—Señorita Verbinder quería pedirle un favor -le dice Antonieta a Alice.
—Dime querida ¿Qué deseas? -contesta Alice con gran amabilidad. No era común que ella le pidiera algún favor.
—Quisiera saber si usted puede enseñarme a hacer panquecas.
—¡Qué maravilla! Me alegro que te haya interesado la cocina.
—Pensé que sería algo aburrido y molesto, pero, ha sido muy divertido aprender recetas y ver lo rico que he preparado -comenta Antonieta emocionada.
—¿Ves que es bueno aprender cosas importantes? Te pueden llegar a gustar, aunque no lo creas.
—Tiene usted mucha razón señorita Verbinder. Me ha gustado mucho cocinar, quizás hasta me vuelva chef.
—Para eso tienes que practicar mucho -le indica Alice.
—Eso haré.
Pasaron varias horas las dos juntas en la cocina.
Cuando Alice se regresa a su habitación observa que su comunicador (un aparato como un celular) está sonando. Cuando contesta, inmediatamente escucha la voz de Aranza.
—Han capturado a Ristor Allende.
—¿Cómo? -pregunta Alice exaltada.
—Viajó al mundo corriente y al parecer su casero descubrió que era un ser mágico y llamó a los de Anti-magia.
—¡Qué horror!
—Eso te puede suceder a ti Alice, es mejor… -empieza a decir Aranza muy preocupada.
Interrumpe Alice —No pienso dejar a la familia Campos. Todavía tengo mucho por conocer.
—Es peligroso. Los de Anti-magia estarán más pendientes ya que encontraron a uno.
—No pueden descubrir que soy una Bungalú.
—Eso es lo que pensaba él y lo atraparon -replica Aranza.
—Yo soy muy cuidadosa.
—Un simple niño descubrió que eres una Bungalú.
—Rafael es un niño especial y él sólo lo intuyó -contesta Alice creyendo tener toda la razón.
—En Anti-magia puede haber gente intuitiva también.
—Eso sería una traición -se exalta Alice con ira.
—Hay quienes harían todo por dinero.
—Pero por mí no debes preocuparte Aranza. Me va bien y han pasado meses.
—Alice ¿por qué eres tan terca?
—Soy así desde siempre. Me siento mal por Ristor -se lamenta Alice.
—Yo también.
—Hace años que no lo veía.
—Se había mudado a la parte norte de Uberdruss. Después se trasladó al mundo corriente por unas investigaciones que estaba realizando -informa Aranza.
—Pobre Ristor.
—En las noticias dijeron que los de Anti-magia han estado muy movidos recientemente. Han registrado muchos casos seguidos.
—Debe haber un soplón entre ellos -se enfada Alice.
—Yo también lo creo. Cuídate mucho Alice.
—Te prometo que estaré perfectamente.
—Te creeré, pero tienes que mantenerme al tanto de todo y te comunicarás conmigo seguido -exige Aranza.
—Por supuesto.
—Estás loca Alice.
—La gente loca es la que más cuerda está.
—Eso no tiene sentido.
—Adiós Aranza. Nos vemos pronto -se despide Alice con alegría.
—Adiós Alice. Sé una buena mujer corriente.
En eso Rafael toca la puerta.
—Ya está preparado la mesa para almorzar, señorita Verbinder.
—Voy en un momento querido -responde Alice con poco ánimo.
—¿Está bien, señorita Verbinder?
—Sí, yo estoy bien, pero un viejo amigo fue capturado por los de Anti-magia.
—¡Oh! Que mal ¿No estaba en Uberdruss? -pregunta Rafael. En Uberdruss era imposible que lo capturaran.
—No, se encontraba aquí, en el mundo corriente.
—Los de Anti-magia son malos.
—Pero, ellos creen ser los buenos. Y ahorita en Uberdruss hay mucha revuelta por la propuesta de crear un Uberdruss 2 -dice Alice.
—¿Van a crear un Uberdruss 2?
—Mi esposo ha propuesto las negociaciones para la creación de un Uberdruss 2.
—¿Usted está casada señorita Verbinder? -se sorprende Rafael.
—Así es querido Rafael, llevo 3 años felizmente casada -informa Alice con un poco más de ánimo.
—¿Y dónde está él?
—Está ahora en Dantebank, en una reunión de trabajo. Es un político muy respetado.
—¿Él también es un Bungalú?
—No, él es un elfo -le contesta ella.
—¿Un elfo? Esos que tienen las orejas muy largas -pregunta Rafael tocándose las orejas.
—Sí, esos. Aunque su familia no estaba muy de acuerdo con nuestra relación.
—¿Por qué?
—Porque los elfos viven muchos años y no envejecen. Y los Bungalús tenemos una esperanza de vida igual a la de los humanos corrientes.
—¿Usted envejecerá antes que su esposo?
—Así es, aunque no me gusta pensarlo de esa manera. Él me ha dicho que se quedará conmigo hasta el final de mis días.
—Oh, que romántico.