El Despertar
Amina me dejó sin palabras. ¿Quiere que Kele me muerda para unirnos?
—Es una locura, Esme —la voz de Alexandra sonaba espantada después de haber escuchado lo que Amina quería hacer.
—¡Deben de hacerlo, es la única forma de detener esta locura! —pude notar la desesperación de Amina al decir aquello, ella nos está ocultando algo.
—Dime lo que estás ocultándome, Amina, de lo contrario dejaré que su hijo destruya nuestro lazo —dije decidida, no podía obligarlo a estar conmigo si no quería.
—La bruja que él trajo de República Dominicana la conozco, yo le di clases para que supiera manejar su don —respondió en un susurro— y conozco la forma en que rompería él el lazo, ella iba a cambiar tu vida por la de mi hijo. Si dejo que ella rompa su lazo, morirás, Esmeralda —Amina giró su rostro y vio la mirada de desesperación de Alexandra al escuchar las palabras de Amina.
—¿Cómo sé que estás diciéndome la verdad?
—Porque yo creé ese hechizo para que no mueran los Alfas. Pude encontrar la manera de cambiarlo a las Lunas, pero al hacerlo, la Luna amenazó con matar a toda mi familia si regaba la voz de tal hechizo. Esa época de mi vida fue muy oscura —respondió Amina, causándome ira. Me alejé de ella enfurecida y salí de la cabaña, necesitaba respirar. A los pocos segundos escuché los gritos enfurecidos de Alex.
—¡Lárgate de aquí! —gritó, echando a Amina del lugar, quien se encontraba sumamente arrepentida. Alex se acercó a mí, me abrazó para tranquilizarme, sabe que lo necesito. Me sentía tan agobiada, tan confundida, siento que estoy a punto de volverme loca.
—Esmeralda, tranquila, estoy aquí contigo, saldremos de esto —murmuró Alex sin soltarme— Todo estará bien.
—Ya no puedo con esto —grité, sintiendo cómo las lágrimas caían por mis mejillas— Él me dejó sola, él me dejó sola, no le importó el dolor que me causó con irse y con su decisión —seguí llorando, sintiendo cómo cada palabra se trababa, me dolía mucho esta situación— Él no merece mi amor, Alex.
—Lo sé, amiga, pero tienes que tomar una decisión, Esmeralda, aunque no estés de acuerdo con esa decisión que tomes —dijo, secándome las lágrimas— Ahora dejaré que hablen los dos, estaré aquí afuera, no me iré —dijo, a lo que asentí en respuesta.
Entré nuevamente a la cabaña, encontrándome con Kele ya despierto. Al verme, no pude evitar esa felicidad y aquella electricidad de verle, odiaba sentir esa sensación de apego, pero a la vez era reconfortante oler su olor y saber que él está sintiendo lo mismo de verme.
—Sabía que mi madre te convenció de hacer esto.
—Después de tanto amor, te fuiste y me abandonaste.
—No lo entiendes, Esmeralda.
Y al escucharlo decir aquello, los recuerdos de aquella noche me regresaron de golpe. No lo podía evitar.
Hace un mes
El dolor me recorrió de nuevo. Mi cuerpo seguía sintiendo la descarga eléctrica de los rayos que provenian del cielo, y aunque mi piel ardía,y mi espalda sangraba había algo mucho más profundo que me hacía estremecer. El grito de mi alma resonaba en mis entrañas, un grito que ni siquiera podía articular. Mis manos estaban sujetas, mi alma atrapada en un ciclo interminable de oscuridad. El viento seguía soplando fuerte alrededor de mí, y las brujas seguían cantando, invocando a poderes que no comprendía. Cada palabra que salía de sus bocas parecía clavarse en mi pecho.
"¡Querías respuestas, Esmeralda, ahora las tendrás, pero tienes que aguantar!" La voz de Amina reverberaba en mi mente, penetrando más allá de mi dolor físico, y a pesar de que sus palabras me atemorizaban, sabía que había más detrás de ellas. Mucho más.
Mi papá y Alex yacían desmayados cerca de mí. Las sombras me rodeaban, y aunque trataba de centrarme en su respiración tranquila, una punzada de desesperación se instalaba en mi pecho. La figura de Kele, amarrado y luchando contra las cuerdas que lo mantenían alejado, llenaba mi mente. Su rostro estaba marcado por la desesperación. Su alma, la que había sido la mía durante tanto tiempo, estaba fragmentada.
¿Por qué lo había llevado hasta aquí? ¿Por qué no podía detenerlo? La verdad me golpeó como otro rayo. Kele estaba atrapado en su propio destino, y yo... yo estaba atrapada en el mío.
De repente, un grito rasgó la quietud. No era de Kele ni de las brujas. Era más profundo, como si el suelo mismo estuviera gimiendo bajo la presión de una fuerza desconocida. Las velas comenzaron a temblar, y una ráfaga de viento arrastró la capa de niebla que había permanecido quieta por tanto tiempo. Las brujas se apartaron, mirando aterradas hacia la entrada de la cueva. Y allí, en el umbral, apareció una figura que no esperaba ver: una mujer, cubierta por una capa negra, con los ojos brillando en la penumbra. No pude verla bien, pero había algo familiar en su porte. Algo que me estremeció.
- "Has llegado tarde, Ámbar", dijo Amina, su voz cargada de resentimiento.
La mujer levantó la mano, y una onda de energía oscura se expandió, haciendo que todas las brujas se apartaran aún más, como si no pudieran acercarse. El aire se llenó de una presión pesada, y pude sentir la fuerza de la mujer penetrando en la habitación, como si estuviera absorbiendo la energía misma de la cueva.Ámbar no respondió, pero sus ojos se posaron en mí, y de repente, su rostro se iluminó con una sonrisa enigmática.
- "Esmeralda..." Su voz era suave, pero cargada de poder. "Al fin te encuentro" – Mis entrañas se retorcieron, y algo en mi interior, un impulso primitivo, me hizo sentir que esta mujer no era alguien a quien debiera enfrentar. Pero mi curiosidad me obligó a preguntar: "¿Quién eres?"
- "Soy la guardiana de los secretos", dijo con un tono que resonó en mi mente como un eco lejano. "Y vengo a ofrecerte la oportunidad que tanto has deseado."
Me sentí completamente perdida. ¿La oportunidad que tanto había deseado? Yo solo quería respuestas, solo quería salvar a Kele y entender lo que estaba pasando. No había pedido un destino marcado, ni una "oportunidad" que se sintiera tan vacía.
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Editado: 13.04.2025