El secreto de Apolo

LXII

Phoebe

Siento la mirada de Apolo sobre mí. Siento cómo quiere decirme algo, pero no se atreve. Es adorable verlo en apuros así que finjo no darme cuenta. Que malota me siento.

Hay una suave canción que aligera el ambiente en la camioneta, en mi regazo llevo el regalo para Neo. No se me ocurrió mucho para regalarle, aún a riesgo de sonar cliché ¿qué le regalas a alguien que puede comprarse todo? Pues la respuesta es que no importa que le des, sino de quién viene.

Me decidí en el momento en que pasé por una tienda de mascotas, Neo ama a Timothy. Que en realidad es Timothy II por que el primero que Apolo le regalo murió hace algunos años, pero pensé que es hora de que el pequeño puercoespín tuviera algo de compañía y una casa más grande.

—Neo flipará cuando la vea, te lo aseguro —dice Apolo mirándome de reojo.

—Eso espero, lo pensé durante días.

—Cualquier cosa que tú le dieras lo haría feliz. Así que no te preocupes por eso.

Sonrío ante lo dulce de su respuesta. El temperamento de Apolo ha mejorado mucho si lo comparo a cuando lo conocí.

 

Al llegar al Hotel donde se lleva a cabo la fiesta tomo un suspiro. Aún no estoy muy segura de poder acostumbrarme a toda la opulencia que significaba estar con una estrella. Debía admitir que los Lux eran bastante tranquilos, sobre todo porque Apolo no les permitía hacer muchas de las locuras que querían, pero había ocasiones en las que ni ellos podían escaparse de su responsabilidad como personajes públicos.

Como si pudiera leer mi mente Apolo toma mi mano y me da un ligero apretón para animarme. Sale de la camioneta y la rodea para abrirme la puerta y ayudarme a bajar.

Caminamos juntos hacia el interior del hotel. No me sorprende ver el gran equipo de seguridad dentro del recinto, pero de alguna forma me hace sentir aliviada.

—Danielle se encargó de todo. Será una noche tranquila.

Asiento y sonrío.

El lugar aún esta medio vacío a pesar de que aún falta para la hora. Ubico al cumpleañero junto al escenario dispuesto al final del salón.

—Iré a ver a Neo primero, quiero darle su regalo y que pueda ponerlo en un lugar seguro —le digo a Apolo mientras entramos.

Muchas personas lo reconocen y se ven ansiosas por saludarlo y hablar con él. Yo no lo estoy tanto así que aprovecho la oportunidad para escapar.

—Ve. Yo los alcanzó en un momento. —Deposita un beso en mi cabeza antes de dejarme marchar.

Sorteo a varias personas que me miran con curiosidad. Logro reconocer a algunas de ellas y eso me sorprende a mi misma. Son algunos actores que he visto en películas, supongo que era de esperarse. Inclusive algunos medios de prensa se encuentran aquí, pero son unos pocos.

Al acercarme a Neo me encuentro con una sorpresa que no esperaba. En su silla de ruedas Valerie está aquí, lleva un lindo vestido blanco con flores naranjas y su cabeza cubierta por un pañuelo. Está mucho más delgada que la última vez que la vi, pero su rostro está resplandeciente. Es evidente el por qué está aquí. Veo en la mirada de Neo la adoración que tiene por ella, si eso no es amor pues no sé que sea. Observo cómo la gente a su alrededor los mira con curiosidad, es que no es para menos, el menor de los Lux solo tiene ojos para Valerie y no hace nada por disimularlo.

Me acerco a ellos despacio, no quiero romper su burbuja por que se ven adorables los dos, pero todavía quiero darle un abrazo al cumpleañero.

Al estar a unos cuantos pasos Valerie se percata de mi presencia y se sorprende. Neo se voltea a verme.

—Pero miren nada más a quién me encuentro. —Sonrío con malicia—. Al cumpleañero. ¿Por qué no vienes y dejas que tu cuñada te dé un abrazo?

Dejo su regalo encima del escenario y Neo no se hace de rogar. Me abraza con fuerza, como si su vida dependiera de ello. Estoy segura que muchas personas nos están viendo, es más lo siento, pero en este momento lo único que hago es apapachar al pequeño que tengo en frente.

—Aunque tu cumpleaños fue ayer no tuve la oportunidad de verte como debía. Eres la persona con el corazón más grande que conozco y te mereces toda la felicidad del mundo. Feliz cumpleaños, mi pequeño Neo —le susurro en el oído.

—No es justo, no debo llorar ahora.

—No se lo contaré a nadie.

Ríe contra mi cabello y me aprieta fuerte antes de soltarme. Me sonríe, pero puedo ver sus ojos brillosos por las lágrimas contenidas.




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