El secreto de Apolo

XXI

Phoebe.

Mira que la vieja tenía los huevos bien puestos, me había desairado tan pronto como me conoció, por fortuna Nix me lo advirtió antes de lo contrario seguramente me habrían llevado a la cárcel de inmediato. Me había tragado unas hermosas palabras que tenía preparados para ella.

La casa de los Lux, es muy distinta a lo que había imaginado, era sencilla y acogedora, rustica y llena de magia, todo lo contrario de lo que era el Hotel Luxury o su casa en Los Angeles, pero aquí se veían mucho más relajados.

En cuanto regresamos de pasear con Apolo, llega la sorpresa que tendríamos que compartir habitación, por decisión unánime de los hermanos más pequeños, que venga no era ninguna niña ni tampoco es que me creyera santa ni mucho menos, pero como la abuela me encontrara compartiendo habitación con su adorado nieto, seguro me degolla. Pero lejos de preocuparme aquí me encuentro sentada en la cama King size de Apolo; observo con curiosidad la habitación en busca de alguna pista que me diga algo más sobre él, pero me desilusiono al no ver nada en particular que llame mi atención, no hay decoración, todo es por completo blanco. Me pongo de pie y camino hasta las puertas que dan acceso a la terraza, fuera corre mucho viento en la noche el frío y la humedad son demasiado fuertes.

Camino de regreso reprendiéndome porque no ha sido de mis mejores ideas cuando escucho voces dentro, me detengo en seco al escuchar la acalorada discusión que mantiene Apolo y Basha. Sintiéndome una intrusa, decido esperar y no interrumpirlos, en un inicio no soy capaz de escucharlos, pero según sus voces van subiendo de tono capto parte de la conversación.

—¿Cuándo lo harás? — es la voz de Basha es evidente su enfado.

—Basha, se te olvida que el mayor soy yo, iré en cuanto tenga oportunidad — responde Apolo exasperado.

—Mira que eres un puto tozudo, Apolo muy mayor y todo lo que quieras, pero te comportas como un estúpido mocoso, debes ir al maldito médico, recuerda lo que te dijeron, debes chequearte — se escucha en serio preocupado, y como médico sabía que aquellas palabras encerraban un diagnóstico grave — o el tumor puede volver a aparecer, todas esas jaquecas no son normales.

Apolo suelta un bufido exasperado.

—Basta Basha, lo sé a la perfección, y baja la voz, no quiero que los demás se enteren.

Ahora es el turno de Basha de bufar, es la primera vez en el tiempo que conocía a los hermanos Lux que lo escuchaba perder los papeles.

—Ya estuvo bueno de eso no crees, TODOS, somos tú familia — me sentía pésimo de estar escuchándolos, no necesitaba saber más detalles sabía que padecía Apolo y de verdad me preocupaba que no tuviera el cuidado necesario, siento como un nudo se me formaba en el pecho — TODOS nos cuidamos, mierda, no es Apolo contra el mundo.

Luego todo es silencio, dudo un momento si entrar o no, me apoyo en la pared, un escalofrío recorre mi cuerpo al contacto con la fría pared, elevo la mirada al cielo estrellado, es impresionante. Escucho la puerta de la habitación abrirse y cerrarse de un portazo. Vuelvo la vista hasta la puerta de la terraza.

Apolo hace su aparición, no lleva buena cara, nuestras miradas se conectan como si estuvieran programadas a hacerlo, su prescencia es poderosa y llena todo el lugar, pero esta lejos de ser intimidatoria, es cálida y protectora.

—Sabía que estabas ahí.

—Lo siento — lo digo de corazón — no fue mi intención hacerlo.

Asiente aún con el semblante serio, pero no hay ningún rastro de enojo en sus hermosas facciones. Camina despacio hasta una de las tumbonas que se encuentran en la terraza, toma asiento y levanta su rostro hasta mí, sin ser invitada camino hasta él. Sus manos me tomen por la cintura y me atrae hacia él, apoya su cabeza en mi abdomen mientras se abraza a mí.

Me paraliza un momento sentirlo tan vulnerable, me cala en lo profundo de mi alma, este hombre que es capaz de lo que sea por proteger a sus hermanos; que ha luchado con uñas y dientes para alcanzar sus sueños. Tomo aire intentando controlar mis pensamientos, no es el momento de flaquear.

Con suavidad acarició su cabello, de alguna manera siento que se relaja.

—Yo también lo siento — comienza con su rostro oculto entre las sombras — no quería que te enteraras de esa manera.

—Simplemente no querías que me enterara ¿verdad? — escucho una risa cansada proveniente de él.

—Tienes razón.

—Eh... — le doy un ligero golpe en el hombro — no me subestimes, lo habría descubierto tarde o temprano, ahora dime ¿Cuál es tu condición?

Se encoge de hombros.

—Tuve mi última revisión poco antes del accidente, no había nada extraño.

—Fue cáncer ¿verdad?

Asiente en silencio, el nudo que se había formado en mi pecho es aún más pesado en este momento, en mis años como doctora había presenciado muchos casos de cáncer, algunos con final feliz y otros, bueno otros que no quería recordar, no era mi especialidad, pero en ocasiones debía operar tumores cerebrales, era una operación muy riesgosa aún en sus primeras etapas.




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