Apolo
Al cerrar la puerta tras de mí, y suelto el aire que tenía contenido hasta ahora. No sé cuántos escenarios posibles me imagine para este momento, pero como siempre nada dentro de la lógica se aplica con Phoebe Cleveland, y mierda, eso me encanta.
No mentiré que pesa en mi consciencia verla herida, lo que le hizo Clara fue mucho más allá de la tortura, hay heridas que no solo llevarán tiempo en sanar, requerirán una reconstrucción con cirugía plástica, otras que dejarán marcas permanentes, pero Phoebe no deja de ser hermosa con ellas, fuera de todo pronóstico solo la hacen más bella.
Camino de vuelta a la sala de espera, como se ha vuelto una costumbre Esther me fulmina con la mirada y no la culpo, su hija ha estado en riesgo por mi culpa. Si fuera mi hija ya la hubiera alejado mucho de mí.
—Te ha cambiado la cara, amorcito —habla Jesse a mis espaldas. Me extiende un vaso de café mientras él se queda con otro.
—Esto comienza a ser raro Jesse.
—Entonces deberías ponerme un mote, cielito... Cariño... Cuñado.
Un momento... ¿Qué? Paso mi brazo alrededor de su cuello.
—Puede que haya estado con la mente en otro lado por la situación de Phoebe, pero no creas que voy a dejar pasar esto tan fácil.
Lo digo medio en serio, medio en broma. El primero porque es mi hermana, y la protegeré de tanto como me sea posible y lo segundo bueno también soy consciente de que es adulta, puede tomar sus propias decisiones y en todo caso también puede equivocarse.
No diré que me haga feliz el pensar en Jesse y Nix en ninguna forma, pero se que es un hombre correcto y de confianza.
—No necesito tu permiso, amorcito — dice el descarado.
—Lo sé y tampoco pienso meterme, mi hermana es grandecita para saber lo que hace, pero no hablo por Basha.
Era verdad, Basha era una historia completamente distinta, al ser mellizo de Nix su lazo era mucho más profundo.
***
Al llegar al hospital una de las enfermeras me informa que Phoebe está acompañada por sus padres, pienso que al igual que nosotros también necesitan tiempo para poder varias cosas.
Hace dos días pudimos transferir a Phoebe al South Hospital, su condición aun es delicada pero su vida no corre peligro. Al estar aquí estará rodeada de sus amigos, compañeros y de un entorno que conoce.
Aprovecho el tiempo para subir al pabellón de oncología y ver cómo sigue Valerie. Se por Athan que su condición está decayendo mucho desde que comenzó con la quimioterapia, además que la probabilidad de encontrar un donante es cada vez más escasa.
Luego de Phoebe, es la condición de Valerie que no me permite estar tranquilo, he movido todos los contactos que tengo para ponerla como prioridad en la lista de donantes y aun así parece imposible. Inclusive con el apoyo del Grupo Black no hay forma de hacerlo más fácil.
Jonas está fuera de la habitación de Valerie con la mirada perdida. Solo puedo hacerme una idea muy lejana de lo que debe estar pasando, él y su madre están haciendo todo lo humanamente posible por encontrar una manera de ayudar a Valerie.
—¿Cómo sigue? — pregunto al acercarme, Jonas me mira sorprendido.
—Estable por ahora, no esperaba verte por aquí, cómo esta Phoebe, no he tenido oportunidad de ir a verla— responde apenado.
—Está mejor, entiende que debes estar aquí así que no te preocupes, ella ahora esta con sus padres. Así que aproveche para venir un momento.
—Va a ser difícil ganarse a los suegros luego de todo esto, pero creo que tienes potencial —dice guiñándome un ojo. Por un momento me permite ver al hombre alegre que Phoebe me presentó hace tiempo y al cual no hemos visto desde que todo esto comenzó, pero de inmediato su rostro se torna pensativo y serio—. Gracias, has estado pendientes de nosotros y ayudándonos todo este tiempo.
—No hay por qué darlas, familia es familia.
—Eres de lo más extraño que hay hombre.
—Me lo tomaré como un cumplido.
Regreso en cuanto Athan y Neo aparecen, ambos ayudan a cuidar de Valerie cuando Jonas debe trabajar, todos intentamos aportar con nuestro grano de arena y apoyar tanto como nos es posible.
Cuando paso por la habitación de Phoebe, sus padres ya se han marchado, sin embargo, aún se puede sentir el ambiente tenso. Ella permanece con los ojos cerrados y no se percata de mi presencia, por un segundo creo que duerme, pero al ver con la fuerza que sostiene la frazada que la cubre, sé que está muy despierta y cabreada también.