El Secreto De La Cenicienta

Capitulo 1

***

Ay mierda! no me  gustaba nada que mis palabras hubieran resultado proféticas.


Cuando encontré al Carl Boswell, el ya no podía sentir nada. Ahora apretaba en mi mano la tarjeta de plastico y las llaves que le había quitado de la cartera un instante antes de que me descubrieran registrando los bolsillos del muerto. Seguí reprimiendo las nauseas y me detuve para orientarme. En este  momento no tenia tiempo para vomitar.
Mire  la multitud de abajo desde la galería y mis ojos se posaron en una figura impotente y alta ataviada con un esmoquin inmaculado. El desconocido se movía con gracia entre los ocupantes de la habitación y saludaba a veces con la cabeza , pero sin detenerse a hablar con nadie. Su paso lo llevaba hacia la salida del extremo alejado del salón de baile.

Perfecto.

Cuando estoy bajando las escaleras con mi vista fija en el, lo veo pellizcarse el puente de la nariz como si le doliera la cabeza, cosa muy comprensible en aquella situación. 
 Seguía su camino con un empeño que hacia que la gente se apartara instintivamente a su paso. No era un buen objetivo, era demasiado despierto para eso. Pero como yo estoy desesperada y solo su tamaño podía ofrecerme un buen escudo. Tenia que servir; porque todos lo demás parecían estar acompañados.
Lance una mirada por encima de mi hombro. Todavía no veía nadie.

Me lance en entre la  gente procurando no perderle de vista. Mis putos tacones de aguja no me añadían mucha altura. Por suerte, el desconocido era tan alto que su pelo moreno y espeso seguía siendo visible.
Otra mirada por encima del hombro me confirmo lo peor. Alguien ha adivinado donde he ido. Un  hombre alto vestido de esmoquin apareció  en la galería, cerca de la entrada que había usado yo momentos antes.

Oh, joder! No estaba solo.

Reprimí un gemido de desmayo. Aquello no era nada bueno. El hombre movió el brazo con gesto imperioso y dos guardias de seguridad se metieron entre la multitud.

Me buscaban a mi... Maldición, maldición...

Sentí la garganta seca. La adrenalina hizo que el pulso me latiera con mas fuerza. Bendigo ahora mi  estatura pequeña, me escondí detrás  de un a pareja que bloqueaba el pasillo. Charlaban en una mesa llena de personas que reían . Sonreí como pude y rodee a la pareja, siendo muy consiente de las miradas curiosas de algunos de los que estaban sentados.
Seguí avanzando, y maldiciendo mi vestido brillante. Después de la llamada Gary, las obsiones habían sido muy limitadas y el vestido prestado había cumplido el objetivo de que la dejaran entrar sin preguntas en la fiesta privada, mezclada con un grupo ruidosos de invitados .
 Entonces el vestido había sido una suerte, pero ahora, por desgracia, la mayoría de las mujeres habían elegido vestir de negro, lo que implicaba que algunos de lo hombres que me buscaban no tardarían en divisar la prenda verde brillante, pero si conseguía llegar hasta el desconocido alto, tenia una posibilidad para escapar.

 

*Roderick Laughlin.*
Tamborileaba irritado con los dedos mientras esperaba los abrigos. Mi dolor de cabeza crecía en proporción directa al ruido. La niebla azulada del humo de los cigarrillos añadía una capa mas a mi incomodidad. Ya había tenido suficiente por una noche. En cuanto mi acompañante saliera de  la pista de baile. Nos marcharíamos. 
Este tipo de fiesta eran del el gusto de Emma, no el mio. Ver y dejarse ver era importante para su carrera de modelo y Emma disfrutaba de cada momento. A mi, en cambio, nunca me habían gustado las multitudes, pero había prometido traerla esta noche y había hecho, aunque en mi opinión hay formas mejores de empezar el año.
Por desgracia, Emma probablemente no querría pasar las primeras hora del año en la cama cuando ´podía estar bailando, bebiendo y posando para que la admiraran. Convencerla para que se marcharan seguramente le costaría una fortuna en  alguna joya que le hubiera llamado la atención, pero no me importaba. 

Solo quería irme a casa.

La joven que se ocupaba del guardarropa dejo a un lado el libro de texto que estudiaba volvió enseguida con mi abrió negro y el de piel que le había regalado a Emma para navidad.
Me frote la sien con furia, saque la cartera y le di una propina generosa a la joven del mostrador. Una persona capaz de estudiar anatomía en este lugar merecía toda la ayuda que pudiera conseguir. El rostro de ella se ilumino de gratitud al ver el billete.
Me puse mi abrigo y tome el de Emma. La prenda había sido una buena adquisición. Emma estaba exquisita con ella, sobre todo cuando no llevaba nada mas. Aunque por otra parte, Emma estaba fantástica  con casi todo, y mucho mas sin nada. Era su cualidad mas atractiva.

Me volví y estuve apunto de chocar con una joven bajita que se me había colado delante de mi.

._¡Querido! Gracias. ¿Podemos irnos ya?

Me quito el abrigo con un movimiento rápido y desapareció dentro de el. Solo tuve un instante para fijarme en la prenda verde brillante que pasaba por vestido y en su figura provocativa antes de que ambas cosas quedaran totalmente ocultas por el abrigo.

._¿Que narices se cree que hace?

Ella ni siquiera me miro. Su mirada registraba la multitud a su espalda. Levante la cabeza para ver que había provocado el miedo que oscurecía los ojos azules de ella. Seguía mirando cuando ella se volvió hacia mi y se puso de puntillas. Me agarro el rostro y lo bajo hasta que quede a pocos centímetros del de ella.




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