El Secreto De Emma. Tomo Ii. Ricardo

CAPÍTULO 1. UNA NUEVA AMISTAD

Después de la amenaza de Emma, David decidió replantear su plan para recuperarla. Le dio la razón a Leobardo, y le concedió a su prometida su espacio, dejó de buscarla. Para Emma fue un descanso del estrés de sus persecuciones. Sin embargo, aún podía verlo observándola a la distancia. Además, el muchacho no dejó de enviarle pequeños detalles a su salón y a su casa. Por lo que ella entendía que no se había rendido del todo. Pero, pronto, los obsequios dejaron de llegar. Y a los pocos días David y sus primos dejaron de aparecerse cerca de ella. <<Tal vez se habría rendido. Tal vez, ella ya no tendría de qué preocuparse. Aunque… No es como si el contrato pre matrimonial se hubiera disuelto.>> Pensaba ella al notar su ausencia.

 

Se acercaban las celebraciones de otoño. Los alumnos estaban preparando un festival, una fiesta de disfraces y la ofrenda de día de muertos. Los estudiantes organizadores de los eventos, debían llegar temprano y prepararse para organizar las actividades. Emma y sus amigas decidieron unirse al comité organizador de la ofrenda y decoración del festival. Una mañana, pintaban parte de la escenografía.

- Ya debemos terminar, ya casi es hora de clases. – Comentó Susana, la organizadora principal de la Ofrenda y amiga de Emma. – Dense prisa para cambiarse y vestir el uniforme.

- Ya, Emma. Hay que apurarnos. – Insistió Carmen.

- Sí. Lo siento. Ya casi queda. - Dijo mientras terminaba de pintar los ojos a una calavera hecha de papel maché. Hace mucho calor aquí. - Emma se limpió el sudor en el rostro. Carmen comenzó a reírse.

- Ya te manchaste.

- Ay, no. – Se quejó Emma ruborizándose. - ¿Me veo muy mal?

- Mejor. Ve a lavarte. – Sonrió Carmen. – Tienes bigotes de ratón. – Emma al escucharla salió corriendo a los sanitarios del tercer piso, pero los estaban limpiando. El intendente la envío a los baños cercanos a los laboratorios de Química y Biología. Emma, agradeció que aún fuera temprano y no hubiera alumnos. Al llegar encontró los baños sin luz y los rayos del sol aún no alumbraban esa zona del edificio. <<Es el colmo.>> Pensó molesta. Mientras Emma se limpiaba rápidamente, se escuchó un ruido metálico en el pasillo, al asomarse, notó que la puerta que daba a la azotea estaba ligeramente abierta. La muchacha, se asomó y vio como la segunda puerta que se dirigía a las escaleras, terminaba de cerrarse. La curiosidad la hizo subir. En la azotea no había nadie, pero el amanecer estaba por terminar y el cielo la invitaba a verlo.

 

- Vaya con que eres tú. - Se escuchó detrás de ella. Era Ricardo, quien salía de la sombra que formaba la pared de la entrada. - ¿Qué haces aquí? - Emma lo miró. Pero no supo que contestarle. << ¿Con qué intenciones se le acercaría?>> Ricardo la vio detenidamente.

- ¿Qué estás sorda? Te pregunté, ¿Qué haces aquí?

- Vi la puerta abierta, creí que un animal asqueroso se había metido, y no me equivoqué. – Contestó molesta y arrogante. Ricardo la miró con sorpresa. Nadie se atrevía a hablarle así.

- Tienes ovarios, mocosa. Si fueras hombre, estarías en el suelo. - Dijo con una mirada maliciosa. - Además la que parece un ratón asqueroso eres tú. – La muchacha se tornó de color rojo, trató de quitarse la pintura apresuradamente.

- ¡Tal vez si tu demostraras algo de educación al hablar! – Le gritó molesta. Ricardo se quedó callado.

- Déjame en paz. Vete. – Ordenó – ¡Ya te había dicho que sólo yo puedo estar aquí!

- ¿Por qué? Los de prepa tienen su propia azotea. - En eso, vio hacia la terraza del otro edificio; se veía a varios chicos platicar. <<Está ocupada.>> Se dijo a sí misma. Emma lo vio con mirada burlona. Ricardo reaccionó extrañado.

- ¿Qué?

- ¿Les tienes miedo? – Dijo ella en tono burlón.

- ¿Qué? – Replicó, ahora, sorprendido por su valor de hacerle esa pregunta.

- Cuando una cuadrilla, desea el territorio de otra facción, pelean por él. Si no lo has hecho, es porque tienes miedo. – Respondió en sorna. Ricardo la miró sorprendido de hito en hito. Pareciera que su mirada estuviera buscando algo dentro de ella. Emma se alejó nerviosa, al ver que él se acercaba. – Espera. ¿Qué… qué estás haciendo? – Ella al sentir la pared en su espalda, lo detuvo con sus manos sobre el pecho de Ricardo. Emma notó que bajo el uniforme Ricardo tenía un cuerpo firme. Él la miró a los ojos y en un tono suave y malicioso le contestó:

- Sí, es verdad. Pero a diferencia de las pandillas, yo no tengo necesidad de expandir mi territorio. – Emma guardó silencio. Lo miró con preocupación. Rick se alejó de ella - Además, no es como si no pudiera esperar a que se libere ese espacio en un año. – El muchacho se colocó un cigarrillo en la boca. - Si tienes oportunidad de elegir tus peleas, lo mejor es no buscarlas. - Sacó un encendedor e intentó varias veces encenderlo. Mientras se distraía con el aparato, sintió como le quitaban el pitillo. Vio a Emma colocárselo en los labios y encenderlo. Ella le dio una vasta chupada, antes de devolvérselo. Ricardo la miraba atónito sacar el humo de su pecho.

- ¿Qué? ¿Acaso nunca viste a una mujer fumar?

- Sí. Pero nunca pensé verte a ti. - Dijo metiéndose el cigarro en la boca nuevamente.




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