El Sándwich

IV

-¿Qué hago si Franco no llega? Si no lo vuelvo a ver, estoy envuelta en amores ilícitos y desórdenes así ha sido toda mi vida, la amante. José se ha vuelto complicado y despreocupado, ya no atiende. Su esposa Josefina lo absorbe es asfixiante, pero no la deja. Es el típico hombre que aparenta la vida perfecta, la familia feliz. Se villana, me lo decía mi madre, mi ángel de la guarda, sí, soy mala pero real. No tengo culpa solo remordimientos que me han carcomido toda la vida, seduje hasta a mi mismo padre. Consigo lo que quiero.

La Güera estaba en su punto cúspide de intratabilidad, una holgazana e inalcanzable. Deseaba internarse de nueva cuenta en un hospital siquiátrico, desconectarse de la realidad. ¿Qué era la vida? De verdad, era importante vivirla... Para Mariana no era necesario. Su psicólogo le insistía en que debería arriesgarse a probar cosas nuevas pero a ella nadie le decía que hacer. No era flexible. No entendía como había personas dispuestas a esclavizarse sin rechistar. Eso no era para ella, pero el vicio más ruín. Todo le daba asco. Aversión era su segundo nombre. La reina de la apatía. Nada la movía, más que su deseo de ayudar. A los que miraba como inferiores a ella. Los niveles son muy importantes en su vida. El estúpido Dios Creador le daba completa indiferencia, leía sus folletos católicos pero solo con el afán de informarse. Le tomaba lo que le gustaba, lo demás lo tiraba a la basura. Era una narco barbie, caprichosa y egoista, un día podría desear una cosa y a la mañana siguiente ya no. Era una zombie, era una forma de declararse en contra de todo, de Dios y del Diablo. Nadie podría romper su solemnidad. Ya que no hacer nada también es algo bueno. Pensaba y repensaba en Franco, ¿lo volvería a ver? Nunca se había mostrado cariñosa con él. Mariana se amaba y se odiaba de la misma forma. Se sabía bella e insaciable. Pero a quien recurrir en caso de perecimiento inminente... de un colapso nervioso, demencia o crisis psicótica. A Mijael, precisamente su psicólogo. Mariana de racional, duda de todo. Todo lo cuestiona. Mijael era un hombre guapo y joven, rodeado por otros jóvenes de su semejanza. La motivaba y le sugería qué bandera debía usar al guiar su vida. La animó a liberarse del dominio de José.

 

-Que él destroce su propia vida miembro a miembro. ¡No confíes en él! ¡Salva tu vida!

-Eres un barón para mí Mijael, realmente lo único que me sostiene. Le repite Mariana a Mijael

-Ocasionalmente Mariana, tú eres el elixir de la vida, útil para tu rejuvenecimiento y, posiblemente, para lograr la inmortalidad de tu alma. Simbolizas la perfección en su máxima expresión, la iluminación y la felicidad celestial. No veo tu necesidad de tus conductas destructivas o autodestructivas que tienes consciente o inconscientemente.

 

Vivimos en una sociedad esquizofrénica, psicótica, demente. Recuerdo a Franco, realmente es insoportable o tal vez se parece mucho a mí. No hemos pasado de unas cuantas conversaciones superficiales, ¿puede alguien enamorarse solo de ver a una persona? No lo sé, se que no es el fin de la terapia Mijael pero necesitaba expresar todo esto. 

-¿Por qué no buscas a Franco? Le interroga Mijael

-No puedo hacerlo con que excusa... tenderé mi tela de araña para que él o cualquiera venga a mí, como el demonio yokai. Yo Mariana Corcuera, la hija de familia. No puedo rebajarme con un truhán como Franco así lo ame. Su clase social es inferior a la mía.

-¿Eres clasista Mariana?

-Si quieres llamarlo así hasta la médula. Yo no tengo la culpa de ser una mujer privilegiada. El dinero no da la felicidad pero como calma los nervios, algo así decía María Félix. Soy consciente que denosto a la gente, que denoste a Franco desde el primer momento aunque el me mostraba interés y respeto.



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En el texto hay: enamoramiento, amante, neurosis

Editado: 15.04.2023

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