—¿Qué es todo esto? -pregunta Alice al llegar a la casa Campos durante su salida a comprar el mercado.
—Es nuestra cena de despedida para usted, señorita Verbinder -le dice Rogelio.
—Para agradecerle todo lo que ha hecho por nosotros -dice Roberto.
—Por cuidarnos siempre -dice Rafael.
—Y por preocuparse por nosotros -comenta Rogelio.
—Muchas gracias por enseñarme a cocinar. Gracias a usted pude saber que me gusta mucho la cocina -dice Antonieta.
—Y gracias por obligarme a jugar futbol. Me he divertido mucho -contesta Roberto.
—Y gracias por… -Rafael se quedó pensando. No podía mencionar Uberdruss, ese era un secreto entre ellos- …por llevarme de paseo y cuidarnos mucho.
—Todos tenemos mucho que agradecerle -le dice Rogelio.
—Has sido una gran niñera -comenta Antonieta.
—Te extrañaremos mucho -dice Rafael.
—Queremos no nos olvide nunca y aquí siempre tendrá un hogar -le informa Rogelio.
—No esperaba esto -a ella las lágrimas le corrían por las mejillas- Gracias, que hermoso, gracias.
—Antonieta fue la chef principal y yo el subchef.
—Y Roberto y yo los ayudamos -contesta Rafael orgulloso de su parte del trabajo.
—También limpiamos y decoramos la casa -dice Roberto.
—¡OH! Me alegro tanto -responde Alice feliz.
—Somos niños responsables.
—Yo también ayudé, señorita Verbinder -dice Lara a Alice.
—Lara, que bueno que también estés aquí.
—Ella también quería despedirse de usted -contesta Rogelio.
—La extrañaré mucho -dice la niña.
—Yo los extrañaré mucho a todos. No quisiera dejarlos, pero no tengo opción -responde Alice con tristeza.
Fue una cena especial. Hablaron y comieron juntos.
Al día siguiente Alice ya tenía sus maletas empacadas.
—No quiero que te vayas, señorita Verbinder -le dice Roberto.
—Yo tampoco quisiera irme.
—¿Va a volver? -pregunta Antonieta.
—No lo sé. Adiós a todos, fue un placer vivir con ustedes y espero que se sigan comportando bien en mi ausencia.
—Somos buenos niños -dice Rafael.
—Cuídense mucho.
***
Ya se encontraba nuevamente en Uberdruus. Fue a su casa a dejar las maletas e ir a casa de Aranza. Habían convocado una reunión allí para hablar sobre lo que estaba sucediendo.
Frente a ella había una mujer alta, con el cabello negro muy largo y ojos amarillos casi dorados. Alice trató de ignorarla, pero la mujer carraspeó para aclararse la garganta, haciendo notar su presencia.
—Hola Alice.
—Hola bruja Nabeth -dice Alice con desprecio.
—¿Todavía me guardas rencor?
—No veo el motivo para cambiar eso.
—Eso es ser muy rencorosa. Ya han pasado muchos años desde aquello -contesta Nabeth.
—Pero yo lo recuerdo como si hubiera sido ayer.
—Eso no era motivo para tu comportamiento.
—En mi opinión, sí. Tú me engañaste -se enoja Alice.
—Yo jamás te engañé. No puedo revelar los secretos de mi clan.
—Se supone que eras mi amiga.
—No podría traicionar a mi clan -responde Nabeth.
—Pero a tu amiga ¿Sí?
—Son cosas totalmente diferentes y tú lo sabes.
—Yo lo único que sé, es que me traicionaste -termina de dedir Alice y se aleja.
Era evidente el desagrado de Alice hacia la bruja Nabeth.
—Esta reunión no es para que ustedes discutan -la regaña Aranza.
—No me dijiste que la bruja Nabeth iba a estar aquí.
—Si te lo hubiera dicho no estarías aquí.
—Puede ser. Traidora -contesta Alice.
—No exageres Alice. Hay cosas más importantes de que preocuparse.
—Y ha eso hemos venido.
Alice se topó con uno de sus viejos amigos.
—¡Wischun! Que milagro volverte a ver.
—¡Alice! Como han pasado los años -responde el enano Wischun.
—Desde que te volviste tan famoso ya no se te puede encontrar.
—Ha sido más trabajo de lo que imaginaba.
—Eso debería alegrarte -dice Alice muy feliz.
—Y me alegro, pero es sumamente agotador. Las citas se acumulan y ya no queda tiempo para mí.
—Esa es la maldición de los famosos. Me sorprendió mucho saber que intentaron atacarte.
—Los imbéciles esos, no saben la fuerza que tenemos los enanos. Huyeron como cobardes -responde Wischun con arrogancia.
—Me alegro que no te hicieran daño. Por cierto, tenía la intención de pedir una cita contigo.
—¿Quieres que te examine?
—No, a mí no. Era a un niño del mundo corriente -contesta Alice.
—¿Para qué quieres que lo examine? Si es del mundo corriente no le encontraría nada.
—Él es especial. Intuyó que yo era una Bungalú y por lo que descubrí su madre podría tener contacto con Uberdruss mientras vivía, así que podría ser un ser mágico.
—Tendría que ver al niño para estar seguros -le dice Wischun ahora serio.
—Pero el problema es que ya no puedo regresar al mundo corriente. Con todo esto del Holocausto es mejor mantenerme alejaba de esa familia, para que no le causen ningún daño.
—Es lo mejor. Cuando se resuelva todo esto me lo traes para examinarlo. Sabes que tú no necesitas ninguna cita. Me llamas y acordamos.
—Muchas gracias Wischun. El problema es saber si todo esto se resolverá -responde Alice.
—Por supuesto que sí, sólo hay que esperar.