El ronroneo del puma

37.

Léndula apareció sofocada. Ona hacía un rato que había aparecido sola en el clan, no le habían conseguido sacar ni una palabra. Léndula la había perseguido de un lado a otro como una loca hasta que Min le había dicho con autoridad que la dejase estar.

Ahora se quedó mirando asombrada al percatarse de las lágrimas de Cala.

—¿Qué pasa, niña? —exclamó abalanzándose sobre ella. Luego miró a Yuma con dureza— ¿Qué está pasando? Ona llegó como una exhalación, recogió unas cuantas cosas y se fue sin tan siquiera abrir la boca.

Yuma se acercó a su madre y le pidió que se sentara. Su madre se soltó de Cala y puso los brazos en jarra, sonrió de medio lado y miró a su hijo con desconfianza.

—Aunque sea una mujer soy mucho más fuerte que todos mis hijos juntos. ¿Qué es lo que está pasando?

Lo dijo incluyendo a Namid y Cala como hijos suyos, como si sospechara de alguna manera lo que se la venía encima. Aquella estaba resultando una noche demasiado dura para Yuma. No era suficiente con que Cala se hubiese enterado de la peor forma de aquel secreto que había guardado durante años, si no que ahora le tocaba el turno de lidiar con la verdad a Léndula.

Yuma sujetó a su madre por los hombros.

—Mamá, Cala sabe que es una humana.

Léndula se mantuvo unos instantes inmóvil y en silencio. Luego se deshizo de los brazos de su hijo con suavidad y se volvió hacia Cala. Su rostro estaba congestionado y los ojos casi suplicaban cuando la habló:

—No le habrás creído ¿verdad?

Yuma negó con la cabeza y se colocó frente a su madre. Sabía el dolor que estaba sintiendo. Sabía el destrozo que aquella situación estaba causando en su corazón. La fortaleza de Léndula siempre había sido como un castillo de naipes, podía ser enorme y al segundo derrumbarse de un único soplido.

—Mamá, déjalo, sabe la verdad. Mamá ha llegado el momento de aceptarlo.

Léndula negaba con la cabeza sin cesar. Las aletas de sus narices chatas se distendían y su pecho subía y bajaba a un ritmo acelerado.

—No, la verdad es que ella es mi hija, esa es la única verdad —se volvió de nuevo hacia Cala—. Eres mi hija, yo siempre te he querido como tal y tú lo sabes —las lágrimas comenzaron a resbalar por su rostro y Cala acudió a ella y la abrazó.

—Lo sé y te quiero, pero soy muy desgraciada mama.

— ¿Por qué? Todos te queremos, hija —Lendula la abrazaba con desesperación.

—Lo sé, mamá.

Cala la apartó un poco de sí y le limpió los ojos. Léndula era la única madre que conocía. Léndula le había dado todo lo que su verdadera madre le había negado, así que en eso tenía razón, ella era su madre, ellos, todo el clan la quería. Yuma la quería...

Yuma avanzó hacia Léndula y la abrazó. Aún quedaba algo más que contar. Aquella noche no parecía tener fin.

—Hay un problema más, mamá. El guardabosques nos ha visto.

Léndula se llevó una mano a la boca.

—¿A los dos?

—En realidad a los tres. A Ona también.

A Léndula pareció encendérsele una bombilla.

—Por eso ha huido—exclamó— le entró miedo.

Yuma volvió a apretar los puños al recordar la traición de Ona.

—No, mamá, huyó porque fue ella la que llevó a Cala a ver al guardabosques y la dejó allí abandonada. Era una trampa. Ona quería que Cala descubriese que ella es humana.

Léndula se llevó las manos al rostro y las apretó contra él. Después, miró a sus hijos de forma severa, era la misma Léndula dura de siempre.

—Está bien. Todo lo que temíamos ha pasado. Peor aún, un humano nos ha descubierto.

Cala agachó la cabeza.

—Lo siento, mamá.

Léndula le acarició el rostro.

—Sush no te echaría jamás la culpa a ti.

Las miradas de Yuma y Léndula se cruzaron en la ya oscuridad. Ambos pensaban en lo mismo.

—Vayamos a la cueva, hay que buscar una solución a todo esto —dijo la madre. Luego comenzó a caminar y, a medio camino, volvió a girarse hacia ellos—. Quiero estar segura de que no ocultáis nada más. No quiero más sorpresas ¿entendido? Así que decidme ¿me queda aún algo más que deba conocer? Si es así, os agradecería que me lo hicieseis saber ahora, mejor saberlo todo, mejor hacer caso de Sush aunque ya sea demasiado tarde.

 




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