El Secreto De Emma. Tomo Ii. Ricardo

CAPÍTULO 16. COTILLÓN

Al día siguiente Emma y David, no fueron a la escuela, debían estar presentes para la firma de los acuerdos. Para sorpresa de Leonardo, Ricardo tampoco asistió, preocupado, por no tener noticias de su amigo, fue a visitarlo después de la escuela; sin embargo, no lo encontró en casa tampoco. La señora Norma le explicaba que había habido un altercado entre Rick y Álvaro temprano en la mañana y no lo había visto desde entonces. Mientras esperaba noticias sobre él, recibió un mensaje de Eduardo.

 

Cuando Leonardo llegó a la casa del señor Lucas Canul, encontró a Ricardo esperando afuera, en la entrada de la casa. Leon lo vio a lo lejos, al acercarse, vio que su amigo tenía un fuerte golpe en la cara, el cual comenzaba a tornarse morado, y el labio partido.

- Rick. ¿Qué te pasó? – Preguntó preocupado.

- Leo – Exclamó sorprendido. – ¿Cómo? – Ricardo lo tomó de los hombros. – ¿Ella te dijo que estaba aquí? ¿Ella está adentro no? Ayúdame a brincar la pared. – Le pidió con desesperación.

- No. Ella no está. Está con mí tía. Eddy me dijo que estabas aquí. – Explicó Leonardo. Ricardo dudó si le estaba mintiendo. – Es verdad, amigo, no tengo por qué mentirte. – Leon le mostró la conversación. Rick se veía contrariado y ojeroso. Leonardo lo tomó del brazo. – Vamos Rick, si quieres te acompaño, podemos esperarla sentados ahí. - Leon señaló una banca en la esquina, bajo un árbol.

 

Ricardo guardaba silencio. Leon, notó a su amigo lleno de tristeza y frustración, sin embargo, trataba de verse apacible.

- ¿Qué sucedió Rick? Fui a tu casa y la señora Norma me dijo que peleaste con tu papá.

- Ah… sí. – Dijo desinteresado. - Ya sabes. – Leon comprendió que no quería hablar del tema. – Leo ¿Sabes algo de ella? ¿Te ha dicho algo?

- No, mucho. Sólo nos dijo que estaba en la firma del contrato que tardaron mucho tiempo en eso y que su madre la inscribiría hoy en unos cursos. Algo así. No he podido hablar bien con ella. – Ricardo guardó silencio. Realmente no era la respuesta que deseaba y Leon lo sabía. - Rick, te ves muy cansado. Tal vez será mejor intentarlo mañana en la escuela. ¿No lo crees? – Ricardo lo miró a los ojos. Leon estaba temeroso de haber desatado su furia. En cambio, su amigo tenía tantas cosas que quería compartirle, quería vaciar todos esos pensamientos que le atormentaban el corazón y encontrar, si no, una solución, el desahogo; sin embargo, sabía que era imposible. Rick apretó los labios. Leon alcanzó a ver una lágrima asomarse. El muchacho la apartó disimuladamente.

- Tienes razón. Hoy, ya no hay nada que hacer. Vámonos Leo. Te invito algo de comer. – Dijo fingiendo una sonrisa. Pasaron parte de la tarde juntos, sus conversaciones fueron algo mundanas, aunque Leon podía percibir que Rick en el fondo no lo disfrutaba como trataba de aparentarlo.

 

***

 

Al otro día, temprano, en la azotea, mientras los dos muchachos desayunaban, Rick tenía clavada la mirada hacia el precipicio, Leonardo sabía lo que significaba, así que no hizo ningún comentario, cuando vio que su amigo, se levantó y entró rápidamente en el edificio.

 

Al llegar a la planta baja, Ricardo encontró a Emma parada junto a la escalera. Su corazón sintió sosiego al verla.

- Emma. – La llamó mientras la tomaba de la muñeca. Esta sostenía un paquete en la otra mano. La chica se asustó al verlo. – Necesitamos hablar. – Dijo en un tono suave, pero imponente. Emma se ruborizó un poco al escucharlo.

- Lo siento, Rick. Estoy ocupada. -  Contestó firmemente. El muchacho se sintió ofendido ante tal respuesta. Emma volteó la mirada, se notaba molesta. Ricardo miró alrededor y no había percibido la presencia de las amigas de Emma, quienes se veían temerosas. En especial Carmen, quien temblaba sin poder contener las lágrimas. El muchacho entendió que había interrumpido algo.

- Pero… - Trató de insistir.

- Después hablamos. – Respondió ella tratando de parecer tranquila. - Por favor. - El muchacho entendió y se apartó de ellas.

 

***

 

Mientras en la cafetería de la escuela, Leobardo notaba a su amigo, algo dubitativo, apenas había hablado desde que llegó.  Cuando pudieron sentarse, Leo comenzó.

- Vamos, cuéntame. Sabes que yo no me entero de nada de no ser por ti. ¿Qué sucedió? – David lo miró sin afán, se notaba que había dormido poco. – Acompañé a papá a unos mandados, así que llegué tarde a casa y no pude oír tu audio de veinte minutos. Viejo, era inhumano. – David lo miró cansado. – A ver Emma nos contó que ayer fueron a eso de los abogados por lo del contrato prematrimonial y también fueron a inscribirla a tu academia. ¿Acaso pasó algo? – Comentó Leo antes de engullir un mollete con mucha salsa. David lanzó un gruñido.

- Así que no oíste mi audio. – Leobardo se puso nervioso, al escucharlo molesto.

- Eh… no, viejo. Era de casi media hora. Nadie oye algo así. – David tornó la mirada y lanzó un suspiro.

- Está bien. Ayer en la mañana sucedió algo. Que me tiene muy incómodo. – Leon lo miró con curiosidad. David tomó aire y con claro enojo dijo: – A mi hermano no solamente le gusta Emma, sino que está completamente enamorado de ella. – Leonardo se hecho a reír a carcajadas. David lo miró molesto.




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