El secreto de Apolo

XXV

Phoebe

Salimos en una noche de chicas con Nix, esta insistió en que debía salir un momento, que Apolo había monopolizado mi tiempo desde que habíamos llegado y tenía razón, aunque no tenía ninguna queja al respecto.

Pasamos frente a una tienda de música y paro un momento a observar el escaparate, hay varios tipos de instrumentos y a varios de ellos no los había visto en mi vida.

— ¿Tienes un regalo para Apolo? — pregunta Nix tan directa como siempre, su cabello rubio trenzado a un lado de su rostro cae con gracia mientras me observa ladeando la cabeza.

Niego con la cabeza, era algo que me había rondado en la mente todo el día, pero ¿Qué le regalas a alguien que lo tiene todo?

—No se me viene nada a la mente para regalarle.

Me sonríe.

—Cualquier cosa que venga de tí será perfecto.

Seguimos caminando sin un rumbo fijo, mi celular empieza a sonar dentro del bolso, en cuanto lo saco sonrió al ver que se trata de Jonás.

—Hola.

—¿Cómo está el cuerpito más hot de Grecia?

Rio ante su zalamería, tan típica de mi amigo.

—Pues este cuerpito está mejor que nunca.

—Jo... Veo que esos aires griegos te están haciendo bien —comenta en tono divertido — o debería decir que sexy griego esta haciendo maravillas contigo.

Sonrío al escucharlo y no lo puedo evitar Jonás siempre lo ha conseguido.

—Puede que tengas un poco de razón.

Lo escucho reírse al otro lado de la línea.

—Mujer, siempre la tengo. Así necesito que me lo cuentes todo mal amiga, desde que te marchaste al otro lado del mundo te has olvidado de estos humildes mortales, pero te perdono por que te ganaste un Dios Griego.

Conversamos un poco mientras camino en compania de Nix, esta rie en ocasiones cuando logra captar parte de nuestra conversación. Al colgar esta me mira sonriendo.

—Es increíble escucharte hablar de mi hermano y no te mentiré me cuesta pensar que es la misma persona —Su mirada se pierde en el horizonte y medito sus palabras.

—En ocasiones, cuando miro hacia atrás, tampoco puedo creerlo, pero entiendo que Apolo se ha mantenido bajo una coraza a pasado por mucho y quizá existan más cosas de las que no sabemos que lo han empujado a ser así.

Asiente sin despegar su mirada en lo lejano del mar.

—Siento que Apolo esconde muchas cosas y eso nos lastima a todos, por que sentimos que no confia en nosotros, pero al mismo tiempo entendemos que lo único que hace es protegernos, siempre tendré sentimientos encontrados por esta razón.

—Lo entiendo, sin embargo no podemos esperar que las personas cambien.

Se vuelve a mi con suavidad y me mira directamente a los ojos, veo en su mirada tristeza, algo que no había visto antes en la risueña Nix.

—No sabes cuanta razón tienes en eso.

Sé que hay una triste historia detrás de esa mirada, algo le había sucedido a Nix, pero no lo preguntaría, sí en algún momento ella quería hablar de ello siempre la recibiría con los brazos abiertos.

Le sonreí en respuesta y le acaricio una mejilla en un repentino arranque de cariño, no suelo ser así, pero en este momento lo sentí, está familia se estaba convirtiendo en la mía y al igual que lo hacía Apolo estaba más que dispuesta a protegerla.

Mientras volviamos a casa por un camino nuevo algo al final de la calle capta mi atención.

Es una pequeña tienda de antiguedades, me apresuro hacía ella como si algo me llamará y lo veo en el escaparate de la tienda.

—¿Por qué has corrido así? —pregunta Nix al llegar a mi lado.

Le señalo lo que he encontrado y abre sus ojos sorprendida.

—Joder, será el mejor regalo que Apolo haya recibido en su vida.

Asentí sonriendo satisfecha con mi descubrimiento, era noche buena y mañana sería navidad.

Estamos cerca de casa cuando los escuchamos, compartimos una mirada interrogante con Nix, se escucha Silent Night es una versión acapela, y suena hermosa, las voces gruesas contrastan con la ternura de la canción provocándome escalofríos.

Sin embargo no estaba preparada para lo que vería en cuanto abrimos la puerta, ahí estaban ellos, los hermanos Lux sentados alrededor de la mesita de café del salón, cada uno con varias hojas en sus manos. Frente a nosotras esta Basha y me lleva la curiosidad miro el contenido de estas, son partituras, quizá si hubiera puesto más atención en las clases de música de la secundaria sabría de que va.

Cerramos la puerta detrás de nosotras tratando de no matar el ambiente, pero fallamos estrepitosamente cuando seis pares de ojos se posan sobre nosotras.

—Se dan cuenta de lo tarde que es —Comienza Neo con cara muy seria—. Saben lo peligroso que es que dos mujeres anden solas por las calles.

Nix y yo nos miramos atónitas, esperaba una reacción así de Apolo, inclusive de Basha pero no de Neo. Unos segundos más tarde su rostro se transforma, ríe a carcajadas, pronto sus hermanos lo acompañan.

—Debían ver sus caras —comenta Timaeus mientras cenamos—. El pequeño se ha pasado con su interpretación.




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