Capitúlo I
Le silence
_____________________________________________________
Le silence
Una vez en la ventisca de un viento tan cruel, bañado en la más profunda y embriagante nieve blanca, que ocultaba y congelaba cualquier belleza, apropiándose así lentamente de cualquier paisaje, condenado al terrible destierro de la perpetuidad eterna al profundo silencio de aquel profundo invierno. Desde la ventana la pequeña Adelaine no podía sacar las palabras tan duras que su madre una vez pronunció.
Pues una tarde cálida Adelaine de ocho junto a su hermano Jacob jugaban amenos por toda la casa corriendo y jugando sin parar. En este va y ven de su ajetreo la pequeña tropezó con la alfombra y al caer sus rodillas sufrieron el impacto, el fuerte estruendo se escuchó por todo el pasillo, sus manitas amortiguaron el golpe y tras aquello un sonido limpio y ensordecedor lleno toda la estancia, silencio total.
Jacob entraba por el pasillo y al notar a su hermana en tal posición supuso lo peor, su aletargo surgió del silencio apacible. Pues ella permanecía en la misma posición inalterable, postrada en completo silencio.
- ¡Addy! ¿Te has lastimado? Déjame ayudarte.- Se pronunció alarmado.
Y antes de que este posara sus manos en su cuerpo ella se levantó rápidamente ante su presencia sorprendida por tal acto.
-¿No te has lastimado? ¿No te duele?- Cuestionó el joven con estupor.
Pues era bien sabido que como cualquier niña Adelaine al lastimarse solía caer en la más cotidiana actitud de llorar con pucheros y todo el dramatismo del mundo. Que evidentemente Jacob apaciguaría con atenciones y mimos constantes.
Pero...ahora.
-No. Ven, vamos a jugar.- Demandó la niña imperturbable.
Ante aquella actitud tan sorprende de la pequeña, Jacob, no mencionó nada más al respecto, sin embargó, tan poco hizo mucho caso de la extraña sensación que esto le provocó, aquel malestar en la boca del estómago.
Aquella sensación de...impotencia.
Él siempre sabía cómo, manejar, controlar todo a su alrededor. Siempre...hasta ese día.
Al terminar de jugar ambos fueron a merendar al comedor junto a sus padres, la niña disfrutaba de sus galletas con mermelada, con la fija atención de Jacob puesta sobre ella en todo momento, después de lo sucedido no se lo podía sacar de la cabeza, aquello, el silencio.
Su madre, Merida se levantó de la mesa sin decir nada, ausente, esto no perturbo a nadie en la mesa más que a su hija pequeña, quien rápidamente la siguió, como solía hacerlo con tan frecuente constancia.
Aquel día la fuerte ventisca hacía un suave soplido junto a el viento generando un sonido lejano, al llegar a la chimenea la mujer se desplomó en el sofá cercano a la chimenea y ahí acercó sus manos para calentarlas, la niña observó a la lejanía las manos delicadas de su madre con las dos sortijas en el anular, su perfil suave y sereno, en silencio.
- Ve con tú hermano.- Demandó la mujer, sería.
En ningún momento la observó.
La niña con un puchero de tristeza negó con la cabeza haciendo que sus mechones negros se agitaran violentamente. Nunca lo comprendía.
- ¿Por qué no me quieres?- cuestionó la niña con la mayor de las tristezas bañando su suave y quebrada voz.
La mujer aguardo un profundo y espeso silencio por largo tiempo, sin decir nada observó el salvaje fuego, moviéndose a su antojo, siendo brillante, tibio, ardiente, creando y destruyendo.
La niña con el pasar de los minutos no pudo evitar sollozar, fue cuando la mujer reaccionó a su presencia, entonces respondió.
- Un día crecerás y así como hoy, te caerás y tendrás que levantarte, entonces nadie preguntara por tu bienestar, no habrá nadie, solo el silenció y tú dolor, entonces, no quiero que llores y dudes más. Quédate con el silencio, aprende de el, y veras que un día no necesitaras más de nada...ni siquiera de este calor.- pronunció terminando de observar el fuego.
Entonces aquello no respondería la pregunta de la niña quien en ese entonces no terminaría de comprender todo con exactitud, pues con el pasar del tiempo aquello lo interpretaría y lo asimilaría con la fuerza y la valentía, sin embargo, tendría que pasar el tiempo y el dolor más profundo para que entonces aquello tomará tal sentido.
Le saule d'Adelaine
_______________________________________________