El secreto de Apolo

LIV

Phoebe

 

Observo con curiosidad al silencioso Neo que tengo sentado frente a mí. Desde que llegó hace poco más de una hora no ha dicho más que unas cuantas palabras y siendo sincera me preocupa. No hay ni la más mínima señal del chico jovial y alegre que conocí hace algunos meses, irónicamente también en una habitación de hospital.

Su cabello está más largo y se ve bastante desaliñado, bajo sus ojos está la evidencia de varias noches sin dormir, aunque también hay un vano intento de ocultarlo tras de una capa de maquillaje. También es la primera vez que lo veo con algo de barba y bigote, debería ser un delito que lo lleve, pero lo que más me impresiona es su mirada, perdida y llena de tristeza. Por supuesto que conozco el motivo de su tristeza.

Hoy, a todos nos han dado la mala noticia de que la quimioterapia de Valerie no está dando el resultado deseado, por lo que el tiempo solo se está volviendo más corto para ella.

—¿Qué harías tú en mi lugar? —Sale como un susurro de su boca.

Por un momento hago el intento de ponerme en su lugar, es evidente que habría perdido la cabeza ante tal panorama, aunque como médico he aprendido a enfrentar muchas situaciones difíciles, es muy diferente en el momento en que esto le sucede a un ser querido y aún más cuando ese es la persona a la que amas.

No me adelanto al pensar en cuan profundos son los sentimientos de Neo hacia Valerie. Nada más necesito verlo para saber que la ama desde lo profundo de su alma y al mismo tiempo me preocupa el daño que puedan dejar esos sentimientos en el caso de que llegue a pasar lo peor.

—No hay mucho que nadie pueda hacer, Neo. —Le soy sincera, de nada sirven las palabras de consuelo en un momento así, porque las falsas esperanzas en este momento pueden hacer mucho más daño que la verdad—. Lo mejor que puedes hacer es permanecer a su lado y hacer de este tiempo el mejor que puedas para que, sin importar lo que suceda, ninguno tenga arrepentimientos de que hubiera sido.

—Hay algo que solo yo puedo hacer…

Agacha la cabeza en un signo de culpabilidad que me desconcierta.

—¿Qué es eso?

—Me sometí a la prueba de compatibilidad para donante. —Con su cabeza gacha levanta su mirada para encontrarse con la mía.

No necesito que me diga mucho más para saber cuál fue el resultado de esa prueba, el procedimiento ciertamente no es complicado y el riesgo es muy bajo para el donante, pero el receptor era una historia completamente distinta. No había forma segura de saber que el cuerpo de Valerie aceptará la medula donante y eso se aplicaba con cualquier donador.

Pero lo cierto era que, si Neo cumplía con todos los requerimientos para ser tomado en cuanta como donador, era la mejor oportunidad que podía tener Valerie para sanarse.

—¿Quieres mi consejo como médico o como amiga?

—Como ambas.

—Pues como médico, lo único que puedo decirte es que: veas muy bien cuáles son los riesgos; y como amiga: es posible que seas la mejor o quizás la única oportunidad que tenga Valerie en este momento. —Levanta su mirada de inmediato hacia mí.

Estoy segura de que él ya sabía lo que le estoy diciendo, solo necesitaba escucharlo de alguien más para poder tomar una decisión. Por más que se tratara de un procedimiento menor para él, siempre existía un riesgo implícito como en todo.

Lo conocía lo suficiente para saber que era lo que iba a hacer, si algo se distinguía de Neo es el gran corazón que tiene, el mismo que comparte con sus hermanos.

—Está decidido entonces.

Sonrío al ver que él lo hace.

—Supongo que tendré que ver la mala cara de Apolo cuando sepa que yo lo sabía —digo intentando cambiar de tema.

—Yo sé que tú puedes con él.

—Y él puede conmigo.

 

Sin esperar mucho, Neo se puso en movimiento, habló con los médicos de Valerie. Pude ver los resultados de los análisis y si era un buen candidato para donante.

Llaman a la puerta de mi habitación y ambos sabemos quién es sin necesidad de abrirla. Neo se pone de pie algo nervioso y le permite pasar a Jonás que nos mira a ambos con una ceja arqueada.

—Había una reunión aquí y no me avisaron.

—Tonto —le digo en respuesta yo le pedí que viniera en primer lugar—, si estás aquí fue porque te avisé.




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