Apolo
Regresar a la casa con mis hermanos no era una opción, ir a mi apartamento y que el silencio me consuma, tampoco lo era. Por eso terminé aquí, llamando a la puerta de la única persona a la que podía llamar un amigo.
Jesse no tarda en abrir con su cabello alborotado y sin camisa, me mira con los ojos entrecerrados. Es visible el desconcierto en su mirada.
—No es que no me apasione tu visita a mitad de la noche, amorcito —dice al final sonriendo—, pero he de admitir que me sorprende.
Se hace a un lado para dejarme pasar. Dentro una suave melodía me recibe y me sorprende que Jesse sea fanático de la música clásica.
—¿Piano? —pregunto con desconcierto, a pesar de que soy un músico, la historia de la música no es uno de mis fuertes y aunque disfruto de escuchar en algunas ocasiones de este tipo de música, me considero un completo ignorante en el tema.
—No es solo piano, amorcito —contesta cerrando la puerta tras de sí y acercándose hacia el salón—. Es Chopin, Ballade.
—No te veía como un fanático de la música clásica.
—Hay muchas cosas que no conoces de mí, amorcito —comenta encogiéndose de hombros y echándose en el sofá—. Sí te dejará ver todo lo que hay dentro de mí ¿Dónde quedaría el misterio de esta relación?
Sus estúpidos comentarios me hacen sonreír, aun cuando no tengo deseos de hacerlo.
»Así que, amorcito… Aún me intriga la razón de tu visita.
Me siento a su lado y descanso los codos en mis rodillas. Soy consciente de que su mirada está sobre de mí. En realidad, no estoy muy seguro de por que termine aquí, no quería estar solo, eso es seguro, pero tampoco estoy muy listo para hablar de lo sucedido.
—Uno no puede venir solo a visitarte.
—Ya… como digas —Se pone de pie y lo escucho caminar. Regresa al cabo de unos minutos con dos vasos de vodka—. Ten. Parece que lo necesitas.
Acepto el vaso que me extiende y le doy un trago largo.
—Creo que la música clásica va mas con vino. —Es lo que digo en un lamentable esfuerzo de conversación.
—Tal vez… pero aquí no somos nada cliches, amorcito.
Se lleva el vaso a la boca mirándome de reojo. Lo imito y siento como el líquido quema mi garganta al pasar. En el fondo solo de escucha la música y agradezco que no haya silencio por que eso sería aún mas incomodo de lo que ya es.
Solo bebemos en silencio por horas, cuando los primeros rayos del sol se comienzan a filtrar por los ventanales es el momento en que el alcohol me ha afectado tanto que empiezo a soltar las cosas como idiota.
—Termine con Phoebe, por que soy un estúpido cobarde… pero no puedo dejar que la sigan lastimando por mi culpa…
—Haber gran idiota, ¿¡Que has hecho qué!? —exclama pasando un mano por su cara—. Pero ¿¡es que te has vuelto loco!? Joder que cuando haces estupideces las haces en grande.
—Pero…
—No hay peros que valgan pedazo de idiota. —He perdido la cuenta de cuantas veces me ha insultado en este corto tiempo—. Yo había pensado que habías tenido una pelea o lo que sea por lo que se enojen los enamorados pero que me vengas a decir que has terminado con ella por que no tienes los huevos suficientes para poner un alto a toda esa mierda, me enfurece.
»La has liado bien, Apolo.
—¡Joder que sé muy bien que he sido un imbécil!
—Bueno estamos de acuerdo en algo. Tienes que ir y solucionar esta mierda hoy mismo. Es más iremos juntos.
—No iré ha hablar con Phoebe contigo.
Me golpea en la base de la cabeza con tanta fuerza, o es que ya estoy muy ebrio, que me hace para adelante.
—No ha hablar con Phoebe, eso espero lo puedas hacer tu solito. Vamos a hablar con Kath, Danielle o con el mismísimo diablo si es necesario, pero debes poner un alto a todo eso.
Me siento como la peor persona del mundo.
»Pero primero necesitas darte un baño, estás en una forma lamentable —dice poniéndose de pie—, andando, siento que este día será muy largo.
Un día largo… eso no es ni remotamente parecido a lo que sucedió. Primero nos reunimos con Danielle, quien nos contó que de alguna forma Dominic había conseguido una pista de quien estaba detrás de los ataques; él con la ayuda de Travis se estaban encargando de eso.