En la vida hay varios tipos de personas, están los que aman el baile, y los que lo odian; la música es grata para algunos, innecesaria para otros, la poesía es algo viejo y anticuado para ciertos grupos, sin embargo, para otros, escribir dicha arte es una necesidad, más que necesidad es una pasión. Así pasa con todas las esferas sociales de nuestro mundo. Así pasa con todo a nuestro alrededor, las personas son diferentes, sus gustos, sus hábitos, absolutamente todos somos distintos. Algunos aman el arte, otros no tanto, unos pocos aman la ciencia, jaja, la ciencia y ¿la humilde ciencia cómo puede explicar los sentimientos?
Sí, ya sé, los que saben algo de ella me hablarán sobre hormonas y partes específicas del cuerpo, que nos permiten experimentar distintas emociones, pero eso no nos ayuda a entender como millones de personas han pasado de amar y celebrar la Navidad a odiarla, repudiarla e ignorarla.
La ciencia no tiene respuesta para lo que pasa dentro de esos rotos corazones, y tampoco quiere encontrarla. Así como Hannah intenta ignorar la navidad, la ciencia ignora todo aquello para lo que no hay una respuesta cien por ciento verídica.
¿Quién es Hannah? Se preguntarán. Bien, empecemos por ¿Qué está haciendo ella ahora mismo?
Bueno, no está estudiando, aun cuando tiene 20 años y debería estar haciéndolo, pero eso no es del todo malo. La vida toma caminos raros y algunos sueños se ven nublados, algunas metas se ven atrasadas y algunas victorias llegan antes de lo soñado.
Para Hannah era una victoria estar allí. Caminando en un traje Gabbana, aunque fuera prestado, por las aceras de Nueva York. La Nueva York que todos tanto anhelaban conquistar, pero ella no estaba allí para conquistar precisamente a la ciudad, ella estaba allí para hacerles disfrutar a todos de un paladar tan exquisito que nunca podrían olvidar. Ese era su sueño y sospechosamente para Hannah, se estaba volviendo realidad.
-Hannah, despierta-el chasquido de los largos y finos dedos de su jefa, hicieron que la chica dejara de mirar su alrededor con pesar- El señor Mich será nuestro anfitrión está noche -los pálidos ojos grises de Hannah miraban con atención a Karla Dubúa, una de las mujeres más relevantes en el arte culinaria del Caribe -Debes saber todo lo que desea y proponérselo de la forma más creativa e ingeniosa posible, ¡Mich es un genio! -Hannah miraba asombrada la devoción con la que hablaba su jefa, ella era tan difícil de satisfacer en el trabajo que nunca pensó escucharla hablar así de alguien.
-Señorita Dubúa no sabía que me admirara tanto -ambas mujeres se giraron sorprendidas, Hannah no sabía quién rayos era Mich, y su jefa se encontraba extrañamente demasiado sonrojada, mientras que el hombre que las había interrumpido en su apresurado caminar, mostraba una sonrisa que obviamente expresaba lo mucho que le gustaba la señorita Dubúa, como él la había llamado él.
-Buenas tardes señor Freeman, es un gusto volver a verlo, es bastante puntual -la sonrisa del hombre solo crece por segundos mientras se suma muy discretamente a la reunión improvisada de las dos mujeres.
-Me gusta mucho más que me diga Mich señorita Dubúa -el rostro de la mujer adquirió un tono tan rojo que fue imposible para Hannah no intervenir para alivianar la vergüenza y la penosa situación.
-Un gusto conocerle señor Freeman, estoy segura que será un gusto trabajar juntos -Hannah tendió su mano y el hombre con una sonrisa más suave la estrechó
-No soy tan increíble como la señorita Dubúa dice
-Eso no es cierto...-la voz de Karla se elevó haciendo que ambos la voltearan a ver, ¡Rayos! tragó grueso y apartó la mirada- Quise decir Hannah, que Mich -carraspeó al verlo sonreír- Emm... el señor Freeman es sin duda el mejor repostero de todo el mundo y eso es...
-Hannah ¿podría adelantarse un momento al lugar de la reunión? Debo hablar algo de urgencia con la señorita Dubúa -Hannah sonrió sin poder evitarlo, esos dos se atraían demasiado, resultaba hasta obvio, sus miradas cómplices, sus ojos más brillantes que el mismísimo sol, sus sonrisas nerviosas y sobre todo el sonrojo de su compañera de trabajo le dejaba claro que ambos terminarían involucrados sentimentalmente.
-Por supuesto, nos veremos allí -Hannah caminó hacia el local de la empresa y cuando cerró la puerta pudo observar cómo las manos del señor Freeman buscaban la cintura de Karla. Hannah dejó de mirar la tierna escena y caminó hacia donde se haría la reunión. Miró la empresa, no se parecía a la empresa de hace un mes, los colores, adornos, los árboles y las guirnaldas decoraban todo el lugar, era muy atrayente para los niños y hasta para los juveniles, las personas mayores sin duda se enamoraban de todo el entorno, pero ella no sentía esa magia de la que todo el mundo hablaba, no tenía inspiración y… ¡¿Qué era un chef sin inspiración?!
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Editado: 01.01.2024