El Secreto De Emma. Tomo Ii. Ricardo

CAPÍTULO 1O. LIBERACIÓN

 

Al día siguiente los muchachos se levantaron tarde. Cuando al fin se despertaron era la hora de la comida. Ambos se mostraban poco comunicativos y tenían un aspecto terrible. Después de comer tuvieron una sesión de estudio intensa, donde a ojos de Leon, Rick se notaba muy serio con él y trataba de evitarlo. Tal vez era su idea o tal vez era la incomodidad de que Ricardo no hubiese buscado algún momento para estar a solas con él y retomar la conversación de la noche. Cuando comenzó el ocaso Leon consideró que Rick podría haber esperado a la noche para poder hablar a sus anchas. Pero antes de cenar Ricardo se disculpó con ellos, explicando que tenía un asunto pendiente en el Corral que debía atender que volvería al día siguiente.

 

Esa noche, Leon platicó a su prima el gran avance que tuvo con Rick. Emma emocionada le dio ánimos. No obstante, la duda carcomía a Leonardo.

- Prima. ¿Tu que piensas sobre Rick? – Emma lo miró extrañada, no entendiendo bien la pregunta. Leon al percatarse, se puso nervioso, sabía que debía ser más directo. – Sí, cuando están solos ¿de qué hablan? – Ella hizo memoria.

- De cosas superficiales. Usualmente la que más habla soy yo. Aunque últimamente él participa más. Platica sobre lo que le gusta hacer, sobre la música que le gusta, sobre sus pensamientos, y sobretodo me cuenta sus anécdotas. – Emma rio recordando algunas.

- Sí. – Leon sonrió brevemente. – Prima si Rick no fuera gay, ¿seria alguien que podría interesarte? – Emma se sintió ligeramente irritada por el comentario.

- ¿Tu también Leon? Creí que no tendría que lidiar contigo sobre eso. – Usando un tono de hastío explicó: -No. No me gusta Ricardo. Ricardo es gay. Es imposible que yo le guste. La razón por la que soy tan cercana a él es porque no temo ser yo, junto a él, porque no debo preocuparme de que él quiera sobrepasarse conmigo. Tenemos muchas cosas en común, disfrutamos platicar y pasar tiempo juntos. Lamento si a ti también te molesta que pase tiempo con él. Si te sientes incómodo o celoso, me lo hubieras dicho antes. – Dijo molesta.

- No. No. Claro que no. Lo siento. Es que no estoy acostumbrado a que él le preste atención a alguien más.

- En ese caso el que debería preocuparte es Henrick. Sabes perfectamente que él está interesado en Rick y trata de pasar mucho tiempo con él.

- Sí, lo sé.

- Por eso debes adelantártele. Si ayer Rick, casi te besa, significa que eres su persona especial y no deberías estar llenándote la cabeza de ideas erróneas sobre él y yo ¿entiendes? – Leon asintió avergonzado.

 

***

 

Esa noche Ricardo entró a una oficina muy elegante al sur de la ciudad. Dentro de ella había varias personas degustando postres. Revisó su celular antes de subir al segundo piso. En una barra parecida a la de un bar, encontró a Eduardo Morel degustando varios postres.

- Este es magnífico. Lo quiero. – Comentó a un muchacho quien realizaba anotaciones a su lado. Eduardo al ver a Ricardo sentarse junto a él, sonrió. – Hola, joven Otero, me encontraste.

- Fue difícil es un lugar extraño.

- Elegante, cariño, muy elegante. Que bueno que estás aquí para que me ayudes a elegir. Estoy rendido. Tráigale un plato con lo que he aprobado, y una copa de Late Harvest. – Le comentó al joven del cuaderno. - Hoy he elegido la temática, la decoración, mañana tengo cita con el decorador de interiores para darle otra vida a mi casa de campo. Aún falta la comida, la música, los disfraces, las invitaciones. El regalo ya lo tengo listo, pero es un mundo de cosas. Y este bar de postres es lo mejor que puedes encontrar en la ciudad. No tengo tiempo para reservar un traslado de comida en otro estado o país. – Comentó mientras le daba una degustación.

- Todo esto es por… - Ricardo comió el postrecillo.

- Para la fiesta de Leon. – Comentó ofendido. – ¿Recuerdas?

- Cierto. – El muchacho se chupó los dedos. – Muy bueno Ed.

- ¿Y tu qué haces aquí? ¿No se supone que deberías estar jugando al maestro y la alumna con tu pequeña presa ojiazul? – Ricardo sonrió.

- Vengo de ahí precisamente. – Eduardo observó a Rick, sabía que, si él había dejado una labor tan satisfactoria para su gusto, era porque algo importante había acaecido. Un mesero arribó con su pedido. Rick hizo ademán de despechar al servicio. Ed confirmó la petición. – ¿Y para que soy bueno, si puedo preguntar?

- Quiero saber ¿qué es lo que estás tramando? – Preguntó Rick observando los postres. Eduardo disimuló su sorpresa. No notó emoción alguna en el tono de Rick, sólo llana curiosidad. Rick comenzó a probarlos. – Siendo más específico, ¿cuál es tu interés en mi amigo? – Ed comprendió.

- Así que ya lo sabes. – Comentó Eduardo antes de tomar un sorbo a su copa.

- No sé mucho. Pero lo sabré. – Rick bebió el vino. - Y espero que pienses dos veces lo que le harás a mi amigo. – El ambiente se puso tenso. Ed bebió otro sorbo y miró a Rick por el rabillo del ojo.

- La respuesta dependerá de lo que elijas, si esto es una preocupación de amigos o una amenaza de un amante celoso. – Ricardo frunció el ceño. Eduardo comprendió que eso definitivamente no acabaría bien. Por algo se le había apodado el Rubio Loco, y definitivamente carecía del empacho de vivir una escena de esa índole en ese lugar. Eduardo soltó la copa y eligió la opción más noble, rogando haber elegido bien. –  Efectivamente Leo y yo estamos conociéndonos en menesteres mundanos propios de una relación homosexual. – Ricardo se sintió abrumado, aunque no dudaba de la veracidad de las palabras de Leon, el confirmarlo no dejó de sorprenderlo. Eduardo al notarlo sonrió. – Así que aún lo dudabas. – Con el semblante atónito, Rick asintió.




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