Años atrás...
El clima frio de Aragón se filtra por las ventanas de la pequeña habitación color rosa. Al pie de la cama una pequeña niña con rulos esparcidos en las puntas de su cabello color rojo como el fuego se encuentra mirando atentamente la ventana mientras abraza el pequeño oso de felpa a su cuerpo.
Un pequeño destello de alegría la invadió pensando que aquella mujer que estuvo esperando durante ya cinco años apareciera y la llevara consigo de nuevo a casa, pero no, no había nada, o al menos no frente a la ventana.
De la esquina de la habitación de la niña surgió una figura, era un chico de ojos verdes eléctrico vivo, cabello castaño, pero, aquel chico en si no era normal, pero tranquilos no es un ladrón o alguna especie de monstruo que creemos que habitan en la noche en las esquinas de nuestros cuartos, debajo de la cama, en el armario o incluso debajo de las escaleras, no, este chico era distinto a ellos, porque un par de alas sobresalían de su espalda, dos alas blancas relucientes, al igual que su hermosa sonrisa al estilo Colgate.
Lindo, lindo, lindo, fue lo que pensó la niña cuando lo vio, lo cual no sería típico de un niño de ese pueblo, ya que estaban acostumbrados a huir de lo desconocido, tanto niños como adultos no eran muy que digamos de mente abierta, huían de todo, tanto que consideraban "malo" o "engendros del mal" a aquellas personas que aceptaban lo "distinto".
— ¿Mamá te envió? —le pregunto la niña, a lo cual él se desconcertó por dicha pregunta.
— ¿Tu mamá? —le dijo, ya que él no tenía el conocimiento de que aquella niña supiera la realidad de su madre, su voz era dulce, débil y llena de sentimientos.
— ¡Sí! la mujer que me visita todas las noches.
— ¿Y cómo se llama? —le pregunto el ángel para asegurarse que la pequeña realmente supiera de lo que hablaba.
—Mhm... Recuerdo que dijo que se llamaba... —la niña se lo pensó un momento, porque siempre se confundía con el nombre de aquella mujer—. ¿Perfore?, ¿Sole?... ¡Perséfone! Ella me vista todas las noches.
El chico se le quedó viendo y después de meditarlo se acercó a la niña con pasos cuidadosos como si tuviera miedo que todo esto se desvaneciera en un chasquido de dedos.
— ¿Cómo te llamas? —le pregunto el chico a la vez que se arrodillaba para quedar a la altura de la niña que solo lo miraba atentamente.
—Katherine Elis Atos —la pequeña le sonrió y así mostrando sus dos ventanitas dónde la falta de dos dientes era sumamente notable.
— ¿Elis Atos? —pregunto el chico con confusión.
—Sí, bueno tengo cuatro apellidos —le dijo mientras levantaba cuatro dedos de su mano derecha—. Elis Atos y James Vargas.
El ángel suspiro mientras jalaba de su cabello y murmuraba frases sin sentido que la pequeña no alcanzaba a distinguir.
—Dime, Katherine ¿Ella te dio los apellidos?
—No, me lo dijo el cuervo —la pequeña el explico señalando a la ventana donde una rama del árbol se encontraba en su cercanía con un cuervo posado sobre éste—. Él lo sabe todo.
La piel del ángel se erizo mientras sentía como su cuerpo se tensaba. Tener un cuervo al lado de... De un niño no es buena señal, ya que los cuervos sin seres salvajes, sádicos y traicioneros, aparte que en viejas leyendas el cuervo se considera un ser maligno, relacionado con el diablo, demonios y el mal, y cuando hay un cuervo cerca solo pueden pasar dos cosas, o alguien va a morir y el solo viene a recoger el alma o el mal se acerca.
— ¿Cómo se llama el cuervo?
—Malthus —dice mientras una sonrisa se extiende por sus labios.
«Tan inocente la niña como para no saber que realmente es ese cuervo y de lo que llegaría a ser capaz de hacer» pensó el ángel mientras se arrodillaba frente a la niña, doblando sus alas para dejarlas tras la espalda, tomo la pequeña mano y la envolvió entre las suyas.
—Escúchame bien pequeña, ¿Si? —la pequeña solo asintió—. Una persona que te quiere mucho, me mandó a decirte que ellos ya no van a venir en las noches, que ahora yo te voy a cuidar.
— ¿Por qué? —un puchero se formó en los labios de la niña mientras pegó un golpe con el pie al piso.
—Es por tu bien, ellos no quieren que te hagan daño. Y por eso desde ahora yo me quedaré contigo en las noches, alejare cualquier pesadilla tuya.
—Pero para eso tengo a Malthus —lo interrumpió a mitad de la oración.
—Sé que tienes a Malthus, pero el también necesita descansar, es un cuervo ocupado ¿Sabes? Malthus es un... Es como un trabajador de atención al cliente, él es único —y como si el cuervo logrará saber que hablaban de él, grazna mientras agita sus alas—. Pero el punto es que necesitas a alguien contigo, y yo seré como... tu ángel de la guardia, te protegeré y no te abandonaré, no te dejare sola.
— ¿Enserio? —pregunta mientras da saltitos y abraza al ángel—. ¡Gracias! Ya no estaré sola, ya eres mi amigo.
—Sí, amigos —dijo entre un suspiro mientras miraba con curiosidad a Katherine.
—Entonces si seremos amigos, ¿Cuál es tu nombre?
—Yo... No tengo nombre —la niña jadeo horrorizada mientras soltaba sus manos de las de entre el mientras caminaba desesperadamente por la pequeña habitación.
— ¡¿Cómo?! ¡Eso es un horror! ¿Tus padres no te lo pusieron? —la cara de la niña era graciosa y una pintura de la personificación de la indignación. El solo negó con la cabeza mientras miraba con diversión a la pequeña.
«Al menos mi trabajo no será tan aburrido» pensó él.
—Entonces yo te buscare un nombre.
—Okay —solo se encogió de hombros mientras asentía.
—Haber... ¿Qué te parece Blue?
—Ni que fuera un perro.
— ¿San?, ¿Robert?, ¡Sirius Black! —la niña le dijo mientras sostenía el libro de Harry Potter en sus manos.
—No soy un brujo, soy un ángel.
— ¿Aidan? qué te parece ese nombre —la pregunta tan ingenua e inocente de la niña le hizo borrar sus sonrisa de un segundo para otro.
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Editado: 18.08.2021