El ronroneo del puma

38.

Buscaron a Ona por el bosque sin obtener ningún resultado. Ya había oscurecido por completo y Yuma y Namid se adelantaron al resto de la familia. Solo Sasa se había quedado en la guarida con el bebé y con Min.

Kasa iba también unos metros por delante y Léndula y Cala caminaban más atrás.

—Deberías haberte quedado en la guarida, no ves apenas en la oscuridad y puedes herirte.

—Ahora sé por qué —dijo Cala.

Léndula la abrazó.

—Lo siento, Cala. Sush quería contártelo pero yo tenía tanto miedo... tanto como Yuma a perderte ¿entiendes?

Kasa regresó a su lado y lanzó un agudo silbido que los tupi reconocían entre ellos.

—Es inútil, nos saca mucha ventaja.

Finalmente, abandonaron la búsqueda y dieron por hecho que habría vuelto a su clan, con su familia, posiblemente asustada por la reacción de Yuma cuando se enterara de su traición y el resto del clan de que se había dejado ver por un humano.

Yuma decidió que al día siguiente partiría al clan de la familia de su esposa para asegurarse de que era allí donde estaba y dar por terminada su relación. Una traición como aquella, era motivo suficiente para pedir la anulación.

—No quiero ser la causa de tu separación— gimió Cala al escucharle.

— Ya basta, Cala, Ona sabía lo que hacía y a lo que se arriesgaba con ello. Tú no eres la causa de nada de lo que ha sucedido.

Cala agachó la cabeza sin decir nada, aunque estaba segura de que ella era la única causa de todo lo que había sucedido, y no solamente por el hecho de ser humana.

La familia entera se reunió para tratar el tema de Cala y tomar una decisión. Cala se sentó entre Léndula y Sasa en la pequeña cocina y tomó al pequeño Azca en brazos. Pensar en que no pudiera verle crecer la hacía estremecer.

Min, que ahora era el miembro de más edad del clan, tomó el lugar del abuelo.

—Bien, una vez más, mi querido Sush tenía razón y deberíamos haber ido con la verdad por delante —miró a Léndula fijamente—. Deberíamos haberle confesado a Cala su origen mucho antes y haberla ahorrado, así, éste y otros muchos más tragos desagradables —Cala levantó la cabeza asombrada. De golpe, comprendía un montón de las conversaciones que había mantenido con su abuelo. El abuelo, tal y como le había dicho quiso hacerle ver la verdad en muchas ocasiones. Pero ella no le había entendido, o no le había querido entender, porque también ella intuía que sabía la verdad desde hacía mucho tiempo pero que no había querido afrontarla.

—Ahora ella lo sabe, ha tenido que enterarse de una forma terrible y todo el clan está en grave peligro — la abuela Min suspiró—. Está claro que Cala es una de los nuestros por muy humana que sea y si ella lo desea seguirán formando parte de este clan, pero es únicamente su decisión, la que tendría que haber tomado hace mucho tiempo si hubiese conocido la verdad. —la abuela la miró.

—Es lo que más deseo, abuela —contestó ella.

—Bien, me alegra oírte decir eso, pero no hemos tenido suerte, este problema nos ha pillado en el principio del invierno. Construir ahora otro refugio va a ser prácticamente imposible y, sinceramente —volvió a mirar a Cala—, no sé si habrá algún clan que quiera acogernos en su guarida hasta que empiece la primavera y podamos construir otro hogar para nuestra familia.

—Lo siento —murmuró Cala bajando la cabeza avergonzada. Sasa la besó en el cabello y Cala sintió una ternura inmensa hacia aquella chica.

—Jamás has de disculparte cuando no eres tú la que actúa mal — espetó secamente Min— .Levanta la cabeza, has de ser fuerte, nos espera una dura prueba.

Yuma se puso en pie y miró a su abuela pidiendo permiso para hablar.

—¿Por qué no nos quedamos aquí? Al menos hasta la primavera, enton...

Min levantó una mano para interrumpirle.

—Ahora el guardabosques sabe que hay una humana en el bosque, una de su propia especie. No cesará en su búsqueda, no pensará que fue un sueño lo que vio, o el efecto de una locura. No, Yuma, no es posible.

Yuma se levantó y avanzó en el grupo hasta llegar al lado de su abuela. Una vez allí se arrodilló y la tomó de las manos.

—Abuela, he mentido al clan —les miró a todos uno a uno—. Cuando encontré a Cala y regresaba con ella a casa, el guardabosques nos vio. —rebuscó en el interior de su ropa y sacó un folio doblado y arrugado. Lo abrió y se lo dio a Min. Ella lo tomó y lo observó con el ceño fruncido. Luego se lo pasó a Léndula que estaba a su derecha y el dibujo de un humano con un niño tupi y una niña pequeña fue pasando de mano en mano. Todos estaban tan asombrados que permanecían en silencio y el dibujo ya comenzaba a rodar de mano en mano por tercera vez cuando Kasa rompió el silencio.

—Tal vez no tengamos que ir a ningún lugar —susurró.




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