El secreto de Apolo

XI

Phoebe

Ruedo los ojos mientras escucho a mi madre hablar de lo buen hombre que es el marido de mi hermana, bueno, mis polainas, ese hombre tiene de bueno, lo que yo de perro.

― ¿Ya sacaste tiempo para nosotros? ― pregunta mi madre con sarcasmo, y no, no lo he hecho, ni lo pienso hacer, pero eso no tiene por qué saberlo mi madre.

―No mamá, ya te lo había dicho, tengo pacientes a tope — miento no me apetece para nada ir a casa por muy Navidad que sea, y aun que se que mi madre no se traga ni una sola de mis palabras sigo manteniéndome firme en la decisión de mantenerme alejada de ellos.

—Phoebe la familia es importante, mucho más que esa profesión tuya — había trabajado muy duro por graduarme con honores, mucho más pronto que cualquiera de mis compañeros, en ser excepcional, pero a mi madre lo único que le importaba es que dirían las vecinas si se dieran cuenta que la hija prodiga no regreso a casa para las fiestas.

—Siento informarte que esto es más importante para mi que cualquier cosa.

—Sí eso salta a la vista inclusive te atreviste a sacar al buen Adam como un perro de su casa, necesitas reordenar tus prioridades — cuando menciono a Adam y de la forma en que lo hizo sabia que era la gota que rebasaba la copa, en ese oportuno momento Jonas entro en mi despacho, sabía que estaba hablando con mi madre y posiblemente lo necesitaría para poder mantener la calma.

—Mamá será mejor que no hables de lo que no sabes, y ahora he de dejarte por que tengo un paciente esperando— cuelgo, tengo una terrible jaqueca luego de eso, amo a mi familia, en serio lo hago, pero cuando mi madre se pone en ese plan, me es difícil mantener los papeles.

Jonas me sonríe comprensivo, desde que llegó aquí ha sido testigo de sin numero de enfrentamientos con mi madre y me ayuda mucho su presencia, va vestido con un traje gris perla, una camisa lila y corbata negra, que moldean a la perfección su trabajado cuerpo, su tez morena contrastaba a la perfección, alguien tenía una cita.

—¿Quién es está vez? — pregunto sonriendo.

—Por suerte nadie que conozcas mujer, así no me la espantas antes de que sea necesario, este cuerpito que Dios me dio debe ser compartido, no puedes tenerme para ti sola — dice en broma, sus ojos brillan con malicia, ese carisma es de las cosas que me hacen quererlo.

Asiento para seguirle el juego.

—Claro, igual este cuerpito, también tiene una cita — solté sin más, no era del todo mentira, Frank mi excompañero de universidad me había invitado a cenar para rememorar viejos tiempos, nunca fui muy cercana a él, pero ahora parecía tener especial interés en mi y bueno ya que había terminado con Adam, y había decidido hacer algo distinto con mi vida pues me dije por que no.

Jonas me mira sorprendido, como si le estuviera diciendo que el cielo es violeta.

—Mira en que zorron te estas convirtiendo, esos hermanos Lux sacan a la fiera salvaje que hay en ti, me encanta — comenta acercándose y depositando un sonoro beso en mi mejilla.

 

El lugar de mi cita con Frank es el Hotel Ritz un lugar muy elegante y refinado, aunque a mi parecer un tanto exagerado y me sentía fuera de lugar, pero había intentado estar a la altura, me decante por un vestido recto azul marino, quizá demasiado sobrio para la ocasión pero fue eso o mi vestido de funerales, me regañe a mi misma por mi precario guardarropa.

—Estas preciosa — dice Frank con una amplia sonrisa, es un hombre atractivo sin necesidad de ser guapo, es jovial y divertido, lleva un traje negro simple una camisa blanca y va sin corbata, su cabello rubio peinado hacia atrás le dan un aire mayor.

Recuerda cada uno de los momentos extraños y graciosos que ocurrieron mientras compartíamos nuestros primeros años de universidad.

Unas copas de vino por aquí, unas copas de vino por allá comencé a sentirme ligera, no era una persona que bebiera con regularidad por lo que mi resistencia al alcohol era bastante baja. De repente el lugar comienza a parecerme demasiado brillante, y me siento muy alegre.

—Creo que debería irme a casa — digo intentando mantener mi dignidad intacta.

—A sido una velada maravillosa, permíteme que te lleve a casa — dice galante ofreciéndome su mano para ayudar a levantarme. En ese momento comienza a sonar mi celular, como si de vida o muerte se tratara comienzo a buscar dentro de mi bolso. El nombre "Tierno Neo" parpadea y me siento lucida nuevamente, es posible que haya una emergencia. Le hago una seña de disculpa a Frank y me retiro unos pasos para tomar la llamada.

—Neo, ¿estas bien? — no se por que me he puesto paranoica en cuanto he visto su nombre en la pantalla.

—Eh... si. Llamaba a desearte las buenas noches — al mismo tiempo que soltaba el aire que estaba conteniendo, sentía como la vergüenza con Frank aparecía, debe pensar que estoy loca — he llamado en mal momento?

—No, bueno si, estaba en medio de una cita — no se por qué se lo cuento. Solo siento que debo hacerlo.

—¿Qué? — dice sorprendido — ¿una cita? ¿Con quién?

—No creo que eso te interese Neo, además tengo derecho a salir con quien quiera — lo corto, me ha molestado la forma en que lo ha dicho.




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