El Sauce De Adelaine

Tomo II

Capítulo II

Al entrar a la habitación Adelaine no pudo evitar sentir como su alma escapaba por su boca. Una habitación de luz tenue, cuatro paredes y un joven a espaldas, frente a ella, yacía. Todo inundado en silencio.

El horror y el pánico se apropiaron rápidamente de su mente. ¿Qué hacía?  ¿Quien era él? Ni ella lo sabía, no conocía su rostro, sus ojos o el sonido de su voz, ni recordaba el nombre de él, recordaba que su tía lo había mencionado, junto a su apellido, pero...él era solo un extraño a sus ojos.

Todo era extraño, vago y desconocido últimamente, incluso ella ya no era lo que una vez solio conocer. Ella ya no era la misma, ya nada era lo mismo, desde hace mucho. Y ya nada volvería a serlo.

Lo sabía, ella sabía.

Y eso solo le provoco una punzada fuerte y dolorosa en el pecho.

La hizo reaccionar, cuando él se volteó y ambos por fin se contemplaron frente a frente.

Él la observó atento y en completo silencio con aquellas grandes orbes brillantes, de facciones serenas. Un rostro apacible y dócil. De ojos almendrados y cabellos castaños la simetría de su rostro lograba tal mesura.

Su boca quedó entre abierta dejando escapar un soplo de aire, sin saber si de alivio o de exhaltación, ni ella lo supo interpretar en su momento.

Él se aclaró la garganta rompiendo aquel  silencio espeso entre ambos.

- Señorita Bèlanger. - Saludó cordial.

El silencio permanecía estático en la habitación. Al compás de sus respiraciones lejano se empezaba a escuchar el cantar de las aves, dando la bienvenida aquel día.

Ella le contempló en total silencio, su corazón Latía a mil por hora, la punta de sus extremidades permanecían heladas y su boca reseca.

El de nuevo se aclaró la garganta desviando ligeramente la atención de ella.

- Es un placer Señor...- expresó circunspecta.

Ida en su propia memoria desvanecía fue víctima del más bochornoso momento. Lo había olvidado ¿El qué? Su nombre.

El no pudo sonreír levemente y con gesto sereno posar toda su atención en ella.

- Josella Dupòn't. - aclaró.

Ella asintió con aquellas facciones serenas.

Serena de espíritu. Fue lo que pensó él al verle aquella madrugada, al contemplar minucioso cada facción, cada peca y lunar, en las fibras de cada cabello siendo tocado por la mañana, en el verde de sus ojos tristes y brillosos. Entonces él no sabía nada de ella.

Y ella tampoco de él.

- Josella. - Susurro tímida.

- Si - Respondió algo divertido ante la expresión tímida.

¿Le apetece té? - Cuestionó tras unos segundos después.

Ella asintió y tomó asiento frente a él.

Él sirvió el té ante la atenta mirada de ella, tomó asiento y se terminó por servir té. Le contempló en silencio y ella no pudo evitar bajar la mirada, no sabía que decir.

¿Qué decir? Ella no lo conocía, no podía ser más incómodo aquella situación.

Él bebió de su té y carraspeo tras el proceso aclarando se la garganta.

- Entonces, usted es hija de James Bélanger. - Pronunció con la voz firme y su atención puesta en ella.

Ella lo observó en silencio por un momento, bebió de su taza al sentir la boca seca y prosiguió a preguntar.

-¿Usted le conoce?- la curiosidad baño cada palabra.

Él asintió seguro con una fugaz sonrisa formando en su rostro.

Y ella no pudo evitar pensar en lo blanca que su piel se veía ante el suave roce de la luz, en el oscuro y mediano lunar de su mejilla y como aquel traje oscuro lo hacía resaltar. De hombros anchos y de estatura alta sentado frente a ella la hacía parecer una pequeña muñeca de porcelana. Ella sentía que él la veía así.

Pequeña, frágil.

- Tienen un negocio favorable y próspero, es popular entre la burguesía.- comentó.

Ella no pudo evitar hacer un leve gesto de molestia, casi imperceptible. Él no lo noto.

- Claro. - contesto a secas.

- Mi familia también mantiene negocios de exportación e importación de hecho...- comentaba.

Ella no pudo evitar interrumpir algo desesperada con la mano en la taza de té y la ira en su regazo apretó con los dedos su vestido.

- Señor Dupòn't quisiera que nos enfocáramos en el tema principal. Me refiero a lo que hoy acontece. - explico algo nerviosa.

Él asintió y le observó con gesto inescrutable por unos largos segundos.

- Admito que me sorprende su urgencia. Pero usted está en lo correcto. - expresó.

- Disculpe por ser tan impertinente debo parecer desesperada. - admitió algo apenada.

- En lo absoluto lo es. Solo quería conocerla un poco, saber algo sobre usted. - expuso relajado.

Ella sonrió.

¿Conocerla? Si, por supuesto, se dijo sarcástica a sus adentros pero una cosa no pudo más con ella y sin pensarlo más lo dijo en voz alta.

- De eso habrá tiempo después. - aclaró tranquila.

Él asintió de acuerdo con ella sin pensarlo ambos notaron cómo la madrugada se había convertido en mañana, el tiempo había pasado rápido frente a ellos y ninguno lo noto en su momento, tan sumergidos en nervios y miles de preguntas.

Entonces, Adelaine se preguntó si en el futuro pasaría igual, así, al lado de aquel hombre, si el tiempo pasaría igual cuando estuvieran juntos, si ella sería...capaz de no sentirlo pasar.

No pudo evitar sentir un sentimiento de culpa embargarla por completo por pensar aquello, ni siquiera supo la razón del porqué. Bajo la mirada en un gesto sutil que denotaba tristeza y una pena profunda.

Y él joven rápido lo noto. No pudo evitar preguntar aquello que por su mente lleva rondando desde que su padre le hablo de aquella unión entre los Dupòn't y los Bèlanger. De la unión entre él y una joven chiquilla de la cual no conocía nada, hasta este preciado momento. Dónde contempló aquel suave y juvenil rostro de piel perlada y ojos cautivadores pero que denotaban una gran y profunda tristeza.



#33277 en Novela romántica
#21261 en Otros
#1548 en Novela histórica

En el texto hay: primeramor, sufrimiento y lucha, epoca

Editado: 20.08.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.