El sabor de la Navidad

Capítulo 3

Hannah 
Mi pecho se desinfló y mi sonrisa se borró, ¡rayos! Estuve tan cerca ¡maldita sea! Sin embargo, me reí cínicamente por dentro, yo no tenía nada de eso, no tenía sueños, ni magia, ni inspiración para hacer algo malditamente bien, y nunca lo iba a tener en esta época del año. Miré a todos lados, viendo como todos daban lo mejor de sí, miré lo que había diseñado en mi cuaderno sin pensar que esto ocurriría, pasé página a página, no tenía nada de valor, era un cuaderno sin vida, esperé a que todos empezaron a escribir y yo miré mi cuaderno de nuevo, buscando algo que allí no estaba plasmado, no sentía nada cuando veía los diseños, no sabía qué rayos me pasaba, pero ya quería irme a casa. Me levanté dispuesta a cumplir ese pensamiento, pero una mano me sostuvo en mi lugar, miré al chico, él solo negaba con la cabeza, pero quité mi mano rápidamente
- ¡¿Qué diablos te pasa?!- susurré, aunque lo que quería era gritar y aún más quise hacerlo cuando se rió 
-No entiendo porque estar tan furiosa
-Eso a ti no te importa
- ¡Bien! -rodó lo ojos como si estuviera harto de mí cuando era yo quien ya no lo soportaba- No me importa, pero a ellos tampoco les importará dejarte sin trabajo
- Tampoco me importa si me quedo sin trabajo ¡yo no sirvo para esto!
- Tienes mucho talento
-No hables de lo que no sabes, no tengo nada, ¡no soy nada! -me dispuse a levantarme de nuevo, pero también me lo impidió sujetándome por los hombros
- Estás equivocada simplemente así, debes enseñarles a ellos quién tiene inspiración 
-Pues yo no tengo, no sé de qué inspiración hablas y suéltame ya 
-Por favor, créeme cuando te digo que eres una chica muy muy talentosa
- ¿Y quién eres tú para decirme eso? -lo miré furiosa, retadora- Tú-lo señalé molesta de que se metiera en mi vida, ¿qué le importaba a él si me iba de este maldito casting? ¿qué le importaba si perdía mi empleo? - No eres nadie, no tienes un título, y claramente no eres chef
-Porque no lo quiero ser-me río
-Entonces ¿qué rayos haces aquí? - sus ojos negros me miraron fijamente, se debatía en si decirme o no la razón, sin embargo, mi paciencia estaba agotada. Bufé, ya no quería estar aquí, ya debía irme. 
Me levanté sin hacer ruido, pero aun así casi todos los ojos se fijaron en mí, miré sin vergüenza a Karla, si ella me hubiera dicho esto yo no habría perdido mi tiempo ni el suyo. Sé que mi trabajo corre peligro, un nuevo trabajo de si acaso dos semanas, pero no podía hacer lo que me pedían. Llegué a donde estaban ella y Mich y sin poder hacer otra cosa me despedí
-Muchas gracias por la oportunidad, pero no creo que yo sea la más apta para este puesto-ambos me miraron con decepción y yo tuve que reprimir los recuerdos que esas expresiones revivieron.
- ¿Y por qué no dejas que eso lo decidamos nosotros? -negué con mi cabeza
-De todas maneras, sé que no se van a decidir por mí 
- ¿Cómo sabes si no lo intentas?
-La verdad sé que aquí hay muchas personas mejor calificadas para este trabajo-miré hacia el chico que había dibujado la columna faltante de mi pastel, su trazo era fuerte y firme, y los adornos que había dibujado en la columna eran simplemente magistrales, él me miraba así que volteé mi cabeza nuevamente y sonreí suavemente- Así que mejor me retiro 
-Bien-asintió Mich intentando sonreír- Siendo así, puede irte a casa luego de firmar el contrato en recepción-asentí
-Gracias, un placer conocerlo- no quería mirar a Karla, pero eso sería una falta de respeto, me daba vergüenza, ella había confiado en mí, de todas las personas, me había elegido a mí, sin embargo, cuando lo miré, en su cara no había odio, ni rencor, solo, lástima, lo sabía, se notaba. Caminé y caminé hasta salir de allí luego de firmar el bendito contrato, ya no lo soportaba, tomé un taxi, deseaba irme a mi casa, dejar de ver los árboles adornados, y a los imitadores de Papá Noel falsos riendo en las esquinas de las calles, tan falsos como toda esa alegría que querían demostrar.
