El Sauce De Adelaine

CAPÍTULO VI

Cuarta Parte

 

- Sí alguna vez te vas. Promete... - le dijo apenas en un susurró audible.

Él le observó fijamente, para luego tomar su mano delicadamente y unir sus palmas entrelazando sus dedos, sintiendo el calor tibio emanar de su pequeño cuerpo, de ese ser de alma pura y cálida.

Prometo encontrarte. - la interrumpió.

La vehemencia en su voz, le dejó claro a la joven de sólo quince años, qué él iría a dónde ella fuese, su mirada viajó a su mano, esa que estaba enlazada con la de él, unidas. Ambos se observaron fijamente mientras yacían en la cama de costado, uno frente al otro, tomados de la mano, en la oscuridad de la noche, con la luz de la luna y el silencio pasmoso, que únicamente dejaba escuchar el leve susurró del viento.

- ¿Y sí algún día me voy? Me buscaras ¿Verdad? - preguntó.

Jacob, le observó fijamente con semblante apacible, una sonrisa nació de entre sus labios bañada de ternura, con una de sus manos rozó la tierna piel de su mejilla que con aquel leve roce termino por teñirse del sonrojo más bello y precioso color. Adelaine, bajó su mirada y la posó en sus manos entrelazadas, cálidas y tibias, abrigadas por el calor de sus cuerpos. Y no pudo evitar aquel extraño, pero constante sentimiento nacer de entre su pecho, era una sensación cálida, pero tenue en todo el sentido de la palabra, lo más irracional de todo era que ni siquiera existían palabras para poder expresar aquella sensación, aquel sentimiento.

Él, ocultó en la penuria de la oscuridad de aquella habitación silenciosa, le observó con gesto inescrutable mientras tallaba su rostro iluminado por la luz de la luna, ése qué bañaba la mitad de su dulce e infantil rostro bañado en lunares danzantes en su piel tierna y fresca, lechosa, pura.

- Iría hasta el fin del mundo. Por ti, yo daría mi vida y mi alma sí así fuera. - aseguró con vehemencia.

No dudó de sus palabras, jamás lo haría, ni de sus palabras ni mucho menos de sus pensamientos. Para él no había nada más importante que la seguridad y bienestar de su querida y adorada, Addy.

Él la adoraba con su vida.

No la amaba cómo un hermano a una hermana, cómo un joven a una chica. No, su amor iba más allá de todo aquello, sin creerlo él la amaba más allá de su propia comprensión. Para un muchacho de apenas diecisiete, alguien qué no tenía idea de tantas cosas, que vivía en cambios constantes, tanto físicos cómo de pensamiento, qué no paraba de cuestionar cada cosa o situación a su alrededor. Jamás dudo, o se cuestionó aquel sentimiento, ése qué nacía como fuego ardiente desde el centro de su pecho y que le abrazaba el cuerpo, la mente y el alma...al tenerle, así, allí. Con él, junto a él.

Eso que ni las propias palabras podían expresar y que la mente pudiese razonar o siquiera comprender.

- Yo...me perdería en la oscuridad. Sin... nosotros abrazados, caería al vacío profundo. Lo sé. - añadió en el halo del silencio, susurrante, quieto, perdido en sus ojos.

Ella, perdida en su voz embriagante, en las caricias tiernas, en su mirada penetrante, sólo lo contemplo en completo silencio, dejándose llevar por las caricias de sus palabras, la embriaguez de su presencia. Por el sonido del silencio.

De su bello y arrullante silencio.

 

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Disculpas...y más disculpas por estar de nuevo desaparecida...pero, bueno. ¡Ya regresé!

Bueno a las corridas, pero volví.

De todo corazón gracias a todas las personas que han estaado y me han tenido paciencia.

Ya saben que con un voto o un comentario, me harian feliz...aunque solo fuera un triste punto. 

Sin más les deseo una linda semana.



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En el texto hay: primeramor, sufrimiento y lucha, epoca

Editado: 20.08.2023

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