El secreto de Amelie Morrison

Capitulo 6

Amelie

Estoy pletórica de emoción hace ya un buen rato que terminó el baile y aún no he podido conciliar el sueño. No dejo de pensar en el Sr. MacQuoid me toco mis labios aun puedo sentir el sabor de sus besos en mi boca. Tengo que conseguir que mi tío lo acepte como mi pretendiente.

 Cuando estuvimos a solas apenas iluminados traté inútilmente de no dejarme afectar por él. Traté de no darme cuenta de cómo cada centímetro de su cuerpo llevaba la marca de su excelente linaje, de su noble ascendencia. Nunca había conocido a alguien tan guapo. MacQuoid era poderoso, vital. Sus maneras indicaban confianza y fortaleza. Me pregunto si también tendría perseverancia. ¿Persistiría él en su deseo de hacerme suya? Oh dios mío, pero, ¿en estoy pensando?, muy probablemente sea el cansancio el artificie de tan inadecuados pensamientos.

Debería haber ignorado el impulso de salir de la fiesta a los jardines y sentarme en aquel banco en la oscuridad de la noche y con absoluta y total seguridad debería haber vuelto a la casa en el momento en que coincidí el Sr. MacQuoid. Definitivamente no deberíamos habernos besado.

Teniendo en cuenta que todos esperaban siempre que cometiera el más mínimo error para censurarme, y cuando digo todos me refiero especialmente a mi tía y su círculo de amigas. Aunque ya estaba acostumbrada a sus insultos, y especulaciones sobre mí que, por ser una joven huérfana acogida según mi tía gracias a la caridad en la casa de mi tío, me encontraba desesperada por encontrar un marido de buena posición. Cuando lo que menos deseaba eran las ataduras que un matrimonio traería.

Me encantaría decirle a la totalidad de aquellas urracas donde podrían poner sus normas aristocráticas. Comenzando con mi tía, quién era la peor del lote. Pero las damas no insultaban a la gente, por lo menos no las damas inglesas.

Estaba tan ensimismada en mis pensamientos que no escuche cuando mi prima irrumpió en mi habitación, cerré los ojos rápidamente fingiendo dormir.

—No finjas que estas dormida Amelie, sé que estás despierta, te conozco perfectamente. Ni pienses que te vas a dormir sin antes contarme todo.

Me senté en la cama y con resignación sé que mi prima no me dejaría en paz sin no hablaba con ella.

—No, se de hablas, yo no tengo nada que contar Agnes, este ha sido un baile como cualquier otro, sin nada particularmente especial.

— ¡Sin algo particularmente especial ¡, Amelie, que me dices del Sr. MacQuoid.

— ¿El Sr. MacQuoid?, ¿que hay con él?

— Te dije que le gustabas. Hace unos días cuando lo conocimos, te dije que el parecía estar interesado en ti, ¿recuerdas? Ahora tienes que darme la razón y admitir que a ti también te atrae.

— De que hablas, es un hombre atractivo, es cierto, pero no es mi tipo, me es indiferente.

— Por el amor de dios, Amelie, os pesqué saliendo casi al mismo tiempo del jardín.

—¿Nos vistes? — le dije asombrada, ¿habrá adivinado también que nos besamos?

— Los vi. — Afirmo mi prima— Además, cuando creías que nadie te veía, noté cómo lo mirabas.

—¿Acaso fui tan obvia? –le pregunté.

—Sólo para mí, porque te conozco bien.

—Me atrae –admití—. Pero me pone muy nerviosa, ¡Ah! ¿Qué me está pasando? — exclame llevándome las manos a la cara.

—Sé que sueno terriblemente cursi, pero creo que te estas enamorando, Amelie.  No sientas tanto miedo, no es el fin del mundo.

—Eso es discutible

Ya pasaba de las tres de la madrugada mi prima se había marchado a su habitación y yo aún no había conciliado el sueño tenía la mente repleta de preguntas, todas referidas a Sr. MacQuoid. No paraba de sonreír emocionada, eso me asustaba no estaba acostumbrada a esta extraña emoción de felicidad. ¿Por qué era tan milagroso que sonriera?, no debería serlo me dije. Finalmente, al cabo de un tiempo, el sueño finalmente me venció, y dormí feliz una sonrisa en los labios.

Desperté, como de costumbre, al romper el alba,  una costumbre que había adquirido en el internado al que mi tío me había enviado. Apenas había dormido unas horas y mis ojeras así lo atestiguaban.

Mi tía y mi prima querían salir otra vez de compras, y yo sinceramente no tenía ningún deseo de pasar horas y horas mirando telas, sombreros y abanicos. Preferiría comprar algún libro en una librería o visitar el zoológico.  Era mucho mas agradable pagar 2 reales a la reja del jardín zoológico y pasearme por sus anchas avenidas. Que ir de compras con mi tía, para que me imponga como siempre lo que debo comprar y lo que no.

— Yo quería visitar el parque zoológico, todos dicen que llegaron unos animales magníficos. Seguro que será el tema de conversación en los próximos bailes. — les dije esperando que mi tía mordiera el anzuelo.

—¿De verdad? No había escuchado nada al respecto. — dijo mi tía. — Creo que debemos visitar el zoológico, siempre podemos ir de compras otro día ¿cierto? Seguro que todas mis amigas estarán allí, tienes razón Agnes no debemos quedarnos atrás. — concluyo mi tía. Había dicho Agnes a propósito, sabía que fui yo la de la idea, pero le gustaba ignórame y no darles valor a mis palabras.




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