Parte III
Al llegar a su habitación se topó con una recamara sencilla, una cama, un mueble y unos cuantos cuadros, cortinas largas que tras de sí ocultaban una ventana, con lentitud admiro cada espacio de aquella oscura habitación, camino lentamente hacia la ventana en donde corrió la cortina de textura áspera y admiro los vestigios de la ciudad enardecida, la admiro como un cuadro en óleo; con detenimiento, cada pieza, cada trazo.
La noche larga paso frente a sus ojos hasta la llegada del sol y la despedida de las estrellas. Frente a sus ojos vio dormir y despertar a una ciudad, frente a sus ojos admiro al mundo pasar, ante su ausente presencia. Aquella mañana se tornaría larga luego de despedirse por completo de París y alejarse, hasta llegar al puerto de embarque en donde un barco las esperaba con destino a Reino Unido, Aquel día fue gris para Adelaine quien con una inmensa tristeza vio alejarse de su amada tierra al abordar aquel barco que la llevaría a un destino incierto y desconocido, y ante tal realidad un pensamiento certero se adueñó de ella; De ahora en adelante estaría sola.
Más sola como nunca antes.
Tan sola como la luna y las estrellas.
Después de haber abordado, el embarque emprendió su destino hacia tierra lejana, alejándose lentamente de tierra Francesa y adentrándose en mar abierto, en donde estarían a la deriva del mar; ella y sus pensamientos se consumaran en la pena perpetua de aquel destino alejado que la aguardaba, sola y asustada era justamente como se sentía en ese preciso momento, el fuerte viento chocaba en su rostro y la profundidad del mar se dejaba contemplar desde la proa, y el viento frió de aquel viaje la dejo más que confundida con respecto a todo lo referido a su futuro en Reino Unido y la brisa fresca y fría se abrió paso entre los pensamientos profundos de Adelaine, el cielo gris advertía una pronta tormenta, tal vez tan fuertes como las penas de ella.
-Querida, ven- llamo su tía Nathalia con una sonrisa en el rostro.
Sacando así del letargo a su sobrina, a la pequeña Addy, con una última mirada hacia el horizonte se acercó a su tía, quien la admiraba con angustia. Nathalia nunca se consideró alguien muy empática, pero sin lugar a duda le tenía mucha estima a Adelaine; era ella la encargada de velar por su bienestar, y ante todo sabía que siempre había estado en buenas manos al lado de su hermanos Jacob quien siempre la protegía con mucha fiereza de cualquier peligro que la pusiera a ella en una situación delicada o peligrosa, pero ahora, ahora se alejaba de todo aquello, no había duda que la desesperación ante la ausencia de su hermano le estaba afectando, pero ella creía que era la mejor opción después de todo, era mejor así, antes que alguna desgracia volviera a manchar de nuevo a la familia Bélanger.
-Vamos, ven-le dijo a su sobrina con tono conciliador.
Observo su rostro, y noto lo verde de sus ojos, el parecido tan profundo que tenía con ellos, tan parecido a él, la tomo de los hombros y la guió a adentrarse a los pasillos del barco, lo último que ella quería era que la historia se volviera a repetir, volver a perder a un miembro más, de tan solo imaginarlo un escalofrió recorrió la columna de Nathalia y apretó aún más el agarre en los hombros de Adelaine, ella un poco desconcertada admiro el perfil de su tía quien parecía abstraída, pero pronto todo interés despareció, la tristeza era una más profunda, mucho más desoladora, y Nathalia en lo último que quería pensar era en ellos, y menos al tenerla a ella tan presente, a su Adelaine. La tormenta no se hizo esperar y acompaño el viaje que duro tres días hasta llegar al puerto de Saint Louisville, en donde las esperaba la familia de parte de su madre, supuso que sus abuelos estarían esperándola.
Ya al haber bajado todas sus pertenencia y encontrarse en tierra, Adelaine se sentía cansada y lo único que anhelaba era regresar a su hogar en Marsella, sus ojos veían en todas direcciones, todo le parecía confuso y un dolor punzante se asomaba por sus cienes, era exasperante aquel lugar, todos iban en todas direcciones, gente de acá para allá, su humor ya no era precisamente desolador sino más bien molesto, quería irse de ahí ya.
-Tía, ya nos podemos ir-insistió una vez más a su tía quien arreglaba su sombrero.
-No aún no Adelaine, se paciente-dijo con el tono de voz más reconciliador que encontró. Pero su gesto hastiado la delato.
Adelaine resoplo molesta, porque tardaban tanto, el movimiento y el malo olor que desprendía aquel lugar le provocaba nauseas.
-¡Oh, ahí está!- exclamo su tía Nathalia.
Adelaine sintió alivio; ¡Por fin, el mozo!, pensó con molestia, se encamino detrás de su tía hasta detenerse cerca de un carruaje, lo admiro bien y no parecía tan fino, ¿Es que acaso la familia de su madre eran alguna clase de mendigos? se preguntó con horror, su tía se giró en su dirección pero pego un respingo al notar la presencia de su sobrina tan cercana, sus ojos avellanas recayeron en los verdes de ella, y se desvió ligeramente detrás de ella; ¿Oh, pero a quien buscara? se preguntó Addy con un gesto de inquietud, volviéndose tras de sí, al no notar más que personas caminar sin orden alguno frunció su ceño pero la sorpresa la embargo al escuchar los alaridos de tía tras ella.
-¡Adelaine! ¿Porque nos has traído las maletas contigo?- cuestiono exaltada.
Adelaine se giró y observo el semblante molesto de su tía, la angustia se hizo de ella, abrió la boca pero nada salió de sus labios, apenada bajo la mirada, usualmente con ese gesto le era perdonado todo- exclusive de su madre, claro- pero no recibió la misma respuesta de su tía.
-Serás tonta niña, ve por ellas- dijo con molestia.
Adelaine se sintió indignada, esa no era su obligación, si no más de la servidumbre. Ella no había nacido para servir, si no para ser servida, pensó con semblante desafiante, al notarlo, Nathalia su gesto se endureció y sus manos se fueron a su cintura.