Apolo
No he podido quitarle la vista de encima ni un puto segundo, ni siquiera cuando de un momento a otro cayo dormida, es más todo en mi me llamaba hacia a ella, quería levantarme ir hasta su asiento, tomarla en brazos y colocarla en mi regazo. Estaba perdiendo la cabeza, necesitaba sentirla cerca y eso me tenía aterrado, jamás en mi vida había sentido una atracción tan fuerte por una mujer, esa necesidad de ella, de escuchar su voz o simplemente de obtener una mirada.
No era capaz de entenderlo o de resistirme, maldita sea, ni siquiera quería hacerlo, desea aventarme en ese mar de emociones y que me comiera vivo.
Nix se sienta en mis piernas tomándome por sorpresa, me rodea el cuello con sus brazos y nos funde en un abrazo, la aprieto contra mí.
—No sabes cuánto me gusta verte así – me dice con voz llena de sentimiento – mereces ser feliz, ya has cuidado de todos por mucho tiempo, quiero que vayas por todo.
En qué momento sucedió que la niña que lloraba cuando nos separaban de salón, creció tanto para darme sermones.
—Lo haré tenlo por seguro – estaba decidido, lo deseaba con todo mi ser, aunque me empeñe en engañarme a mí mismo, ya no podía más, todos vieron a través de mi coraza, me sentía vulnerable y expuesto por ellos, pero eran mi familia y sabía que no había un lugar más seguro en el mundo.
Aterrizamos en el aeropuerto de Barajas para hacer una recarga de combustible y tendríamos tiempo para cenar algo antes de partir para Grecia, tenía la emoción de un niño a punto de hacer una travesura, cosa que no pasaba desapercibida por ningún miembro de mi familia.
Es Basha quien al final se acerca a mí. Apenas hemos desembarcado y todos discuten por el hotel en donde hospedarnos unas horas para poder descansar en condiciones antes de volver a tomar el avión, luego de poco mas de once horas de viaje todos queremos un descanso.
—El capitán ha dicho que tenemos un poco más de siete horas — me informa con una sonrisa de complicidad en los labios — no sé que es lo que tienes planeado, pero sabes que puedes contar con nosotros.
Asiento y le doy unas palmaditas en el hombro, me conmueve mucho sus palabras.
—Lo sé.
—Me gusta verte así, pareces distinto, no recuerdo que te hayas comportado de esta forma con ninguna mujer.
—Así es como se comporta un hombre enamorado — Nos volteamos ante la voz de nuestra hermana que nos observa acusadora por dejarla fuera de la conversación.
Me encojo de hombros para quitarle importancia, no sé si yo diría que estaba enamorado, hacía mucho tiempo lo estuve, aunque pensándolo bien, creí que lo estaba, había estado a punto de dejarlo todo con tal de seguirla, ella sabía que hacer para volverme loco y tenerme comiendo de su mano, lograba que dijera lo que quería escuchar. El cómo, cuándo y dónde, todo lo decidía ella, le había entregado por completo el control de mi vida y me hizo pedazos, pensé que lo había superado, pero al sentir una punzada en el pecho al recordar esto, no estoy tan seguro.
—Eh... Apolo, no pienses en el pasado — me regaña Nix — tienes todo el derecho de avanzar y pasar página.
No sé en que momento había pasado de estar relajado a estar tensionado hasta el punto de que una punzada atravesó mi cabeza, cierro los ojos un momento con la esperanza de que eso ayude a amilanar el dolor que cada segundo se vuelve más fuerte.
Tras unos segundos en los que Nix ni Basha dicen una sola palabra siento unas delicadas manos en mis brazos, en cuanto abro los ojos, la veo, sus ojos están llenos de preocupación, me mira fijamente, eso es algo que me encanta de ella, es tan fuerte y segura de sí misma para hacerle frente a cualquiera.
—¿Te sientes mal? — solo asiento en respuesta y otra punzada me atraviesa el cráneo, provocando que haga una mueca — ven por aquí.
Me toma de la mano y me dejo llevar a donde sea que nos dirijamos, no me hace falta regresar a ver para saber que los ojos de mis hermanos se encuentran encima de mí, todos se han quedado mudos y estoy seguro de que en este momento deben estar pensando en cual es el hospital más cercano en caso de ser necesario.
Veo que nos acercamos al acceso VIP del aeropuerto donde hay una sala que por fortuna está vacía. Me sienta con cuidado en el sofá mas cercano, la observo mientras se sienta a mi lado y busca dentro de su bolso. Extrae una especie de parches para los ojos y medicina.
—Bebe esto — me entrega una pastilla, la reconozco, son las mismas que me receto tiempo atrás, me sorprende que las tuviera encima, me tiende una botella de agua, sin poner resistencia lo hago— recuéstate — me toma por los hombros y con suavidad me me apoya en su regazo.
Una vez acomodado en el mejor jodido lugar del mundo, con cuidado coloca los parches encima de mis ojos, el contacto es helado, pero se siente bien, siento que coloca sus dedos a cada lado de mis sienes y comienza a darme un ligero masaje de la misma forma que lo había hecho antes, la sensación de alivio es increíble, su tacto es suave y su aroma me invade por completo, siento que si me descuido por un segundo caeré dormido ante esta maravillosa experiencia.