El Secreto De La Esmeralda

Capítulo 10: ¿23 preguntas?

Espero a las afueras a que Kele salga de su presentación como Romeo en Romeo y Julieta. Ni loca vería cómo le daba un beso en los labios a Cassie. Sé que es solo una obra de teatro, pero ni repitiéndomelo mil veces lograba disipar los celos.

Siento un pequeño choque de hombros y, al girarme, veo que es Sam, el mejor amigo de Kele. Hacemos nuestro saludo de manos y, como resultado, recibo aquella sonrisa bonita que siempre resalta en él.

—¿Qué hay, Luna? ¿No te agrada el final de Romeo y Julieta? —cuestiona, riéndose.

Pongo los ojos en blanco.

—Sabes que es más que eso. No te hagas —digo, provocando una risa mientras hago un gesto como si fuera a golpearlo. Él sonríe aún más.

En ese momento, llega Alex, también hastiada de la obra.

—Ya está en la parte donde Julieta finge tomarse el veneno. ¡Esa maldita! ¿No podía dejarle una simple nota? —exclama, cruzándose de brazos.

—Esa parte también me enoja —dice Sam, captando nuestra atención.

—¿Te gustan las historias trágicas? —pregunta Alex, acercándose lentamente a él.

Sam se encoge de hombros, con una postura algo nerviosa.

—Mmm... Un paseo para recordar, La última canción, One Day... y Romeo y Julieta, pero solo la versión de Leonardo DiCaprio porque Claire Danes lucía hermosa ahí —responde. Alex y yo nos quedamos boquiabiertas.

—¿Qué? Tengo hermanas que me obligan a verlas con ellas. Además, a tu novio también le gustan —añade, mirándome.

Mi corazón da un vuelco. ¿Quién lo diría?

—Sam, si no fuera vampiro, me casaría contigo —bromea Alex, provocando que Sam abra los ojos sorprendido. Pero su expresión cambia rápidamente a una mezcla de tristeza y melancolía. Y con esa mirada, lo supe. Sam era el alma gemela de Alex.

—Genial —dice Sam, con un tono apagado—. Nos vemos después, chicas.

Alex no dice nada, pero lo sigue con la mirada. Y no puedo evitar sentir una pequeña opresión en el pecho. La pregunta de ¿qué hubiera pasado si...? no deja de atormentarme. Creo que Alex pensaba lo mismo, porque se acercó a mí y entrelazó su mano derecha con la mía.

—¿Él era mi alma gemela, verdad? —susurra.

—Creo que sí —respondo, sin mirarla.

—¿Por qué no lo conocí antes?

Me quedo callada, porque no sé cómo responder a eso. Ellos estaban destinados, pero su creador rompió ese destino. ¿O tal vez nunca estuvieron destinados realmente? A veces, el universo parece burlarse de nosotros, jugando con nuestros caminos. Nos quedamos en silencio, sin soltar la mano de la otra, disfrutando de la noche, la música en el fondo y la brisa que nos abrazaba.

~*~

El reino está hecho un caos y el pueblo teme. ¿Y cómo no hacerlo, si los demonios están robándose las tierras y matando a toda alma que se cruce en su camino?

Nuestros días están contados. Necesitamos encontrar a Esmeralda para cumplir la profecía; si no lo logramos, estaremos perdidos. Lo peor de todo es que nuestros cazadores no han podido dar con ella desde aquella noche. Ese pueblo desapareció de nuestro radar. Estamos seguros de que esto tiene que ver con las 13 brujas. Ellas son las únicas que tienen el poder para realizar un hechizo de ese nivel.

—Señor, aún seguimos sin noticias de Esmeralda. Nuestras brujas han fracasado intentando romper la barrera. La única forma es matar a una de las 13 brujas —dice Damian.

—¿Crees que no lo sé? La cuestión es... ¿cómo mataremos algo que no podemos ver?

—Sobre eso —dice Damian, con cautela—. La bruja me dio una idea y creo que puede funcionar. La traje para que ella misma le explique.

Asiento y, segundos después, entra la bruja. La conozco. Proviene de República Dominicana, del clan Geri. Le eliminaron su poder de loba por crear un hechizo prohibido.

—Hola, Gerald —saluda ella con una sonrisa enigmática.

~*~

Alex y yo nos fuimos a casa. Ambas estábamos muy cansadas, así que lo mejor era irnos a descansar. Alex se acostó en mi cama y yo fui directamente al baño para ducharme.

Luego de varios minutos, salí del baño pensando que ya era hora de quitarme los dreads del cabello y dejar que mi cabello rizado descansara. Cuando volví a mi habitación, me encontré con una pequeña nota sobre la cómoda, junto a una rosa blanca y una bolsa de gusanitos salados, los favoritos de Alex.

Tomé la nota y sonreí al ver lo que decía:

Hermosa luna, la invito a cenar conmigo esta noche en el lago.

Estaré afuera esperándola.Posdata: Los gusanitos son de parte de Sam para Alex.

—Kele —susurré.

Me asomé por la ventana y lo vi ahí, sonriente, con un ramo de rosas blancas. Sin pensarlo dos veces, salté por la ventana. Vi su cara de preocupación, pero antes de que pudiera reaccionar, ya estaba cayendo... hasta que sus brazos me envolvieron con firmeza.

—Me atrapaste.

—Siempre estaré aquí para sostenerte, Esme —susurró Kele, con la voz ronca.

Espero a las afueras a que Kele salga de su presentación como Romeo en Romeo y Julieta, ni loca vería como él le daba un beso en los labios a Cassie. Sí sé que se trata de una simple obra de teatro, pero ni repitiéndomelo mil veces lograba que disiparan los celos. Siento un pequeño choque de hombros y cuando veo es el mejor amigo de Kele, Sam. Hacemos nuestro saludo de manos y como resultado recibió aquella sonrisa bonita que siempre resalta en él.

- ¿Qué hay luna, no le agrada el final de Romeo y Julieta? – cuestiona riéndose. Pongo lo ojos en blanco.

- Sabes más que eso, no te hagas – digo provocando risas hago un gesto como si le fuera a golpear y el sonríe aun más, en ese momento llega Alex también hastiada de la obra.

- Ya esta en la parte donde Julieta finge tomarse el veneno, ¡esa maldita! ¿no puedo haberle dejado una simple una nota?

- Si esta parte también me enoja, suelo quitarla en esa parte – dice Sam captando la atención de Alex y la mía. ¿Le gusta las preguntas románticas?




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