Phoebe
—Tendríamos que conseguir inversionistas —comenta Nix observando la investigación que he realizado—, encontrar a personas interesadas en que esto funcione.
Asiento con la cabeza. Aún no tengo definido que haré, pero he pensado en comenzar con una investigación médica, el problema sería la financiación, es probable que cueste millones de dólares.
—Es difícil lo sé.
Coloca una mano en su barbilla pensativa.
—Será un trabajo arduo para poder presentarlo al consejo del hospital, pero creo que se podría conseguir.
El sonido de mi celular nos interrumpe. Nix se levanta de inmediato, lo toma y me lo acerca. El identificador indica que es Jonás.
—Hola
—Phoe, necesito de tu ayuda —su voz suena quebrada y de inmediato me preocupo por lo que sea que esté sucediendo.
—Por supuesto dime qué sucede.
—Es Valerie, ha tenido un desmayo esta mañana, estamos en el hospital, pero ni mi madre ni yo somos capaces de entender nada de lo que dicen. ¿Podrías venir?
—Voy en camino —respondo poniéndome de pie. Cuelgo y me vuelvo hacia Nix quien me mira expectante.
—La hermana de Jonás esta en el hospital y me necesitan ahí con urgencia. ¿Crees que puedas llevarme? —pregunto tomando mi bolso.
—Claro —la observo tomar las llaves de su auto y ambas salimos de casa.
Desde el auto le envío un mensaje a Apolo.
«Yo:
Cariño, voy en camino al hospital en compañía de Nix. La hermana de Jonás ha tenido que ser internada de emergencia y me necesita ahí».
«Apolo:
Mantenme informado preciosa. Te veré en el hospital en cuanto salga de la disquera».
Nix me observa de reojo y sonríe.
—Lo de ustedes va bien ¿verdad? —inquiere tomando la autopista.
Sonrío. Hace menos de una semana Apolo se ha mudado casi oficialmente a mi casa, aunque ya antes pasaba más ahí que en la suya ahora es más oficial.
Yo viví con Adam durante varios años, donde pensé que teníamos una relación normal y civilizada, que a la final resulto ser una completa farsa. Pero con Apolo todo es distinto, en muchas cosas somos como el día y la noche, no podríamos ser más diferentes, pero de alguna manera estamos cómodos el uno con el otro. Aún es pronto para que pueda decir que estamos hechos el uno para el otro, pero más de una vez me sorprendo pensando en como sería un futuro juntos y eso me aterra.
—Estamos bien, discutimos por estupideces muchas veces, pero supongo que es normal, ambos solemos pensar muy diferente la mayoría del tiempo y aunque en ocasiones nos cuesta mantener nuestro carácter a raya son muchos más los buenos momentos —confieso. Disfruto mucho la manera en que se dan las cosas entre los dos, quizás no somos de esas parejas que no pueden estar separadas todo el día, lo extraño con locura, es cierto, pero soy consciente de que ambos tenemos más responsabilidades, que somos adultos y ambos de una u otra forma tenemos un trabajo del cual hacernos responsables de ello.
—Apolo tiene un carácter difícil y con el tiempo que te conozco me doy cuenta de que el tuyo no se lo hará fácil tampoco, pero si ambos ponen de parte poco a poco todo mejorará, hasta llegar al punto en que estarán tan locos el uno por el otro que no se verán de otra forma —me encanta esa vena romántica que tiene Nix, ella siempre pregunta por como estamos con Apolo, y siento que trata de una u otra forma proyectarse en nosotros. Nix es de esas mujeres que espera tener aquel amor épico en su vida, ese que llega con fuegos artificiales y pone tu mundo de cabeza. Algo así como lo es Apolo para mí, pero eso no se lo diré o si ego crecerá mucho.
—Hablando de ello, la otra noche Jesse pregunto por ti —le cuento a la espera de ver su reacción.
Ella enarca las cejas, llegamos hasta un semáforo en rojo donde se vuelve hacia mi con las mejillas sonrojadas.
—¿De verdad? —su tono de voz en uno o dos tonos mas altos de lo que suele ser con normalidad lo que me hace preguntarme ¿qué pasa ahí?
—Si lo ha hecho, es un chico encantador.
—Y ardiente —suelta de la nada.
Ahora soy yo la que enarca las cejas.
—¿Ardiente?
—Lo es —afirme arrancando el auto nuevamente—, es que a ti no te parece.