Apolo
—¡Salud! —grita Jesse quien a penas logra mantenerse en pie, llevándose un vaso de vodka a la boca. Ni siquiera sé de donde lo saco.
Basha me mira con cara de pocos amigos mientras sostengo a Jesse para que no se caiga por el balcón.
—Deberías subir a verla, lo sabes ¿verdad?
—Lo haré, solo quiero evitar que Jesse se lastime —respondo.
—Esa excusa te sirvió los primeros treinta minutos, han pasado más de dos horas. Ella merece una jodida explicación y si no quieres que te parta ese jodido culo vas a ir a hablar con ella.
La amenaza de Basha no me preocupa en lo más mínimo. Subir y enfrentarme a Phoebe sí. El drama de Lissie me ha perseguido desde que llegamos de Santorini, diciendo que ella está esperando un hijo mío. Lo que, por supuesto es imposible por que jamás le puse un solo dedo encima, sin embargo, ella no lo ha dejado estar, insiste e insiste por llamar la atención. Creí que lo mejor era ignorarla que solo era una mujer que le estaba costando aceptar el rechazo, ya antes me había demostrado que no estaba por completo en sus cabales, pero esto, ya se pasaba de la raya.
No se lo había contado a Phoebe por que no creí que fuera importante tomando en cuenta que era imposible, pero ahora no tenía la menor idea de que decirle.
—Tienes que hablar con ella —habla Jesse arrastrando las palabras—. No se de lo que deben hablar, pero jodidamente tienen que hacerlo. Es ti jodida novia, si dicen que tienen que hablar es porque tienen que hablar.
Ruedo los ojos, afirmo mi brazo que lo sostiene debajo de sus brazos.
—Estás ebrio, te llevaré a mi habitación para que se te pase.
—Esa es una propuesta muy caliente, podemos compartir la cama jodido hombre sensual.
Rio sin poder evitarlo, al igual que Basha que se aleja negando con la cabeza.
Jonás nos intercepta mientras entramos a la casa, observó preocupación en su rostro.
—¿Has visto a Phoebe? Basha me dijo que la buscará arriba pero no hay nadie y tampoco responde su teléfono.
Frunzo el ceño y me salgo de la cocina hacia el piso de arriba. Abro cada una de las habitaciones y no encuentro nada, es desesperante. Hasta que llegó al final del pasillo donde está mi estudio con la luz encendida. Respiro aliviado por un momento mientras me adentro. Sin embargo, el alivio dura poco cuando al igual que las habitaciones está completamente vacío. Encima del escritorio encuentro una nota.
«Apolo, tenemos una conversación pendiente. Solo tendrá que ser después. He recibido una llamada de emergencia del hospital y debo irme.»
Releo la nota una cuántas veces más. Hay algo que no me permite estar tranquilo, llámenlo presentimiento, pero algo estaba mal.
Llamo al número del hospital una, dos, tres veces sin respuesta, eso no era normal. No sabía hacía que tiempo se marchó Phoebe.
Salgo del estudio como alma que lleva el diablo y por fortuna me encuentro con la única persona con suficiente poder para averiguar algo.
—Tienes muy mala cara, ¿qué sucede? —pregunta Kath en el salón, junto a ella se encuentra su esposo, serio.
—Phoebe se ha ido por una emergencia al hospital, pero…, llámame loco, siento que algo que algo no está bien.
Asiente la cabeza sería antes de volverse a su esposo
—Thomas, llama a Danielle —ordena Kath y este asiente—, ella y Trav, sabrán que hacer.
»Trabaja en el South Hospital ¿verdad?
Asiento en respuesta y escucho la puerta del jardín cerrarse con fuerza, pocos segundos después Jonás aparece completamente pálido.
Lo tomo por los hombros, pero no reacciona, no habla, está en shock. Lo único que atina a hacer es extenderme su celular dónde están una presentadora está hablando.
«La situación aún es incierta fuera del South Hospital luego que un grupo de hombres armados comenzarán a arremeter contra quienes se encontraban dentro del recinto hace una menos de una hora. La policía y el SWAT se encuentran trabajando para controlar la situación…»
Oh por Dios no…
Siento el golpe en mis rodillas al caer al suelo y por un momento todo parece relenterizarse a mi alrededor.
Una hora ha pasado y el buen ánimo de unas horas antes a desaparecido por completo. Todos se mantienen serios y cabizbajos. Es que ya no tenemos nada que celebrar, incluso Jesse se encuentra sentado a mi lado luego que la noticia hiciera que su lucidez volviera.