El secreto Bungalú

Capítulo 11

—Hoy tengo que realizar una diligencia, así que nos dirigimos hacia el banco -le informa Alice a Rafael en voz baja.
—¿Sacará dinero?
—Efectivamente, necesito algo de efectivo para cierto artículo que tengo que comprar. Tú como siempre tienes que comportarte como todo un caballerito y guardar silencio.
—Sí, señorita Verbinder.
 Entraron a la habitación de Alice y se colocaron frente al reloj antiguo que era el transportador fijo hacia Uberdruss. Como siempre Alice tocó el botón rojo mientras sostenía la mano de Rafael. 
 Y en un segundo, los dos ya estaban en Uberdruss. Caminaron un poco y llegaron al banco que se encontraba muy cerca.
—Nadie pasa por aquí sin pagar -les dice una extraña criatura verde.
—¿Qué es eso, señorita Verbinder?
—Es un monstruo territorial, así que este debe ser su territorio.
—¡Dejen de hablar!
—Y no les gusta que lo ignoren -murmura Alice.
—Paguen o serán comidos.
—¿Comidos? ¿Nos va a comer? -pregunta Rafael aterrado.
—Así es pequeñito, sino pagas tú serás mi alimento, aunque un niño no tiene mucha carne -le dice la criatura.
—Iba a ser mi merienda, pero aquí tienes una bolsa de galletas -dice ella con la bolsa de galletas que sacó de su cartera.
—¿Galletas? ¿De qué clase son?
—Avena.
—Prefiero las de vainilla, pero me conformaré.
 Alice lanza la bolsa.
—Pueden seguir, pero no olviden que cada vez que pasen por aquí deben pagar -dice la criatura comiendo las galletas.
 Alice y Rafael siguieron su camino.
—Señorita Verbinder, esa cosa me da miedo.
—Lo sé, es horrible. Pero si le pagas con comida no te hará ningún daño. No esperaba encontrarme con ninguno de esos por estos lugares. Han pasado muchos años que no vengo por esta zona -comenta Alice.
 Rafael voltea a mirar varias veces mientras caminaban.
—Tranquilo querido, no nos persigue. Debe estar comiendo.
 Llegan al banco.
—Buenos días, he venido a hacer un retiro -le dice Alice a la cajera.
 Deja su identificación, tarjeta y cheque sobre la taquilla.
—Enseguida, señora Verbinder.
 <<Como detesto que me digan señora>>
—Aquí tiene, buen día -dice la cajera entregándole el dinero.
—Igualmente.
 Ellos dos se retiran y van caminando por la calle.
—¿Señora? ¿Tan vieja me veo? -se queja Alice muy disgustada.
—A las mujeres adultas o casadas se les llama señora.
—Es que cuando me llaman señora me siento tan anciana. Yo aún soy muy joven.
—¿Qué edad tiene usted señorita Verbinder?
—26 jóvenes años mi querido caballerito. Todavía estoy en la flor de la juventud.
—Yo tengo 8 -comenta Rafael enseñando el numero con sus dedos.
—Efectivamente, y todavía te queda mucho que aprender.
—¿Cómo que cosas? -pregunta el niño con interés.
—Eso lo irás aprendiendo poco a poco.
—En el colegio me enseñan muchas cosas.
—Y esas son informaciones muy importantes para tu futuro, también existen otras informaciones que son experiencias de vida.
—¿Experiencias de vida?
—Son las que aprendes durante tu vida y nadie te las enseñan -dice Alice sabiamente.
—¡Guao!, usted sabe mucho, señorita Verbinder.
—Para nada querido, a mí también me queda mucho por aprender.
—Pero, eres una adulta y sabes muchísimo más que yo.
—Efectivamente, mi querido caballerito.
 Siguen caminando y Rafael va observando todo a su alrededor con emoción y asombro. Se veían tantas tiendas y seres mágicos.
—Señorita Verbinder ¿qué venden allí? -pregunta Rafael señalando una tienda que se llamaba “Gardusk y Dreinus”
—Es una tienda de artilugios. Venden sólo objetos extraños y coleccionables.
—¿Y él que es?
—No señales así a la gente, no seas maleducado -lo regaña Alice.
—Lo siento, señorita Verbinder.
—Él es un minotauro, un ser mitad toro.
—¿Cómo el de las películas?
—Efectivamente, pero estos son muy reales.
—¡Uberdruss es increíble! -exclama Rafael con emoción.
—Lástima que es tan pequeño -se lamenta Alice con tristeza.
—¿Pequeño? Si es enorme.
—No tanto como se requiere. Con el paso de los años la población mágica ha aumentado muy apresurado y Uberdruss se ha sentido pequeño. Incluso se ha prohibido tener hijos.
 A Alice esta ley le ha afectado mucho ya que tiene el sueño de ser madre.
—¿No hay niños? -pregunta Rafael.
—Los menores deben tener unos 17 años -le informa Alice.
—Ellos ya no son niños.
—No, son adolescente que pronto llegarán a la adultez.
—Pero en la tienda vi a un niño -dice Rafael recordando a un pequeño ciclope que vio.
—Debió ser rescatado.
—¿Rescatado?
—Todavía en el mundo de los humanos corrientes hay criaturas mágicas que nunca entraron a Uberdruss y siguen allá viviendo a escondidas, si es que los defensores de Anti-Magia no los han capturado antes -le informa Alice.
—¿Y ustedes van a rescatarlos?
—Hay quienes se encargan de eso.
—Son superhéroes.
—No para nada -se ríe Alice- Cuando detectan a una criatura mágica, la buscan y la transporta aquí a Uberdruss.
—¡Guao!, que fino.
—Ya tenemos que regresar -informa Alice observando el reloj de su muñeca.
—No, aquí es tan divertido -reclama Rafael con desánimo.
—No podemos quedarnos tanto tiempo. Los demás notaran nuestra larga ausencia.
—¿Volveremos? ¿Verdad?
—Por supuesto, tienes mi palabra Bungalú, pero tienes que ser todo un caballerito para ganártelo.
—¡Sí!



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Editado: 18.12.2021

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