El secreto Bungalú

Capítulo 1

—Alice ¿a dónde crees que vas? -pregunta Aranza su mejor amiga, una joven alta de 24 años, de cabello corto y ojos negros.
—A conocer -contesta Alice muy emocionada, que en ese momento se encontraba sentada en el sillón de su propia casa. Es una mujer de 26 años con el cabello rojizo ondulado y ojos cafés.
—¿Estás loca? Nadie sale de Uberdruss, es demasiado peligroso -dice Aranza muy preocupada.
—Si no se enteran de que soy una Bungalú estaré bien -responde Alice sin una pizca de preocupación. 
Ella estaba decidida y su amiga no la iba hacer cambiar de opinión.
—Los defensores de Anti-Magia están por todas partes con sus detectores, se darán de cuenta.
—Tonterías, hace siglos que los Bungalús y las criaturas mágicas están considerados extintos entre los humanos corrientes, ni se imaginarán que hay una por allí.
—¿Y sí te capturan?
—Me esconderé muy bien. Soy suficientemente mayor como para cuidarme sola.
—Estas totalmente loca ¿Qué piensas encontrar allá? -pregunta Aranza alterada, no quería que su amiga de toda la vida fuera a caer en manos de los malvados de Anti-Magia, que de seguro la torturarían.
—Ver más mundo aparte de Uberdruss -responde Alice suspirando. Siempre había tenido la duda de cómo vivían los humanos corrientes, esos que viven fuera del mundo mágico de Uberdruss.
—Aquí en Uberdruss está todo lo que necesitamos.
—No para mí.
—Los humanos corrientes no tienen magia ni nada, te aburrirás allá -indica Aranza exasperada. Se le estaban acabando las opciones para convérsenla y Alice era exageradamente terca.
—Eso lo deseo averiguar por mi propia cuenta.
—¿Qué dice tu esposo Kelder?
—Él apoya mi decisión como siempre -responde Alice orgullosa de siempre ganar las discusiones con su esposo.
—Será que él nunca puede convencerte cuando se te mete algo en la cabeza. 
—Un esposo debe apoyar siempre a su esposa. 
—Y también hacerle ver cuando está equivocada -replica Aranza con firmeza.
—Pero yo no estoy equivocada.
—Eres un caso perdido -comenta Aranza decepcionada y se sienta junto a Alice.
—Al contrario, iré a reencontrarme conmigo misma.
   Aranza se despide muy molesta y desanimada. La abraza con fuerza y se va de la casa de Alice. 
Alice suspira, no le gustaba estar en discusiones con Aranza, pero ella había tomado una decisión e iba a cumplir su sueño de conocer el mundo humano corriente.
   Se acerca a lo que parece un gran reloj que esta puesto en todo el medio de la sala.
—¿Cómo se usará esto? Jamás he usado un transportador mágico… dicen que es muy fácil de usar.
   Ella toca el botón rojo que está situado en el medio, piensa en donde ir y en su mente piensa la palabra mágica “transportais”. 
   Llega a un callejón desconocido en donde sólo hay un gran reloj transportador (que obviamente los humanos corrientes piensan que es un simple reloj antiguo).
—¿Realmente lo logré?
   Observa a todos lados. Todo simple, sin rastros de seres mágicos ni ningún tipo de magia.
—Efectivamente, estoy fuera de Uberdruss ¡Qué fascinante!
   Va caminando.
—Lo primero y principal es encontrar donde alojarme, pero no poseo dinero de aquí. Debería encontrar trabajo en una casa, pero ¿de qué? Yo no nací para limpiar. A ver… debí de pensar en todo esto antes de venir. Creo que me precipité un poco.
   Se la pasó recorriendo y pensando por todo el lugar.
Un señor de cabello, ojos negros y bigote, sale de su casa despidiéndose de sus tres niños pequeños.
—Se cuidan, volveré enseguida, los quiero -dice él con prisa.
   Alice lo observa y queda pensativa.
—De acuerdo, trabajaré como niñera, es perfecto. Sólo debo cuidar a unos niños y me dará tiempo de conocer y pasear. Ahora debo encontrar a una buena familia que me contrate. Esto no es tan fácil como imaginaba.
   Los tres niños (dos niños y una niña) cierran la puerta cuando ya no pueden observar a su padre a lo lejos.
—¡Perfecto!, No hace falta buscar mucho… él parece un buen padre. Los niños no parecen maleducados ni malcriados, eso creo, pero ya él se ha ido y no sé dónde estará. Mejor espero aquí cerca a que regrese, espero que no tarde demasiado en volver.
   Pasaron varias horas y el señor por fin regresa a su casa. Alice se acerca a él.
—Quisiera tener el gusto de presentarme ante usted, soy la señorita Alice Verbinder y estoy muy segura que mis servicios como niñera son requeridos en su hogar.
—¿Una niñera? No, mis tres hijos saben cuidarse solos -contesta el padre bien relajado. Desde que murió su esposa hace dos años sus hijos se quedaban solos hasta que el volviera a casa y su hijo mayor se quedaba a cargo.
—Tres niños pequeños no deberían quedarse solos tanto tiempo, existen muchos peligros que los niños desconocen -recrimina Alice cortésmente.
—Bueno sí…
—Los servicios de la niñera Verbinder siempre son requeridos y me daría mucho gusto alojarme en su casa para cuidar a sus hijos -lo ve a los ojos y los de ella brillan de un color verde intenso.
—Tiene usted toda la razón señorita Verbinder queda contratada.
—¡Excelente!
—Soy Rogelio Campos que mala educación no haberme presentado antes.
—No se preocupe señor.
—Pase para que conozca a los niños y tenemos una habitación de huéspedes donde se puede alojar.
—¡Magnifico!
Entran los dos a la casa.
—NIÑOS YA LLEGUÉ -grita Rogelio. 
Los tres niños bajan las escaleras y observan a la desconocida mujer que esta junto a su padre.
—¿Quién es ella? -pregunta el niño mayor.
—Es la señorita Verbinder y será su niñera a partir de ahora -contesta Rogelio con alegría.
—¿Niñera? -se sorprende la niña.
—Jamás dijiste que contrariaras a una -se queja el niño mayor.
—No lo había pensado hasta ahora. Él es Roberto el mayor, ella es Antonieta la del medio y él es Rafael el menor.
—Mucho gusto en conocerlos mis queridos niños -responde la señorita Alice Verbinder con una sonrisa.
 



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Editado: 18.12.2021

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