Miré el traje que cubría mi cuerpo y suspiré. Es hora de caminar para devolverlo. Ya sabía que iba ser pesado, pero al menos el camino se iba a hacer placentero si hubiera conseguido el trabajo. Pero no, ¡todo me tenía que salir mal! 7 kilómetros no sería nada si hubiera alcanzado mi objetivo, pero ahora me he quedado sin objetivo y sin esperanzas. Lo más probable que Karla ya no desee mis servicios en ´´El Marqués´´, ¿quién querría una cocinera que no puede hacer un maldito diseño de navidad. 
Veo a un indigente acercarse a mí y me detengo completamente.
-Por favor ¿podría darme un poco de dinero? No he comido en días señora-miro con lástima al señor, no sé que rayos pasa, pero el parece sincero, sin embargo, tampoco puedo ayudarle, todo lo que tengo es malditamente prestado, el vestido es prestado, el bolso es prestado, los tacones son prestados, el maquillaje, ¡todo! ¡absolutamente todo! Y no tengo ni un céntimo para pagar un taxi.
Miro sus ojos, en ellos se aprecia la falta de orgullo, el dolor, el hambre, la necesidad y la pobreza, su cabello se encuentra en una maraña de nudos y su cuerpo entero tiembla, abro mi boca para negarme suavemente pero un niño llega corriendo y lo abraza 
-¡Papá! ¡Papá! Encontré un trozo de pan, ¡comamos! -el niño le brindaba al padre un trozo tan pequeño de pan que sentí mi corazón romperse en mil pedazos
-¡Bien echo amor mío! Pero puedes comértelo, ya la señora me dio algo de comer -el niño me voltea a mirar y sonríe grandemente 
-Muchas gracias señora, ¡gracias! ¡gracias! -el niño se arrodilló y mi saliva se atascó en mi garganta, el padre lo instó suavemente a levantarse y yo por fin encontré mi voz, me arrodillé para estar a la altura del pequeño 
-Nunca te arrodilles ante nadie-la ira por mis recuerdos habló por mí- No importa el bien que hizo, no debes humillarte nunca ante nadie, solo debes ser agradecido ¿de acuerdo? - el niño asintió sonriendo y sé que tuvo la intención de abrazarme, pero el padre los tomó por los hombros y lo impidió, suspiré y me levanté 
-No tengo gran cosa que brindarles, lo único que puedo hacer es brindarles mi hogar para poder pasar este año tan helado-expliqué mirando como la nieve caía sin descanso a nuestro alrededor, saqué una tarjeta y se la di al hombre mayor-Yo ahora no voy hacia allí, debo hacer algo primero, pero pueden encontrar la casa y resguardarse en ella, además pueden bañarse y tomar agua, lamentablemente no hay comida- el hombre mi miró sorprendido
- ¿En serio podríamos pasar las navidades en su casa? - sonreí un poco 
-Sí-puse mi tarjeta en su mano y el se quedó mirándola hipnotizado
-Muchísimas gracias señorita
-Dile a la tendera que vas de parte de Hannah y que tu contraseña es…-abrí mi boca, pero miré al niño y no quise causar ese daño, el padre se dio cuenta y tapó sus oídos haciendo que suspirara- Maldita navidad-el hombre sonrió un poco 
-De acuerdo señorita y muchas gracias-negué con mi cabeza
-No hay porqué darlas, ahora debo seguir mi camino-él asintió comprensivamente y miró de nuevo la tarjeta, pasé por su lado dispuesta a irme, pero su voz me detuvo
- ¿Por qué hace esto señorita?
-He estado en sus zapatos señor, se el frío que se siente en Navidad, y no le deseo eso a nadie-no esperé su respuesta, solo seguí mi camino. La Navidad era hermosa para quienes tenían un pavo que dorar y un árbol que colocar en las salas de las casas, era bella para los padres que podían regalarles juguetes y dulces a sus hijos, pero ¿qué pasaba con toda la gente que no tenía ni casa, ni pavo, ni árbol?
Nada…
No pasaba absolutamente nada, solo morían poco a poco de hambre o de frio, o simplemente alcanzaban a sobrevivir de limosnas y migajas. Miré la nieve caer y recordé cuando estaba en su misma situación. Recordé la desesperación, el frío y el hambre, recordé el miedo y el dolor, recordé aquella voz que me decía constantemente que yo no debía haber nacido, recordé los golpes y las peleas pero no detuve mi andar, ya no era una niña indefensa, era una chef, había encontrado mi refugio y nunca me rendiría, de acuerdo, no califiqué para este trabajo, pero seré perfecta en cualquier otro y no me importan las malditas voces de mis recuerdos, solo me importa cumplir mis sueños y eso nadie me lo impedirá, no se si será dentro de tres años o un siglo, pero los cumpliré, es una promesa, ¿quién ganará?




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