a su amada hija hasta la casona y fue ahí, cuando en las ventanas empañadas vio unos ojos rojos brillantes que se posaban sobre él y su hija desaprecio ante sus ojos y desde la ventana pudo ver como su hija era desnudada por aquel hombre hermoso, fue en ese momento donde la iglesia local declaró ese lugar como embrujado y desesperados por tantas mujeres fallecidas llamaron a un exorcista para que bendijera la caza y liberara las almas de las mujeres que habían caído en los encantos del demonio, pues este había agarrado el suficiente poder como para aparecerse en las casas de sus victimas y entonces llegó un cura con la capacidad de expulsar espíritus malignos y después de una ardua lucha contra el mal, por fin logró sellarlo, aunque solo por quinientos años, desde entonces esperaban con temor el día en el que el cello se rompiera y un nuevo sacerdote tuviera que lidiar con aquel asesino de mujeres llamado súcubo.
Cada que pienso en esta historia me lleno de miedo, pero me reconforto al pensar que no se trata de otra cosa mas que de una leyenda absurda y cada que hay días lluviosos como hoy, deseo profundamente regresar a mi pueblo natal para comer pan de nata con chocolate caliente, de ese que hace mi abuela en estas fechas tan frías del año, por suerte, mi familia y yo nos dirigimos al pueblo que tanto amamos pues las vacaciones nos han traído hasta aquí, Ancio reencontrarme con Vanesa mi amiga de la infancia y con Martín, el chico que alguna vez fue mi primer amor.
—¿Qué estas leyendo Angela? —le pregunta su madre quien teje una servilleta en su regazo.
—Un libro de fantasía, se llama el amante del pantano de Nil, es bastante emocionante y entretenido. —le dice Angela mientras mira a su madre tejer.
—¿Crees que encuentres a tu Alejandro algún día? —le pregunta burlona y con una sonrisa pícara.
—No lo sé, ser la novia de un vampiro no suena muy seguro que digamos jaja, pero ojala algún día me enamore de alguien así de misterioso.
La verdad es que, si anhelaba un romance así de ardiente y misterioso, prohibido y místico como el de mi libro favorito, pero me conformaba con ver a Martin, saber que fue de él en todos estos años, si se uniría al ejército como quería su padre o si seguiría sus propios sueños, me pregunto si se convertiría en veterinario o en doctor, yo por mi parte, me esfuerzo cada día por convertirme en la mejor maestra del mundo.
—Ya estamos por llegar familia, me muero por probar la comida de mi amada suegra jaja. —expresó Benjamín el padre de Angela con alegría.
Estaban a unos cuantos metros de la casa de sus abuelos, los cuales los esperaban en la puerta, canosos, arrugados y llenos de amor, la abuela Pilar les había preparado un mole poblano y el abuelo Oscar les había cocido pan en la leña, desde esas calles se podía percibir el olor del chocolate caliente de su infancia y en cuanto llegaron los ojos de Angela se iluminaron al ver a Vanessa agitando las manos llena de alegría.
—¡Ay muchacha espérate a que tu padre se estacione bien! —le gritó Rosario su madre al ver que Angela se bajaba efusivamente para abrazar a sus seres queridos.
Las lagrimas no se hicieron esperar, hacían diez años que no se veían.
—¡Mi niña! Mira nada más que bonita te pusiste, estabas bien chiquita cuando te dejamos de ver. —le dijo su abuela mientras la llenaba de besos.
—Jajaja ¡Mijita! Estas bien grandota, mírate nomas que chula te vez. —su abuelo la apretó tan fuerte que le lastimaba las costillas.
Y por último, miró tiernamente a su amiga Vanesa, esa mujer de cabellos dorados y ojos azules a quien no veía desde que tenia quince años, se abrazaron tanto que no sabían que decir.
—¡Vanesa! te extrañe demasiado, te vez mucho más bonita en persona.
—Tu no te quedas atrás, ya no eres la niña de trenzas y frenillos, no te reconozco, te vez increíble. —le dijo Vanesa mirándola de arriba a bajo y es que era cierto, Angela no era la niña más atractiva de la secundaria, usaba trenzas todo el tiempo, ropa grande y frenillos, su personalidad tímida no le ayudaba a resaltar, al contrario de Vanesa quien siempre fue la más bonita y popular de San Isidro, por eso su amiga y familiares estaban tan sorprendidos con su aspecto, pues lucia un cabello negro y ondulado hasta la cintura, tenia un rostro hermoso y una figura voluptuosa en forma de reloj de arena.