Al bajar Jacob se encontró una mesa repleta de comida y con sus padres compartiéndola con su prima Griselda que desde que observo la presencia de Jacob no lo dejo de observar ni un solo segundo, Jacob con serenidad camino hasta llegar a la mesa y saludo con cordialidad a todos los ahí presentes, que eran sus padres, sus primos; Griselda y Roberto, y a su tía Anastasia, hermana de su padre, y por ultimo sus ojos cayeron en la joven que traía revuelto su pensamiento y agitado su corazón, se sentó en la mesa y Adelaine noto la mirada cariñosa que le brindo su madre a Jacob quien ni siquiera la observo ni presto atención de los mimos cariñosos y palabras dulces que le dedicaba, no como a ella que al bajar a desayunar le hizo un desplante poniéndola en ridículo frente a su tía y primos, ni siquiera le había dado tiempo de explicarse antes de que la atacara con aquellas palabras tan duras que le dirigió, dejándola indefensa, humillada y sobre todo, dolida, porque si, el poco interés que su madre le demostraba le dolía. Jacob observo a su hermana y admiro la tristeza en su mirada y se le partió el corazón, dirigió su mirada a la única causante de la desdicha de su hermana, sus ojos observaron a la mujer de su derecha quien bebía con terrible elegancia un vaso de agua, al terminar sus ojos tan celestes como los suyo lo observaron y le dedico una tierna sonrisa, Jacob la observo con indiferencia y frialdad aparente y poso su vista en su plato, empezó a comer frente a la fija atención de su madre que ahora solo mostraba una mueca de dolor y tristeza, con tristeza siguió comiendo, con resignación, resignación a que ningún hombre la amara. Ni siquiera mi hijo, pensó.
Griselda había dejado atrás toda intención de probar bocado, dedicando toda su atención a una única cosa; observarle, solo observarle, cada mordisco que daba, su postura, hasta para comer tenía una gracia y elegancia inquietante tan única en él. Roberto admiraba disimuladamente a su hermana, quien embelesada contemplaba a su primo, y un único pensamiento le llego a la mente; Pobre ilusa. Siguió disfrutando con gozo cada bocado de su plato. James fue el primero en terminar de comer y se levantó despidiéndose de todos, de todos menos de su esposa, salió caminando a toda marcha, y con melancolía Merida termino su plato, Adelaine vio como su padre con beatitud salía del comedor y todos sabían el porqué; Su tía Victoria. Con pesar Nathalia observo a Merida y no pudo imaginarse pasar por lo que ella pasaba. Se le hacía denigrante y humillante aquello. Mas no le tenía lastima alguna, le parecía una aversión aquella etapa de su vida.
En silencio todos terminaron de comer. Y en aquella mañana se escucharon las pisadas de los caballos y el incesante sonido del carruaje que se aproximaba a la propiedad Bélanger, James con inquietud esperaba en la puerta principal a la espera de su adorada cuñada, Victoria. Una sonrisa se posó en los labios de James al ver como se detenía el carruaje frente a él y con ansia corrió a abrir la puerta de este, topándose con un ángel de cabellos oscuros y ojos celestes, vestía un vestido de tonalidades grises que resaltaba aún más su tersa piel blanca y con júbilo en el rostro Victoria se tiro a los brazos de su querido James, quien la recibió con contento en sus brazos, al terminar la bajo delicadamente y admiro sus preciosos ojos tan azules como el mar, seguía tan hermosa como la recordaba, y él tan guapo e imponente como lo recordaba, ambos se sonrieron y se contemplaron por segundos que parecieron años, aquel momentos se sentía como la escenificación de un eclipse, donde una vez cada cierto tiempo la luna y el sol se rozaban y se unían por milésimas de tiempo, tan mágico y tan tenue.
Adelaine se levantó con alegría al escuchar el sonido del carruaje y Jacob salió detrás de ella con sutileza, al igual que sus primos, dejando atrás una mesa vacía, con la presencia desoladora de una Merida triste y desdichada, quien sufriría en silencio y lloraría en soledad, Merida mantuvo su postura recta y su vista fija en un punto ciego, con el pensamiento perdido, y los sentimientos removidos, Nathalia permaneció en la mesa observándole fijamente con desprecio, Merida noto la mirada de Nathalia y con desprecio Nathalia abandono la mesa dejando a Merida, sola y desdichada. Parecía que siempre se sentiría así.
Adelaine llego a la entrada de su casa en donde admiro a su tía Victoria, quien reposaba en brazos de su padre, desde muy pequeña siempre contemplo aquellas escenas, en donde ambos parecían dos enamorados, perdidos en la mirada del uno al otro y una molestia se instaló en ella ante tal imagen, tal vez porque sus padres jamás se habían visto con los mismos ojos que ellos se veían, a lo mejor era por eso, o por el hecho que la verdad permanecía frente a sus ojos. Jacob salía del marco de la puerta con calma y total desinterés, pues poco le importaba cualquier cosa que no fuera de interés. Se tenía la percepción que Jacob era un chico que tenía problemas para expresar sus sentimientos, pero ese no era el problema, o al menos no en su totalidad, ya que demostrar sus sentimientos no era un problema sino más bien relacionar algún sentimiento con alguien ajeno a él, como todos los que le rodeaban, ellos eran tan ajenos a él, a pesar que fuese su propia sangre, todos absolutamente todos, excepto ella, su alma.
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Puedo confesar que está historia nació únicamente de mi imaginación una tarde mientras escribía otra de mis obras.