El romeo de sangre

El romeo de sangre.

 

Al escuchar aquella voz rasposa y varonil, Ángela supo que estaba en presencia de un ser maligno, lo supo porque su cuerpo estaba petrificado, su piel la tenía de gallina, sus instintos le gritaban que corriera, pero ella sabía perfectamente que no tenía a donde ir, no fue capaz de mirar al hombre que tenía detrás de ella, porque tenía miedo de que fuera el mismo demonio, así que se armó de valor y con su instinto de super vivencia, decidió correr con todas sus fuerzas aunque sus rodillas se sintieran tiesas y su corazón comenzó angustiarse cuando se dio cuenta de que no tenía escapatoria, no importaba a donde corriera, las puertas la seguían trayendo de vuelta a la alcoba, donde la esperaba aquel amante demoniaco.

—¿Por qué estás tan asustada? Si me ves a los ojos estoy seguro que tu miedo se esfumará en cuanto tus pupilas recorran mi cuerpo. —le dijo aquella voz galante mientras le rodeaba la cintura con sus brazos.

—¿Quién eres? —le preguntó Ángela aterrada.

—¿Quién quieres que sea? Puedo ser tu amante, tu lugar seguro, donde puedes ser tú misma, puedo ser tu anestesia, el hombre que adormece tu corazón y tu dolor, mírate, estás tan triste por un amor que no te corresponde, por un hombre que no supo ver la belleza que hay en ti, por suerte me tienes a mí, tu romeo, tu príncipe azul, tomaré la forma del hombre que te rompió el corazón o si prefieres, puedo quedarme con mi forma física, lo más seguro es que sea mejor que él.

—¿Qué quieres de mí? ¿Cómo sabes que me han rechazado? —le preguntó Ángela temblorosa.

Fui invocado para darle placer a las almas rotas como la tuya, date la vuelta y ordéname de que manera quieres que te consuele, soy un experto en hacerle olvidar el mal a mis amantes.

El incubo giró lentamente a Ángela y esta tenía los ojos bien cerrados, pero después de que la criatura le acariciara las mejillas y le erizara la piel, ella los abrió quedando completamente prensada a él.

—¿Te sigo pareciendo aterrador? —le preguntó el incubo mientras la envolvía en sus brazos.

—No… —Ángela no entendía lo que le estaba pasando, pero no podía resistirse a sus encantos y a la insistente tentación de seguirlo hacia la cama, que los esperaba inerte y suabe para arroparlos entre sus sabanas.

El demonio era un hombre muy hermoso de cuerpo tonificado y atlético, media casi dos metros de altura y era un experto en la labia, Ángela no supo en que momento la despojó de sus prendas, pero cuando menos lo imaginó, ella y el extraño caballero ya se encontraban prensados el uno en el otro.

—Relájate…aquí estás a salvo, voy amarte como nunca nadie lo hizo.

No entendía bien si estaba soñando, porque todo se sentía muy real, sus besos, sus caricias, estaba disfrutando cada segundo con él, era como un sueño lucido donde pasas la noche con el chico más guapo del bar, no tenía que decirle nada, él podía descifrar mis deseos, inclusos mis fantasías más vergonzosas y me demostraba lo adictivo que podía llegar a ser, no se si me hechizó o me entregué a él a voluntad, pero debo admitir que fue no tuve noción del tiempo ni del espacio, así de bien la pasé.

—¿Eres un demonio? —le pregunté mirándolo a los ojos, esos ojos brillantes y llenos de deseo.

Él hombre misterioso no me respondío, un mareo me aturdió y terminé desnuda afuera de la gran casona, mientras me temblaban las piernas y la ropa se me caía de las manos, pues no podía ni con mi alma.

—¿Ángela? ¿Dónde diablos estabas? ¿estuviste en la casona todo este tiempo? — le preguntó Vanesa a su amiga con una evidente desesperación en el rostro.

—¿Por qué estas llorando? —le preguntó Ángela al verla temblorosa?

—¿Por qué estás desnuda? Maldición, Ángela ¿con quién estabas? Creí que te habían secuestrado o algo peor…¿abusaron de ti?

—¿Qué? No…es solo que….

Ángela tenía una gran jaqueca y comenzó a vestirse de inmediato, ya eran las cuatro de la mañana y Vanesa había pasado todo ese tiempo buscando a su amiga.

—¿Llamaste a la policía?

—Estaba por hacerlo, no sabía si te habías ido con alguien… ¿haces esto a menudo? Digo, ¿crees que acostándote con el primer hombre que veas hará que te olvides de Martín? ¿Por qué demonios no me llamaste? Pensé que…olvídalo. Vete al carajo, no me hables, si me da diabetes por el susto te voy a matar ¿entendiste? Este lugar es aterrador, vámonos de aquí.

—¿Enserio pasó tanto tiempo?

—¿Te drogaste? Enserio que tendremos que hablar profundamente de lo que hiciste, tienes suerte de que no te delataré con tus padres.

Ángela dió un ultimo vistaso a la mansión y ahí se encontraba su amante, mirandola desde la ventana con ese par de ojos brillantes.

 




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