El Rostro Prestado. Libro I

Capítulo 15: El Reflejo Final

La doctora Sari comenzó a retirar lentamente las vendas que cubrían el rostro de Rina, cada capa que caía dejaba al descubierto más de lo que había cambiado. Rina no podía dejar de mirar el espejo frente a ella, pero su mirada estaba llena de una mezcla de temor, fascinación y una profunda sensación de desconcierto. La doctora trabajaba con precisión, y cuando por fin retiró la última venda, el rostro de Rina quedó completamente expuesto.

Su nuevo rostro la miraba desde el espejo, la forma de sus ojos, los contornos de su mandíbula, la curvatura de su nariz, todo era vagamente familiar. Era un reflejo de Alba. El rostro que ella vio en los últimos días frente de ella todos los días. Que odiaba en principio, pero después se acostumbró.

Pero el rostro aún era algo incompleto. La hinchazón era evidente, sobre todo alrededor de sus mejillas y ojos, lo que la hacía ver diferente, casi ajena a sí misma. Por un momento, Rina no se reconoció. El espejo le devolvía la imagen de una extraña, alguien que no era ella, pero tampoco era completamente otra persona. Era una versión distorsionada, una promesa de lo que vendría.

Rina levantó la mano temblorosa y tocó su cara con suavidad, como si necesitara confirmar que aquello era real. Sus dedos recorrieron el contorno de su rostro, y por un instante, se sintió como un fantasma dentro de su propio cuerpo.

—A ver, — dijo Alba, con un tono de voz que rompió el silencio que había llenado la habitación.

Se adelantó y apartó a la doctora Sari del camino, como si ya no le importara la opinión de la profesional. Se acercó a Rina con una mirada calculadora y, con una firmeza inesperada, la tomó de la barbilla y giró su rostro de un lado a otro, evaluando cada ángulo de la nueva apariencia de Rina.

Alba parecía completamente tranquila, como si estuviera observando algo que le perteneciera, algo que ella misma había creado. Estaba satisfecha, pero no había rastro de compasión en su mirada.

—Bueno, —dijo Alba, con una sonrisa que denotaba una ligera superioridad. — Dentro de todo, salió bien.

La doctora Sari, que se había quedado atrás, asintió y agregó, —Cuando se baje la hinchazón, el parecido será aún mayor. Pero ya está bastante cerca.

Alba sonrió más ampliamente y retrocedió un paso. Miró a Rina de arriba a abajo, como si estuviera admirando una obra de arte recién completada. Entonces, con una arrogancia tranquila, pronunció las palabras que sellaron el momento:

—Bienvenida a mi mundo.

Rina, aún en estado de shock, intentó sonreír, pero su rostro, aún marcado por el dolor y la incomodidad de la cirugía, solo logró formar una sonrisa triste. Fue una sonrisa vacía, como si estuviera dando la bienvenida a una nueva vida que no deseaba, pero que ya no podía escapar. Aunque la imagen que veía en el espejo era la de Alba, el alma que habitaba en su interior seguía siendo la misma: Rina, una chica perdida en un juego que no había elegido.

La doctora observaba en silencio mientras Alba parecía disfrutar del momento, como si esta transformación fuera una victoria personal. Sin embargo, en la mirada de Rina se podía leer una verdad que Alba no veía: no todo lo que parecía perfecto en la superficie lo era en realidad. Rina ya había empezado a entender que el precio de esa nueva identidad sería mucho más alto de lo que Alba podría imaginar.

La cirugía había sido un paso, pero lo que vendría a continuación sería aún más difícil. La transformación de Rina no era solo física, sino que estaba dando inicio a una nueva etapa en la que tendría que ser alguien que no era, hacer cosas que no quería hacer. Y aunque todavía no sabía cómo se desarrollaría todo, una cosa estaba clara: no podría seguir siendo la persona que fue antes de este momento.

Alba dio un paso atrás y observó el reflejo de Rina, como si estuviera mirando a una versión de sí misma, una que había sido creada para servirle. Rina, por su parte, siguió mirando su rostro, sintiendo el peso de lo que había dejado atrás y lo que aún le quedaba por enfrentar. La transformación había comenzado, pero ¿qué quedaría de ella cuando todo estuviera dicho y hecho?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.