El Sauce De Adelaine

CAPÍTULO VIII

Parte siete

|Danseur dans les mélodies|

¿Dónde has ido? - cuestionó.

La joven permaneció en completo silencio.

- ¿Cómo has podido escapar así? ¿Qué no piensas en nadie más que en ti, Sofí?- reprochó la joven iracunda.

- ¿Qué inmadurez te ha hecho creer en tremenda disparatada? ¿Has visto que casi le mata? Por suerte el vizconde ha sido generoso. - confesó.

Nathalia no cabía en la rabia ante la insensatez de su hermana menor, Sofí. Hacía unas horas atrás su padre y ella corrían en su búsqueda tras haber escapado y desaparecido por casi tres días, afortunadamente el vizconde de la Crùa fue generoso al informar rápidamente a la familia del paradero de la joven quién en son de engaños se abrió paso a escapar con Diamatrov Volkonov, un joven muchacho de origen Russo sobrino de los zares de la patria rusa, en dónde ella permanecía en la plácida propiedad de los padres del joven.

''Amor juvenil'' bromeó el vizconde ante la jugarreta de la joven, gracia que no le mermó a Jacques quien casi osa en matar al joven que le había robado a su niña adorada, pues ante sus ojos ésa era su única explicación, el creía conocer bien a sus hijos y saber bien de sus principios morales y éticos, ellos jamás harían tal deshonra, y menos su Sofí.

Pero Nathalia conocía toda la verdad y la molestia y decepción hacia su hermana era evidente.

- ¿No responderás ante tus actos?- le cuestionó iracunda.

La menor permaneció inmóvil y completamente en silencio mientras mantenía la mirada fija en el borde fino del piano color caoba que yacía en la habitación.

Un gemido de indignación escapó por los labios de la mayor quién pasmada ante la actitud de la menor inalterable, yacía cierto horror provocado ante tal grado de insensibilidad hacia la situación.

- ¡Pero responde!- exigió ofuscada.

Con la respiración agitada y los labios fruncidos Sofí posó sus posos verdes en la mirada feroz de su hermana.

- ¿Qué he de decir? ¿Explicarme? ¿Disculparme? ¿Qué ha de osar exigir tú presencia impertérrita?- expresó mordaz y cínica.

Los ojos oscuros desorbitados de Nathalia contemplaron el rostro dócil y apacible de la joven quién se expresaba con tal sorna.

-¿Entonces es cuando decides conculcar tus propios valores? - exclamó con indignación.

¿Es que acaso no fueron claras mis intenciones cuándo me dirigí a ti? ¿Vienes y creas una hecatombe en contra mía tras pedir de tú entera ayuda? Me heriste, me diste la espalda - expresó mortificada.

- ¿Qué yo te herí? Y por eso haces y deshaces a santa voluntad. - concluyó harta.

Sofí al escuchar a su hermana rompió en llanto puro, víctima de su inconciencia ante sus acciones, que no sólo le perjudicaron a ella sino a su hermana mayor, incluso al apellido Bélanger.

Cansada Nathalia suspiró y presa del agotamiento se llevó una mano a la cabeza.

Terriblemente todos sus esfuerzos por encontrar primero a su hermana no rindieron frutos, pues bastó unas horas para que el vizconde se comunique con Jacques quien rápido se dirigió a Moscú. Al llegar esto a oídos de Nathalia presa de la pena y aflicción regresó a su hogar para tener un decaimiento físico que se generó a causa del estrés que le provocó la situación, sus músculos permanecían tensos y la fiebre se apoderó de ella, tres días en reposo en lo que esperaba al huracán de su padre.

Evidentemente este al notar que su hija mayor quién raramente enfermaba, le ordenó no moverse de la cama hasta recuperarse, pero esto no evitó que ahora Nathalia se encontrará en la recámara de la acusada a quien reñía duramente.

Nathalia se sentó en la silla de madera y contempló a su afligida hermana.

- Deja de llorar, eso no resolverá nada. - acotó seria.

La muchacha sollozante contempló a la joven que con rostro escueto y distante le observaba.

- No hables así, es cómo escuchar a padre. - reprochó la joven.

Nathalia suspiró profundamente agotada.

- ¿Qué haré contigo Sofí? - se cuestionó Nathalia.

La muchacha con los ojos y nariz irritados secaba con sus delgadas y finas manos sus mejillas humedecidas con un pañuelo.

- ¿Tan malo fue lo que hice? - se cuestionó.

Nathalia le contempló seria y en silencio con un gesto inescrutable pero que marcaba cierta ironía.

- ¿Amar es tan malo? - inquirió la menor

Nathalia en silencio le observó para acto seguido levantarse de la silla y caminar hacia la ventana.

- El amor es distinto. Dista de lo que tú sientes o piensas sentir. - aclaró.

- Yo sé lo que siento. - aseguró apresurada la muchacha.

Con la mirada puesta en los frondosos árboles que yacían frente a la propiedad Nathalia bajó la mirada e inconsciente se llevó una mano al pecho.

- Hay mucha diferencia. - dictó.

- ¿Cuál? - le cuestionó

Con una bocanada de aire y el semblante abstraído sus dedos tocaron el pequeño relicario que adornaba en su cuello. Y al ser consciente de tal gesto, contempló el objeto, para segundos más tarde girarse y observar a la joven, dulce e inexperta Sofi.

- ¿Habías visto alguna vez esté collar?- cuestionó apacible.

La muchacha fijó sus esmeraldas verdes en el objeto que lucía en su centro, una pequeña sortija que a simple vista se veía sencilla, de un color gastado, tal vez, ni siquiera era de plata, ni cobre, sólo era un metal que colgaba de un fino collar de oro. La muchacha al notar esto evidentemente desconcertada frunció el ceño, no comprendía bien, pues en vez de un anillo, aquella gargantilla de oro colgaba y exponía una hermosa y delicada hoja de olivo pequeña y no un trozo de metal. Pues, ése fino collar que con tanto recelo y fervor cuidaba Nathalia había pertenecido a su madre.



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En el texto hay: primeramor, sufrimiento y lucha, epoca

Editado: 20.08.2023

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