La mañana llegó rápidamente a la casa Campos. Alice se despertó con alegría en la habitación de huéspedes que habían acomodado para ella. Se sentía como una niña pequeña, emocionada por lo que le esperaría y vería durante el día.
Rogelio ese día tenía una reunión muy importante y se fue al trabajo más temprano de lo habitual, así que era el deber de la niñera Verbinder despertar a los niños para que se prepararan para ir al colegio.
Subió las escaleras hasta la habitación que compartían los tres niños. Cada uno dormía en su respectiva cama.
—A levantarse que ya es de día -dice Alice en voz alta y tocando la puerta para ocasionar más ruido.
—Es muy temprano todavía -se queja Antonieta medio dormida.
—Tonterías, es la hora que su padre me avisó para despertarlos para ir al colegio, ¡rápido, rápido!
—Tengo sueño -dice Rafael bostezando.
—Nada de sueño. Quiero verlos a todos en 10 minutos para desayunar.
Los tres niños bajaron soñolientos.
—Perfecto, desayunen rápido para que no se les haga tarde, yo personalmente los llevaré al colegio.
—Eso no hace falta, nosotros siempre vamos solos -contesta Antonieta con prepotencia.
—Es mi trabajo como niñera cuidarlos y acompañarlos -responde Alice muy decidida.
—Podemos cuidarnos solos, estamos grandes -dice Roberto con antipatía. No le gustaba que lo trataran como un niño (aunque eso es lo que todavía era).
—12, 10 y 8 años no me parece unas edades de adultos -indicó Alice con determinación.
—Somos suficientemente grande para ciertas cosas -menciona Antonieta.
—Pero mientras yo esté aquí me encargaré personalmente de ustedes, así que los llevaré al colegio, sin quejas.
—Ajá.
—Ningún ajá, que manera tan maleducada de responder a tus mayores. Se responde sí, señorita Verbinder.
—Sí señorita Verbinder.
Van de camino al colegio. Como quedaba a unas cuadras de allí fueron caminando y Alice aprovechó para conocer más el lugar.
—¡Rápido, rápido! Con paso firme y sin distracciones.
—No hace falta apurarnos tanto -se queja Roberto.
—Y el colegio queda cerca -dice Antonieta.
—Me alegro saber que el colegio queda cerca <<Porque si no estaría completamente pérdida>> Mi lema es nunca llegar tarde. Es de muy mala educación hacer esperar a alguien.
—Nadie nos espera, sólo es el colegio -contesta Rafael.
—¿Y ustedes piensan que la maestra no los espera? Un estudiante ejemplar llega a tiempo en el horario estipulado.
—No podemos decir que somos estudiantes ejemplares -comenta Antonieta incómoda.
—¡Oh!, no en mi cuidado. Revisaré y repasaremos sus estudios.
—¿Estudiar en casa? -pregunta Roberto.
—Por supuesto, si poseen fallas tenemos que repararlas y eso sólo se logra estudiando aplicadamente.
—Eso es injusto -reclama Antonieta.
—Ya estudiamos en el colegio, con eso es suficiente -dice Roberto tratando de convencerla.
—Por lo que me han contado no es suficiente -indica Alice.
—Tampoco es que vamos tan mal…
—Un niño bajo mi cuidado siempre será un niño ejemplar.
—Pero…
—¡Magnifico! Ya llegamos. Cuídense, estudien mucho. Volveré a la hora de la salida.
Deja a los niños en la entrada y el portero se le queda viendo embobado. Ella sigue su camino sin percatarse.
<<Tengo que hacer un buen recorrido para conocer el lugar y acostumbrarme como es todo por aquí>> piensa Alice.
<<Todo aquí es tan… simple. Realmente esperaba un poco más de emoción. Sólo llevo un día aquí, no debo impacientarme>>
Alice recorrió el lugar. Vio muchas tiendas y casas. Se acerca a una pastelería llamada “Dulce apetito”. Alice observa la vitrina, muchos dulces eran parecidos a los que ya conocía en Uberdruss y otros les resultaban extraños y exquisitos
<<El señor Rogelio me dio un adelanto de mi sueldo para comprar lo que me hace falta. No puedo gastarlos en caprichos>>
Y siguió su camino.
<<A ver ¿qué es lo que más necesito?>>
Observó a su alrededor y después a ella misma.
<<Este vestido largo no encaja. Debería comprar algo de ropa para no destacar tanto>>
Se sentó en una silla de una plaza.
<<Pero, ¿qué ropa es la apropiada para mí? No conozco la moda de este mundo. Observaré a las mujeres pasar y compraré algo parecido a lo que ellas llevan>>
Y así hiso. Algunas ropas se veían, sencillas, demasiado descubiertas o demasiado elegantes o ridículas y exageradas.
<<Esa mujer tiene todos los senos afuera ¿de verdad permiten que salga así tan exhibicionista?>> piensa observando a una mujer con grandes senos y con una blusa de escote muy profundo.
<<No es tan diferente a lo que he visto antes en Uberdruss, claro son menos coloridos y mucho más sencillos. Les haría falta algo más de adorno. Soy una niñera, no debería usar ropa tan descubierta ni escotada. Unos pantalones me vendrían bien, tengo muy bonitas piernas. Mejor iré a las tiendas y escogeré lo que más me guste. Pero no sé cómo se maneja el dinero y no quise preguntarle al señor Rogelio, se vería muy raro que preguntara algo como eso>>
Entró a las tiendas y haciéndose pasar por una extranjera pudo conseguir ayuda para comprar.
Las horas pasaron volando y se devolvió para recoger a los niños en el colegio.
—¿Cómo les fue en el colegio, niños? -les pregunta Alice muy emocionada con sus bolsas de compras en las manos.
—Normal -responde Roberto aburrido.
—Pero, qué poca emoción.
—El colegio no es nada emocionante -contesta Antonieta.
—Tonterías, yo me divertía mucho en el colegio cuando estudiaba. A veces quisiera revivir esos momentos en los que todo era tan simple y no había preocupaciones ni responsabilidades.
—¿Dices que ser adulto es malo?
—No es malo, sólo más complicado.