El ronroneo del puma

17

Tres días después de que Cala cumpliera once años, Namid abandonó el clan para ir en busca de pareja. Tras su marcha, Cala comenzó a comportarse de una forma extraña, cada vez más alejada de Yuma y, éste, llegó a preocuparse. Léndula trataba de tranquilizarle.

—Son cosas de mujeres, no le des más vueltas —le decía.

Yuma se dio cuenta de que, realmente, Cala ya no era la niña pequeña a la que cargaba en su espalda para recorrer el bosque, de hecho Cala se negaba a subir sobre él y se esforzaba en seguirlo por el bosque con su escasa velocidad y su nulo equilibrio, por lo que no era raro que terminara en el suelo y agotada. Un día, se echó a llorar y comenzó a golpear el suelo con rabia. Yuma se agachó a su lado y la sujetó los brazos, la abrazó contra él y trató de tranquilizarla acunándola como cuando era un bebé. Cala se dejó hacer durante unos minutos y luego, cuando sus sollozos se fueron calmando se soltó suavemente de Yuma como si el contacto con él la molestara. Se quedaron sentados, uno junto al otro sin hablar. A Yuma le parecía imposible que, después de todo lo que habían pasado juntos, ahora casi no se atrevieran ni a mirarse a los ojos. ¿Qué les estaba pasando? ¿A qué venían aquellas tonterías de Cala? No entendía nada, sólo sabía que aquello no le gustaba y que la situación era cada vez más extraña.

—No entiendo lo que te pasa —se aventuró a decir. Esperó que Cala le dijera algo, pero ella se mantuvo en silencio. Yuma la cogió por los hombros y la obligó a mirarle—. Cala, casi no te reconozco, ¿qué pasa?

Los ojos de la niña se llenaron de nuevo de lágrimas.

—Pues eso, que no me reconoces porque no soy como los demás.

—¿Qué chorradas estás diciendo?

—No son chorradas, no soy como vosotros, ni mi cara se parece a la vuestra ni tampoco mi fuerza, ni mi velocidad, o mi equilibrio. Nada, nada en mí se parece a vosotros.

Hacía calor y se oía cantar a un grillo entre la hierba. Yuma pensó que aquella conversación no terminaría hasta que Cala descubriera que ella era humana y no tupi, y se preguntó qué pasaría entonces.

—Eres muy pesada con eso Cala, ¿para qué darle más vueltas? Eres distinta y punto.

Cala enrojeció y Yuma pensó que de nuevo tendría un ataque de rabia. Sin embargo, se desinfló como un globo y contestó muy bajito.

—Para ti es fácil, pero qué pasará cuando Namid llegué con su nueva pareja y me vea.

"Acabáramos" pensó Yuma. Eso era lo que la preocupaba tanto. Hasta ahora, había sido distinta y consciente de ello pero se sentía segura porque ellos la protegían y aceptaban tal y como era, pero ahora un nuevo miembro llegaría al clan y ella no sabía si su aspecto provocaría rechazo. Yuma entendió al momento el profundo conflicto que Cala estaba viviendo y supo que hacerla sentir una de ellos en aquellos momentos era vital para ella.

—Tú eres uno de los nuestros y cualquiera que nos quiera también te querrá y aceptará a ti tal y como eres —contestó Yuma con voz potente —. Además conoces a Namid ¿crees que él escogería una pareja que no te aceptara?

Cala levantó los ojos hacia Yuma en un gesto pensativo, como si estuviera diciéndose a sí misma que no se le había ocurrido pensar en eso.

—Namid es muy listo.

—Claro que lo es —afirmó Yuma—. Estoy seguro de que elegirá a la mejor pareja que exista, y eso quiere decir que será una chica tan lista o más que él ¿Crees que alguien así no iba a aceptarte?

Cala sonrió y dejaron ahí el tema.

Sin embargo aquella conversación con Cala volvió a tener despierto a Yuma durante la noche. Hacía un par de meses que Namid había dejado el clan y sabían que había conocido a una tupi llamada Sasa de uno de los clanes más nobles. Pasaría algunos meses más en su clan y luego, una vez que se unieran, volverían con ellos. Yuma también comenzó a preguntarse cómo reaccionaría Sasa cuando viera a Cala. Ellos estaban acostumbrados a vivir con ella, pero Cala no dejaba de ser una humana, una enemiga de su pueblo. Tampoco para Sasa sería fácil adaptarse y aceptar que debía convivir con una raza a la que le habían enseñado a odiar desde niña. Además, ellos estaban acostumbrados a tratar a Cala como una igual y el secreto de su raza estaba a salvo con ellos, pero qué pasaría con la pareja de Namid, en cualquier momento podía descuidarse en sus palabras y dejarle caer a Cala que era humana.

La preocupación le arrastró un día hasta la cama del abuelo Sush, que había enfermado y se sentía muy débil.

—Abuelo, estoy muy preocupado por Cala —le dijo sin más—. Ella cree que la pareja de Namid la rechazará.

—Dile que venga a verme —contestó el abuelo. Pero vio que a Yuma le ocurría algo más—, pero antes cuéntame tú. ¿También te preocupa que no acepte a Cala?




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